Capítulo veinte. El mejor soborno El día de regresar a casa para Ana Lucía y Andrés llegó y en la mansión hub0 movimiento desde el amanecer, buscando dejar todo listo para recibir al nuevo integrante de la familia junto a sus padres.Diane se movía de un lado hacia el otro sin descanso, cuidando de cada detalle como la perfeccionista que era. Además, los nervios eran un buen incentivo para poner mayor empeño en sus labores. Aquel día también tenía planeado anunciar su embarazo a la familia y las tripas brincaban en su estómago de solo pensarlo. Para colmo, Tyler iba a la fiesta con retraso, puesto que según la última llamada que le había hecho, todavía estaba en el set de grabación de su programa.—Juro que si no llega...—¿Ya estás otra vez con tus amenazas? — el chef apareció a sus espaldas en ese preciso instante.—¡Hasta que apareces! — Diane reaccionó de una forma muy exagerada. Incluso estaba dispuesta a golpearle... e iba a hacerlo —. ¡Prometiste hacer el gazpacho y mis padres
Capítulo veintiuno. El sueño hecho realidad. ¡Malditą fuera! ¿Qué demonios había pasado? Diane sintió los labios hinchados además de los latidos del corazón bombeandole en la garganta. Había perdido el sentido en cuanto Tyler se lanzó a su boca como una bestia hambrienta y... —¿Alguien va a responderme? — la voz de la señora Julia la trajo de regreso a la realidad y casi se cae debido a la brusquedad del giro, pero Tyler la sostuvo. La pareja se quedó de frente a la expresión acusatoria de la anciana y mientras el chef mostró una amplia sonrisa, la joven enrojeció tanto que el rubor se extendió hasta la piel del pecho y las orejas. —El... gazpacho... — Diane no conseguía formular una oración coherente, aunque el motivo principal no era el bochorno, sino la roca rozando su trasero... Tyler estaba empalmado hasta las narices. —Ya está listo — completó Tyler tratando de esconder la diversión ligada con excitación —. Diane ha sido una excelente Sous — chef. —Sí, ya veo — la cocin
Capítulo veintidós. Fuera de mi vida La confusión se adueñó de la expresión de Diane por unos minutos mientras las preguntas se le amontonaban en la cabeza. ¿Cómo se había enterado Ernesto? Y en todo caso, ¿cuál era el interés de él?Diane pensó que había dejado las cosas claras entre ellos en el último enfrentamiento, puesto que durante semanas, su ex novio no había vuelto a molestarla. Sin embargo, aquí estaba una vez más, cruzando los límites del ámbito profesional para preguntar algo fuera de lugar.Por ese mismo motivo, decidió pararle en seco:—Me temo que ese no es asunto tuyo, Ernesto.— Sabes que no es cierto — replicó el sujeto —. Solo dime la verdad, por favor. Necesito saberlo.La joven empresaria vio la mirada suplicante de su antigua pareja y suspiró. Debía cortar aquella relación tóxica de una vez. Por más que le rechazara, él continuaba negándose a dejarla ir. Tal vez la noticia de su actual estado lograría hacerle reaccionar y por consiguiente, alejarse de ella para
Capítulo veintitrés. Dile la verdad Tyler había terminado la grabación del programa antes de lo previsto y en vez de marcharse hacia el restaurante, había decidido salir en busca de la madre su hijo. Deseaba darle una sorpresa y llevarla a una cita improvisada. No obstante, el sorprendido había sido él al encontrarse la escena protagonista por el imbécil de Ernesto y su Diane, ¡su Diane!—No es lo que parece — intentó explicar Diane.—Sí, sí lo es — intervino Ernesto, aprovechando la oportunidad que se le presentaba.—¡Cállate y sal de aquí! — espetó su jefa furiosa —. Tyler, escucha…—¡Dile la verdad, Diane! Lo que querías de él ya lo tienes.—¿De qué hablas? — ella lo empujó sin dejar de observar a su actual pareja. Aquello era el colmo, su ex novio había perdido la razón. La culpa era suya, puesto que debía haber tomado cartas en el asunto hacía mucho tiempo.—Eso mismo me pregunto yo — intervino Tyler, contemplando la escena incrédulo.¿Cómo era posible que la inteligente de Dian
Capítulo veinticuatro. Se echó a perder todo—¿Estás bien? — preguntó Tyler rozando el desespero —. ¿El bebé? ¿Te duele algo?—¡¿Cómo voy a estar bien?! — exclamó ella demasiado alterada, sin apartar los ojos del rostro amoratado de Ernesto —. ¡Animal, bruto, imbécil! — no hallaba un calificativo adecuado para su antigua pareja, a quien ahora no lograba reconocer. Tal parecía que nunca había llegado a conocer su verdadera personalidad. Pero, ¿qué podía esperar de un sujeto que se acostaba con zorras en su propia cama mientras planeaba bebés con ella en el mismo lugar? —. ¡Fuera de aquí, idiota!—Diana… — el agresor trató de llegar a ella, pero la fiereza en la mirada de su oponente le amilanó. Era el chef quien parecía un animal a punto de descuartizar a su presa.—No te atrevas —bla voz gélida de Tyler hizo temblar hasta las paredes en aquella sala. Quería matar al hombre frente a él, cortarle la cabeza para después arrancarle las entrañas. No obstante, la madre de su hijo era la pri
Capítulo veinticinco. Lo quiero Diane observó los ojos castaños de su hermano pequeño, estos ya habían comenzado a aclarar y muy pronto serían tan grises como los suyos. Se preguntó si los del bebé que llevaba en el vientre tendrían el mismo color. Luego, se sorprendió al descubrir su inconformidad ante la idea. Amaría a su hijo de igual forma, pero en lo más profundo de su ser, deseaba ver en él los ojos de su padre; esos que habían logrado cautivarla desde aquel primer fortuito encuentro en el bar. Ella suspiró mientras apretaba al menor de la familia de la Concepción entre sus brazos, esperando obtener consuelo con el dulce aroma del bebé. Era hora de admitir que echaba de menos a Tyler. Llevaba cuatro días sin verle y aquello le parecía una eternidad. Necesitaba sus besos, sus caricias, su piel cálida para resguardarse de las noches invernales. Tyler se había convertido en algo más que su pareja o el padre de su hijo; se había vuelto el centro de su mundo. Diane siempre había
Capítulo veintiséis. Un medio para un fin Al llegar a la oficina, lo primero que encontró Diane fue una canasta con desayuno calentito dentro. No pudo evitar la sonrisa que se dibujó en su rostro al rozar la corona dorada en forma de logotipo con los dedos. Sin importar las diferencias o la distancia entre los dos, Tyler continuaba preocupándose por ella y por el bebé. Ya no le cabían dudas, amaba a ese hombre con toda su alma y se lo diría. Diane se sentía capaz de gritarlo a los cuatro vientos… no obstante, antes debía cerrar su pasado y terminar los asuntos pendientes de una vez por todas. —Marta, informa a Ernesto que solicito su presencia — ordenó a su secretaria mientras probaba la fruta. Se habían convertido en su único sustento por las mañanas, puesto que era lo único que no devolvía en el váter. —El señor Corzo no ha llegado todavía, señorita. La ejecutiva frunció el ceño. Su ex novio nunca llegaba tarde, ni siquiera cuando se pasaba de copas o por asuntos de faldas. Er
Capítulo veintisiete. Hasta dónde es capaz de llegar Tyler se quedó perplejo al escuchar semejante declaración. Sospechaba que, a pesar de las cuestionables intenciones del tipejo, había algo de verdad en aquellas palabras.No. No era posible.Aquel idiota mentía. Tenía que ser una mentira.—Es lo que siempre ha querido — Ernesto continuó explicando —. Lleva años tratando de tener uno y yo no fui su primer prospecto a padre. No somos más que su banco de esperma y te informo que ha cambiado de donante muchas veces. Así como yo no fui el primero, ten claro que tú no serás el último. No sé cómo se dio lo de ustedes, pero puedo asegurarte que ese bebé alojado en su vientre ha sido fríamente planeado... Aunque creo que ni siquiera ella esperaba tan buenos resultados. Nosotros lo buscamos por tres largos años sin éxito. Tuviste suerte, Tyler West, eres el donante de esperma. Te felicito por tu hazaña, sin embargo, no esperes ser algo más. Te caerás de culo si continúas por ese camino.—Si