Capítulo veintinueve. Instintos asesinos reactivados. Tyler se encontraba en el estudio de grabación de su programa cuando recibió la terrible noticia. 'Un accidente' La madre de su hijo había sufrido un accidente automovilístico. —Tengo que irme. Apenas terminó la llamada, dejó el programa a medias y marchó hacia el hospital. Nada en el mundo era más importante que Diane, la mujer que amaba. Salió del ascensor con el alma en vilo. Todavía no conocía la gravedad de la situación, pero nada que implicara las palabras 'accidente automovilístico' y 'emergencias' podía ser bueno. Los oídos le pitaban como si tuviera la tensión arterial por los cielos y la sola idea de perderla a ella o al bebé le aterraba. 'No', se negó a pensar en ello. En la Sala de Espera se encontró con Ana Lucía y Fernando en las mismas condiciones. Todos estaban asustados y muy preocupados por la joven empresaria accidentada. —¿Qué sucedió? — indagó el chef tiempo después, una vez pudo volver a sus sentido
Capítulo treinta. Destruir a un hombre.Tyler hubiese matado a Ernesto de no haber sido por la intervención de su aún suegro Fernando y el personal de seguridad del edificio que se tuvo que sumar a Fernando para separar a Ernesto de las garras del inglés. —¡Cálmate, West! — le exigió Fernando ejerciendo más fuerza sobre el agarre. El novio de su hija se encontraba fuera de control —. No vale la pena. ¡Tyler! ¡Escucha! — lo zarandeó para hacerle reaccionar —. No desgracies tu vida por ese infeliz. Mi hija y mi nieto te necesitan. ¿Me oyes? Algo en las palabras del magnate hizo reaccionar al chef. Fernando, al notar a su yerno volver en sí por fin, lo soltó. Después, este último respiró con profundidad antes de dirigirse hacia su adversario nuevamente: —Te voy a denunciar, hijo de la grandísima putą. Voy a destruir tu vida y voy a lograr que recuerdes mi nombre durante muchos años — la amenaza fue clara —. Te arrepentirás de haberte cruzado en mi camino por el resto de tu miserable e
Capítulo treinta y uno. Despierta mi amor Tyler cuidó a su mujer por dos largos días. No salió de la habitación en ningún momento. Solo se separaba de ella para tomar rápidas duchas en la propia estancia y se remitía a comer lo que le traían los padres de Diane o el gerente del restaurante, quien era su mano derecha.Estaba esperando a su hermano Athos que vendría a Madrid en cualquier momento. Athos no había podido partir enseguida de Londres porque acababa de tener a su tercera hija, pero desde Londres estaba manejando los hilos para hundir a Ernesto Corzo.La Corona funcionaba de maravilla sin su presencia y en cuanto al programa de televisión, al haber sido grabado previamente podía darse el lujo de retrasar la filmación al menos unos días. El productor le había concedido un plazo de dos semanas. El británico esperaba regresar antes debido a la evolución favorable que presentaba Diane, aunque no estaba de más tomarse unos días para descansar una vez superadas las circunstancias.
Capítulo treinta y dos. Casi te pierdo —De acuerdo — concilió el chef —. Hablaremos de lo que quieras… después de que te haya revisado el doctor.Como si lo hubiese llamado con el pensamiento, el especialista apareció en la puerta acompañado de una enfermera—Buenas noches — saludó con la conciliadora sonrisa que le caracterizaba —. Parece que nuestra Bella Durmiente ha despertado. ¿Cómo te sientes, Diane?Ni la propia muchacha conocía la respuesta.El médico comenzó a examinarla mientras Tyler aprovechó para notificar a la familia de la Concepción sobre las buenas nuevas. Ana Lucía y Fernando ya se encontraban dormidos, no obstante, recibieron la noticia con inmensa alegría.—¿Deberíamos ir ahora al hospital? — cuestionó la madre de la paciente un poco dudosa. Moría por ver a su hija, aunque se encontraba bien entrada en la noche.—Por mí no hay problema — contestó el británico desde el otro lado de la línea —. Sin embargo, les aconsejaría que esperasen a mañana, ya es bastante tard
Capítulo treinta y tres. El bebé milagro La muchacha se acomodó mejor sobre los almohadones e inhaló con profundidad. La conversación sería larga. —Todo esto tiene hasta gracia — comenzó con una estrambótica broma —. Llevo más de diez años planeando tener un hijo. Lo he intentado muchas veces y con varios hombres… — el inglés se tensó ante su declaración, pero la dejó continuar. Necesitaban llegar hasta el fondo del asunto —, excepto contigo, Tyler. Tú llegaste en el momento menos esperado, cuando había echado por tierra mis ilusiones… Le contó toda la historia: sus problemas médicos, las escasas probabilidades de quedar embarazada, los tratamientos de fertilidad con ínfimas posibilidades de éxito. También le narró a grandes rasgos la relación con Ernesto, el trágico accidente de Fernando y la aparatosa ruptura con el primero unos meses después. Y entonces, llegó a la noche en aquel bar, la noche que había decidido olvidar sus problemas y dejarse llevar. Le confesó las sensacione
Capítulo treinta y cuatro. Un mal episodio Diane llevaba rato sintiendo la caricia en su mano derecha sumada a un tenue cuchicheo. Sin embargo, sentía demasiada pereza como para abrir los ojos. La noche anterior le habían informado que había estado tres días sin conocimiento debido a un pequeño trauma en el cráneo, el cual había obtenido en el accidente. En las últimas ochenta horas solo se había encontrado despierta unas pocas dos o tres cuando recién despertó la noche anterior. No obstante, Diane sentía que no había descansado en largos años. Estuvo divagando entre la inconsciencia y la vigilia un buen tiempo hasta que por fin encontró las fuerzas — y las ganas — para lograr mover sus párpados. Al alzar su vista por completo, se tropezó con un par de esferas esmeraldas, cuyos destellos dorados parpadeaban como las luces de navidad. La muchacha creía que la habían trasladado de lugar para llevarla a contemplar un maravilloso espectáculo. ¿Cómo era posible causar tantas sensacion
Capítulo treinta y cinco. El poder y la ira de los Stratos Tyler no estaba preparado para la escena que se encontró en el aeropuerto. Porque del avión no solo había salido su hermano Athos, sino su esposa Lily con sus tres hijos, su hermana Thalia con su marido Praxis y sus hijos… Toda la familia… ¡Toda la familia Stratos West había venido a Madrid! —Pero… — Tyler se quedó sin habla, sin saber exactamente que decir —. ¿Qué hacen todos aquí? —Necesitabas a tu familia — fue Thalia quien tomó la palabra mientras le daba un enorme abrazo de nostalgia —. Y te echábamos de menos. ¿Por qué no me llamaste? Me afectó bastante que recurrieras al cabeza hueca de Athos y no a mí. —Emmm… — Tyler luchó contra sí mismo para recuperar la compostura y volver a su postura normal de siempre —, con todo respeto hermanita, lo que yo quería de Athos tú no me lo podías dar. —¡Eso suena a infidelidad! — lo señaló su hermana de manera acusatoria mientras el hermano de ambos se burlaba de ellos dos y
Capítulo treinta y seis. El comienzo de una nueva vida Dos días más tarde, Diane fue liberada de su calvario. Puso los ojos en blanco cuando vio a la enfermera traer la silla de ruedas. Sin embargo, ante la imponente mirada de su novio, se sentó sin chistar para luego ser guiada por él hacia la salida. Ella no imaginó que agradecería estar sentada. Porque cuando las inmensas puertas correderas se abrieron, algo en su interior hizo que se le hiciera difícil respirar El miedo se filtró entre sus venas, el nudo en su garganta le impidió aún más la respiración y mientras pequeñas motas negras empataban su vista, supo que sentía temor. Por su familia, por el bebé, por perder lo que había estado buscando por tantos años y no quería siquiera pensar en la terrible posibilidad de que fuera su última oportunidad. Alzó la vista hacia el hombre que amaba, el hombre que no quería decepcionar y él supo al instante cómo se sentía. Tyler corrió hasta caer de rodillas frente a ella, estrechando