Capítulo veintiséis. Un medio para un fin Al llegar a la oficina, lo primero que encontró Diane fue una canasta con desayuno calentito dentro. No pudo evitar la sonrisa que se dibujó en su rostro al rozar la corona dorada en forma de logotipo con los dedos. Sin importar las diferencias o la distancia entre los dos, Tyler continuaba preocupándose por ella y por el bebé. Ya no le cabían dudas, amaba a ese hombre con toda su alma y se lo diría. Diane se sentía capaz de gritarlo a los cuatro vientos… no obstante, antes debía cerrar su pasado y terminar los asuntos pendientes de una vez por todas. —Marta, informa a Ernesto que solicito su presencia — ordenó a su secretaria mientras probaba la fruta. Se habían convertido en su único sustento por las mañanas, puesto que era lo único que no devolvía en el váter. —El señor Corzo no ha llegado todavía, señorita. La ejecutiva frunció el ceño. Su ex novio nunca llegaba tarde, ni siquiera cuando se pasaba de copas o por asuntos de faldas. Er
Capítulo veintisiete. Hasta dónde es capaz de llegar Tyler se quedó perplejo al escuchar semejante declaración. Sospechaba que, a pesar de las cuestionables intenciones del tipejo, había algo de verdad en aquellas palabras.No. No era posible.Aquel idiota mentía. Tenía que ser una mentira.—Es lo que siempre ha querido — Ernesto continuó explicando —. Lleva años tratando de tener uno y yo no fui su primer prospecto a padre. No somos más que su banco de esperma y te informo que ha cambiado de donante muchas veces. Así como yo no fui el primero, ten claro que tú no serás el último. No sé cómo se dio lo de ustedes, pero puedo asegurarte que ese bebé alojado en su vientre ha sido fríamente planeado... Aunque creo que ni siquiera ella esperaba tan buenos resultados. Nosotros lo buscamos por tres largos años sin éxito. Tuviste suerte, Tyler West, eres el donante de esperma. Te felicito por tu hazaña, sin embargo, no esperes ser algo más. Te caerás de culo si continúas por ese camino.—Si
Capítulo veintiocho. Si no es conmigo, no será con nadieDiane le cruzó la cara a su ex novio con un estruendoso bofetón, borrando la estúpida alegría en la expresión del mismo.—¿Te has vuelto loca? — exclamó él colérico, llevándose una mano a la mejilla. El escozor en la zona golpeada indicaba que los dedos quedarían marcados en la piel por un tiempo.—¿Loca? — la joven estuvo a punto de reír como mujer histérica —. Vuelve a meterte en mi vida o siquiera acercarte a mí y verás a esta loca encerrarte en prisión por acosador. O tal vez la prisionera termine siendo yo por acabar con tu miserable existencia.—Ah, entiendo — el ejecutivo recuperó la compostura con su habitual cinismo —. ¿Ya ese cocinero de pacotilla te fue con el cuento?—¿Y qué esperabas? — bufó la muchacha. Encima ese energúmeno le echaba la culpa a Tyler de su desfachatez —. ¿Que se alejara de mí para dejarte el camino libre? No sabía que aparte de idiota y sordo, también eres iluso.—Si te lo dijo es porq
Capítulo veintinueve. Instintos asesinos reactivados. Tyler se encontraba en el estudio de grabación de su programa cuando recibió la terrible noticia. 'Un accidente' La madre de su hijo había sufrido un accidente automovilístico. —Tengo que irme. Apenas terminó la llamada, dejó el programa a medias y marchó hacia el hospital. Nada en el mundo era más importante que Diane, la mujer que amaba. Salió del ascensor con el alma en vilo. Todavía no conocía la gravedad de la situación, pero nada que implicara las palabras 'accidente automovilístico' y 'emergencias' podía ser bueno. Los oídos le pitaban como si tuviera la tensión arterial por los cielos y la sola idea de perderla a ella o al bebé le aterraba. 'No', se negó a pensar en ello. En la Sala de Espera se encontró con Ana Lucía y Fernando en las mismas condiciones. Todos estaban asustados y muy preocupados por la joven empresaria accidentada. —¿Qué sucedió? — indagó el chef tiempo después, una vez pudo volver a sus sentido
Capítulo treinta. Destruir a un hombre.Tyler hubiese matado a Ernesto de no haber sido por la intervención de su aún suegro Fernando y el personal de seguridad del edificio que se tuvo que sumar a Fernando para separar a Ernesto de las garras del inglés. —¡Cálmate, West! — le exigió Fernando ejerciendo más fuerza sobre el agarre. El novio de su hija se encontraba fuera de control —. No vale la pena. ¡Tyler! ¡Escucha! — lo zarandeó para hacerle reaccionar —. No desgracies tu vida por ese infeliz. Mi hija y mi nieto te necesitan. ¿Me oyes? Algo en las palabras del magnate hizo reaccionar al chef. Fernando, al notar a su yerno volver en sí por fin, lo soltó. Después, este último respiró con profundidad antes de dirigirse hacia su adversario nuevamente: —Te voy a denunciar, hijo de la grandísima putą. Voy a destruir tu vida y voy a lograr que recuerdes mi nombre durante muchos años — la amenaza fue clara —. Te arrepentirás de haberte cruzado en mi camino por el resto de tu miserable e
Capítulo treinta y uno. Despierta mi amor Tyler cuidó a su mujer por dos largos días. No salió de la habitación en ningún momento. Solo se separaba de ella para tomar rápidas duchas en la propia estancia y se remitía a comer lo que le traían los padres de Diane o el gerente del restaurante, quien era su mano derecha.Estaba esperando a su hermano Athos que vendría a Madrid en cualquier momento. Athos no había podido partir enseguida de Londres porque acababa de tener a su tercera hija, pero desde Londres estaba manejando los hilos para hundir a Ernesto Corzo.La Corona funcionaba de maravilla sin su presencia y en cuanto al programa de televisión, al haber sido grabado previamente podía darse el lujo de retrasar la filmación al menos unos días. El productor le había concedido un plazo de dos semanas. El británico esperaba regresar antes debido a la evolución favorable que presentaba Diane, aunque no estaba de más tomarse unos días para descansar una vez superadas las circunstancias.
Capítulo treinta y dos. Casi te pierdo —De acuerdo — concilió el chef —. Hablaremos de lo que quieras… después de que te haya revisado el doctor.Como si lo hubiese llamado con el pensamiento, el especialista apareció en la puerta acompañado de una enfermera—Buenas noches — saludó con la conciliadora sonrisa que le caracterizaba —. Parece que nuestra Bella Durmiente ha despertado. ¿Cómo te sientes, Diane?Ni la propia muchacha conocía la respuesta.El médico comenzó a examinarla mientras Tyler aprovechó para notificar a la familia de la Concepción sobre las buenas nuevas. Ana Lucía y Fernando ya se encontraban dormidos, no obstante, recibieron la noticia con inmensa alegría.—¿Deberíamos ir ahora al hospital? — cuestionó la madre de la paciente un poco dudosa. Moría por ver a su hija, aunque se encontraba bien entrada en la noche.—Por mí no hay problema — contestó el británico desde el otro lado de la línea —. Sin embargo, les aconsejaría que esperasen a mañana, ya es bastante tard
Capítulo treinta y tres. El bebé milagro La muchacha se acomodó mejor sobre los almohadones e inhaló con profundidad. La conversación sería larga. —Todo esto tiene hasta gracia — comenzó con una estrambótica broma —. Llevo más de diez años planeando tener un hijo. Lo he intentado muchas veces y con varios hombres… — el inglés se tensó ante su declaración, pero la dejó continuar. Necesitaban llegar hasta el fondo del asunto —, excepto contigo, Tyler. Tú llegaste en el momento menos esperado, cuando había echado por tierra mis ilusiones… Le contó toda la historia: sus problemas médicos, las escasas probabilidades de quedar embarazada, los tratamientos de fertilidad con ínfimas posibilidades de éxito. También le narró a grandes rasgos la relación con Ernesto, el trágico accidente de Fernando y la aparatosa ruptura con el primero unos meses después. Y entonces, llegó a la noche en aquel bar, la noche que había decidido olvidar sus problemas y dejarse llevar. Le confesó las sensacione