Capítulo veintitrés. Dile la verdad Tyler había terminado la grabación del programa antes de lo previsto y en vez de marcharse hacia el restaurante, había decidido salir en busca de la madre su hijo. Deseaba darle una sorpresa y llevarla a una cita improvisada. No obstante, el sorprendido había sido él al encontrarse la escena protagonista por el imbécil de Ernesto y su Diane, ¡su Diane!—No es lo que parece — intentó explicar Diane.—Sí, sí lo es — intervino Ernesto, aprovechando la oportunidad que se le presentaba.—¡Cállate y sal de aquí! — espetó su jefa furiosa —. Tyler, escucha…—¡Dile la verdad, Diane! Lo que querías de él ya lo tienes.—¿De qué hablas? — ella lo empujó sin dejar de observar a su actual pareja. Aquello era el colmo, su ex novio había perdido la razón. La culpa era suya, puesto que debía haber tomado cartas en el asunto hacía mucho tiempo.—Eso mismo me pregunto yo — intervino Tyler, contemplando la escena incrédulo.¿Cómo era posible que la inteligente de Dian
Capítulo veinticuatro. Se echó a perder todo—¿Estás bien? — preguntó Tyler rozando el desespero —. ¿El bebé? ¿Te duele algo?—¡¿Cómo voy a estar bien?! — exclamó ella demasiado alterada, sin apartar los ojos del rostro amoratado de Ernesto —. ¡Animal, bruto, imbécil! — no hallaba un calificativo adecuado para su antigua pareja, a quien ahora no lograba reconocer. Tal parecía que nunca había llegado a conocer su verdadera personalidad. Pero, ¿qué podía esperar de un sujeto que se acostaba con zorras en su propia cama mientras planeaba bebés con ella en el mismo lugar? —. ¡Fuera de aquí, idiota!—Diana… — el agresor trató de llegar a ella, pero la fiereza en la mirada de su oponente le amilanó. Era el chef quien parecía un animal a punto de descuartizar a su presa.—No te atrevas —bla voz gélida de Tyler hizo temblar hasta las paredes en aquella sala. Quería matar al hombre frente a él, cortarle la cabeza para después arrancarle las entrañas. No obstante, la madre de su hijo era la pri
Capítulo veinticinco. Lo quiero Diane observó los ojos castaños de su hermano pequeño, estos ya habían comenzado a aclarar y muy pronto serían tan grises como los suyos. Se preguntó si los del bebé que llevaba en el vientre tendrían el mismo color. Luego, se sorprendió al descubrir su inconformidad ante la idea. Amaría a su hijo de igual forma, pero en lo más profundo de su ser, deseaba ver en él los ojos de su padre; esos que habían logrado cautivarla desde aquel primer fortuito encuentro en el bar. Ella suspiró mientras apretaba al menor de la familia de la Concepción entre sus brazos, esperando obtener consuelo con el dulce aroma del bebé. Era hora de admitir que echaba de menos a Tyler. Llevaba cuatro días sin verle y aquello le parecía una eternidad. Necesitaba sus besos, sus caricias, su piel cálida para resguardarse de las noches invernales. Tyler se había convertido en algo más que su pareja o el padre de su hijo; se había vuelto el centro de su mundo. Diane siempre había
Capítulo veintiséis. Un medio para un fin Al llegar a la oficina, lo primero que encontró Diane fue una canasta con desayuno calentito dentro. No pudo evitar la sonrisa que se dibujó en su rostro al rozar la corona dorada en forma de logotipo con los dedos. Sin importar las diferencias o la distancia entre los dos, Tyler continuaba preocupándose por ella y por el bebé. Ya no le cabían dudas, amaba a ese hombre con toda su alma y se lo diría. Diane se sentía capaz de gritarlo a los cuatro vientos… no obstante, antes debía cerrar su pasado y terminar los asuntos pendientes de una vez por todas. —Marta, informa a Ernesto que solicito su presencia — ordenó a su secretaria mientras probaba la fruta. Se habían convertido en su único sustento por las mañanas, puesto que era lo único que no devolvía en el váter. —El señor Corzo no ha llegado todavía, señorita. La ejecutiva frunció el ceño. Su ex novio nunca llegaba tarde, ni siquiera cuando se pasaba de copas o por asuntos de faldas. Er
Capítulo veintisiete. Hasta dónde es capaz de llegar Tyler se quedó perplejo al escuchar semejante declaración. Sospechaba que, a pesar de las cuestionables intenciones del tipejo, había algo de verdad en aquellas palabras.No. No era posible.Aquel idiota mentía. Tenía que ser una mentira.—Es lo que siempre ha querido — Ernesto continuó explicando —. Lleva años tratando de tener uno y yo no fui su primer prospecto a padre. No somos más que su banco de esperma y te informo que ha cambiado de donante muchas veces. Así como yo no fui el primero, ten claro que tú no serás el último. No sé cómo se dio lo de ustedes, pero puedo asegurarte que ese bebé alojado en su vientre ha sido fríamente planeado... Aunque creo que ni siquiera ella esperaba tan buenos resultados. Nosotros lo buscamos por tres largos años sin éxito. Tuviste suerte, Tyler West, eres el donante de esperma. Te felicito por tu hazaña, sin embargo, no esperes ser algo más. Te caerás de culo si continúas por ese camino.—Si
Capítulo veintiocho. Si no es conmigo, no será con nadieDiane le cruzó la cara a su ex novio con un estruendoso bofetón, borrando la estúpida alegría en la expresión del mismo.—¿Te has vuelto loca? — exclamó él colérico, llevándose una mano a la mejilla. El escozor en la zona golpeada indicaba que los dedos quedarían marcados en la piel por un tiempo.—¿Loca? — la joven estuvo a punto de reír como mujer histérica —. Vuelve a meterte en mi vida o siquiera acercarte a mí y verás a esta loca encerrarte en prisión por acosador. O tal vez la prisionera termine siendo yo por acabar con tu miserable existencia.—Ah, entiendo — el ejecutivo recuperó la compostura con su habitual cinismo —. ¿Ya ese cocinero de pacotilla te fue con el cuento?—¿Y qué esperabas? — bufó la muchacha. Encima ese energúmeno le echaba la culpa a Tyler de su desfachatez —. ¿Que se alejara de mí para dejarte el camino libre? No sabía que aparte de idiota y sordo, también eres iluso.—Si te lo dijo es porq
Capítulo veintinueve. Instintos asesinos reactivados. Tyler se encontraba en el estudio de grabación de su programa cuando recibió la terrible noticia. 'Un accidente' La madre de su hijo había sufrido un accidente automovilístico. —Tengo que irme. Apenas terminó la llamada, dejó el programa a medias y marchó hacia el hospital. Nada en el mundo era más importante que Diane, la mujer que amaba. Salió del ascensor con el alma en vilo. Todavía no conocía la gravedad de la situación, pero nada que implicara las palabras 'accidente automovilístico' y 'emergencias' podía ser bueno. Los oídos le pitaban como si tuviera la tensión arterial por los cielos y la sola idea de perderla a ella o al bebé le aterraba. 'No', se negó a pensar en ello. En la Sala de Espera se encontró con Ana Lucía y Fernando en las mismas condiciones. Todos estaban asustados y muy preocupados por la joven empresaria accidentada. —¿Qué sucedió? — indagó el chef tiempo después, una vez pudo volver a sus sentido
Capítulo treinta. Destruir a un hombre.Tyler hubiese matado a Ernesto de no haber sido por la intervención de su aún suegro Fernando y el personal de seguridad del edificio que se tuvo que sumar a Fernando para separar a Ernesto de las garras del inglés. —¡Cálmate, West! — le exigió Fernando ejerciendo más fuerza sobre el agarre. El novio de su hija se encontraba fuera de control —. No vale la pena. ¡Tyler! ¡Escucha! — lo zarandeó para hacerle reaccionar —. No desgracies tu vida por ese infeliz. Mi hija y mi nieto te necesitan. ¿Me oyes? Algo en las palabras del magnate hizo reaccionar al chef. Fernando, al notar a su yerno volver en sí por fin, lo soltó. Después, este último respiró con profundidad antes de dirigirse hacia su adversario nuevamente: —Te voy a denunciar, hijo de la grandísima putą. Voy a destruir tu vida y voy a lograr que recuerdes mi nombre durante muchos años — la amenaza fue clara —. Te arrepentirás de haberte cruzado en mi camino por el resto de tu miserable e