Dana.
El día está caluroso, el sudor rueda por mi frente y mi cabello se pega a las zonas mojadas de mi rostro y cuello. Por comodidad o más bien para respirar aire libre, decidí recostarme en la hierba del jardín. Anya mi cachorra, corre libre, saltando de un lado a otro, con energía interminable y luego estoy yo, que me canso subiendo las escaleras.
Los gritos de mi esposo se escuchan por toda las casa «y sí, eso implica el jardín»
—¡Ross, Concha e tú madre! —grita a todo pulmón desde su habitación.
Supongo que se encuentra jugando ese juego de competencias llamado Fall Guy o algo parecido.
El trabajo de Peter, consiste en hacer directos o streaming en una aplicación cuyo nombre es Twitch. Tiene a mucha gente siguiéndolo, pero lo más importante es que se divierte haciendo lo que ama... estar sentado en una silla, gritar y pasar horas jugando a juegos algo ridículos, pero entretenidos.
Por mi parte, sigo mi pasión, la cual es pintar y dibujar. Soy buena en lo que hago, por lo tanto tengo seguidores, pero siendo sincera mi sueño no es ser reconocida o admirada, solo quiero hacer lo que amo y divertirme en el camino.
El despampanante sonido del timbre, me obliga a levantarme.
No debe ser alguien importante ya que es lunes y los lunes suelen ser solitarios por aquí.
Mis paso son como los de una borracha en pleno diciembre, pero quién ose a juzgarme que tire la primera piedra.
Al aproximarme a la puerta me doy cuenta que una melena rubia resalta tras la puerta de cristal traslucido.
Juro que siento un paro al miocardio.
¿Acaso es esa rubia? porque si es la rubia que tengo en mente, no son las mejores fachas para recibirla.
Siendo sigilosa mire a través del ojo mágico, el cual refleja a una rubia de ojos azules. Y sí caballas y damos, se trata nada más y nada menos que mi querida suegra.
Me siento avergonzada: al tener que recibirla de esta manera, pero puta, es mi casa y de alguna forma es su culpa por no avisar. Así que sin darle más vueltas al asunto solo abro la puerta.
La señora de ojos azules y cabellos dorados, me sonríe a la par que me abraza.
—Hola —digo apenada con una mínima sonrisa —. Julia, no sabía que vendría.
La rubia hace un desdén con una de sus manos.
—Sé que debí haberte avisado, pero te llamé varias veces y no me respondías, y pensé: Está nena seguro que dejó el celu en el cuarto del aweonao de mi hijo. —dice con un marcado acento chileno. Apenas y puso un pie en la casa nota los gritos de Peter, los cuales la hacen reír—. ¿Cómo van? aveces veo los vídeos de Peter. Se nota mucho que se divierte, ¿pasa lo mismo contigo?, ¿te estás divirtiendo?
Julia se sienta en el sofá de la sala mientras busca lo que supongo debe ser un cigarrillo en su bolso. Sigo sin creer que Peter haya salido de la vagina de esa mujer. ¡Es que son muy diferentes! creo que la única cosa que tienen en común es el jugo de mango.
Al ver que espera una respuesta, le regalo la mejor sonrisa que tengo y le muestro la foto que nos tomamos el fin de semana pasado. En la fotografía estábamos Peter y yo, junto a nuestros bebés.
—Bob parece que quiere matarlos —dice Julia mientras señala al gato de rayas anaranjadas, que para ese momento tenía un suéter que decía I'm bad boy—. Ese gato, la verdad no entiendo cómo lo pueden cargar así de fácil, la vez pasada intenté cargarlo y casi me quitó los ojos.
—Con Peter queremos pensar en nuestro futuro.
La mujer se ahogó con el humo del cigarrillo que tenía en la boca.
—¿Un bebé? ¿Se les safo un tornillo? bebés, no, aunque no lo creas no quiero ser abuela —dijo apunto de saltar y empezar a zarandearme.
—Nah tranquila, en realidad... no sabemos si nos mudaremos —digo sentándome a su lado.
Julia ríe y suspira.
—Ay po. No me hables así de lento, juro que casi me da un infarto —. Julia inhaló otra calada de humo y prosiguió a hablar—. Pensando aquí locuras. ¿No quieres wawas?
Esa pregunta me hace tensar los músculos. Mi mirada está fija en el suelo, ya que no me atrevo a mirarla a los ojos, porque estoy segura que sabría leer lo que estoy pensando.
—¿Hormonas? —pregunta a la par que con suavidad toca mi cara y aparta el cabello de mis ojos—. Oh linda ya sé que es lo que te sucede.
Con sus delgados brazos me envuelve en un fuerte abrazo, siento mis ojos picar pero trato por todos los medios, de no llorar.
—Mi niña... sé que has pasado por muchas cosas, y desde que te conozco eh tratado que me veas como una madre, sí tienes algo que contarme puedes hacerlo —. Sus palabras son sinceras incluso puedo ver cómo sus ojos se cristalizan por breves momentos.
Sin poder más, solo me abro y suelto todo lo que tengo atrapado en el pecho:
—Julia, no puedo mentirte... desde que el otro día fuimos a jugar a la calle con los vecinitos e sentido algo en mi pecho... algo raro —digo hipando a la par que trato de controlar la mucosidad que apareció en mi nariz.
—¿Viste a Peter, cargando a un bebé? —pregunta Julia mientras peina mi cabello.
Asiento: ver a Peter cargando a un bebé y verlo actuar de forma paternal, hizo que se activará eso que llaman reloj biológico o una m****a así.
—Ay nenita, es normal, a mí me paso con el papá de los gemelos y eso que el grado de romanticismo de ese hombre era regalarme pan tieso.
Su comentario me hizo reír, un peso salió de mis hombros. Supongo que por eso dicen que hablar siempre es bueno.
—Peter no quiere tener hijos y debo respetar eso —respondo jugando con sus manos.
Julia niega y dio por terminada su trenza en mi cabello para luego rebatir:
—¿Alejandro? Alejandro apenas y sabe que vive en el planeta tierra, estoy segura de que sí le incites termina encantado con la idea de una nenita con tus ojitos —. Julia me da un beso en el lateral de la cabeza y sonríe—. Ustedes serán siempre mis bebés, por eso me aterra que tengan hijos, pero, ¿sabes algo? es su relación y ustedes deciden si van o no a tener.
Sonrío y la abrazo.
Anya corre hacia Julia y se lanza sobre Julia para lamerle la cara.
—¡Anya! —grita entre risas Julia.
Definitivamente amo a mi suegra.
Dana:25 años. Peter:24 años.
Un año y medio casados.
No hay nada como el hogar.Dana.Estamos cenando en la mesa de la cocina, Peter termino su trasmisión, y ahora se encuentra contándonos a su madre y a mí, lo que ha hecho.Peter de mete una cucharada de arroz a la boca y cuenta con emoción:—Le dije que me lo chupara, porque es obvio que le gané —. Peter se nota orgulloso, estoy feliz de que haga algo que ama—. También reaccionamos a South park. Fue muy divertido, aunque extraño que Ross esté a la vuelta de la esquina, ya quiero que acaben sus vacaciones —. Habla con la boca llena.Julia y yo lo escuchamos con atención.—Awenao no hables con la boca llena —. Reprende Julia—. Entiendo, sé que debes extrañar a tu mejor amigo.Peter hablar sin parar, al tener tdah tiene algunos problemas al ser muy distraído y energético. Tal vez por eso Julia y yo tratamos de darle toda nuestra atención, para que luego no se sienta ignorado.Arrugo la cara y lo apunto vacilando.—Sí claro, no me como ese cuento, te conozco enano y eres un falso que es c
Tengamos un bebé. Dana Hace un rato que estoy despierta, pero no quiero desconcentrar a Peter, él cual tiene su portátil en las piernas anotando ideas para nuevos videos. Tiene puesto sus lentes de lectura por los cuales se refleja la pantalla del aparato. Sus labios tararean el ritmo de alguna canción. Conociéndolo, segura es una romántica o una de esas salvajes que hablan sobre coger culos. Se ve muy sexy, la forma en como se acomoda los lentes y re lame sus labios... es muy apetecible. Su cuerpo delgado, pero a la vez tonificado esta cubierto por un suéter de tela gruesa color negro y un pantalón pijama. —Dana... me pones nervioso con tu mirada que me devora —dice despreocupado mientras se quita los lentes y me mira. Cubro mi rostro, para que no note que me sonroje. Su mirada está estática en mí, como si me hubiera cachado haciendo algo malo. —¿No ves que estoy dormida? —digo entre risas que se ahogan en la gruesa sabana. Peter mueve las frazadas, provocando que mi cara qu
PeterSostengo el cabello de Dana, la cual vomita en el inodoro.—La próxima mejor pedimos pizza. Creo que esa carne estaba en mal estado —digo mientras busco una toalla para que se seque.Dana niega a la par que se levanta y abre la llave del lavamanos.—Creo que esta vez, fueron las caraotas de tú mamá —respondió segura de lo que decía.Asiento dándole la razón: ya que mi madre no era una experta en el arte culinario. Mis hermanos y yo los sabemos de sobra... hasta me dan escalofríos de solo pensar en esas tardes donde no podía abandonar el baño.Dana luego de mojar su cara, recoge su cabello en una cola alta. —También eh sentido asco a la carne, creo que me estoy volviendo vegetariana sin querer —dice secándose la cara con la toalla que le busque.Sin prestarle mucha atención, dejamos el tema atrás, Dana tiene algún tiempo con ese tipo de vómitos, pero seguro no debe ser algo grave. Dana va al segundo piso a buscar una camisa nueva y yo me dirijo a la sala donde se encuentra mi h
Dana.Al principio del embarazo, cuando apenas nos enteramos que estaba embarazada, fue bonito. Hasta que empezaron los mareos, antojos y vómitos y ojo al dato que sí antes eran constantes, para ese momento era fácil verme de cabeza en el inodoro.—Que asco —dije a la par que me lavaba la cara, Peter quién me sostenía el cabello se asomó a ver mi vómito.—Wow, ¡hasta tu vómito es bonito! —dijo sin asco alguno mientras bajaba la cadena del inodoro.A pesar de todo, los vómitos no eran la peor parte. Para mí, ver a Peter preocupado era mi constante cadena.—¿Qué pensaba cuando te pedí un bebé? Maldición —maldije a la par que me sentaba en el suelo de la cocina.Mi esposo se sentó a mi lado mientras sonreía y me acercaba un pedazo de pizza a la cara.—¿Quieres un poco más? —. Su sonrisa me persuadió por poco, pero al sentir una arcada subir por mi garganta, me negué.—Nah, no tengo hambre, por ahora solo quiero refresco —dije jugando con la alfombra.Peter arrugó la nariz a la par que pu
Peter —¿Entoces... dices que no puedes? —dice Ross mientras me regala una mirada de mala muerte.No le tengo miedo al diablo, así que niego.—Ya te dije que no voy a hablar con ella —digo mientras apunto por el gran ventanal la tienda de computadoras.Ross intenta ponerme ojitos de cachorro.—¡Anda! ¿Qué te cuesta? —se queja mientras me quita el café en un intento de berrinche—: Solo tienes que echarle un poco de café a tú compu y verás como se hace la magia.Nada más escucharlo decir tal estupidez hace que me enfade. —¿Tienes tierra en el poco cerebro que tienes? No voy a dañar a mi bebé —digo con enfado.Ross se pasa una de sus manos por el pelo y entre cierra los ojos.—Ah, tranquilo. Aquí es cuando me doy cuenta que no eres mi verdadero mejor amigo —dice mientras me apunta.Suspiro contando hasta seis y tomo una de sus manos.—Te conozco, casi desde que saliste de las bolas de tú padre. Tus trucos de manipulación no sirven en mí —digo con una sonrisa en el rostro.Ross vuelve a a
Dana.—Y así fue que me di cuenta, que van todos los días a la misma hora —. Claudia habla con gran fascinación de un chico rubio.También ha descrito otras cosas, pero a decir verdad, me aburrí cuando comenzó a contar lo guapo y atractivo que era.La tienda de su hermano está vacía hoy, por esa razón estamos sentadas mientras hablamos un poco.Claudia viste su uniforme el cual acompaña con dos moñitos y mucha brillantina.Desde el verano pasado cuando su hermano pudo abrir esta tienda, Claudia viene a ayuda y por eso en ocaciones me paso por aquí y saludo, y aveces vengo a pasar el rato.Solo que hoy, hoy no me siento muy bien tampoco tengo ganas de escuchar la historia del chico rubio ni de tampoco como le sonrío ni nada de esas mierdas.—Solo diré dos cosas: ¿Cómo se te ocurrió, ponerte brillantina en el pelo? —. Sorbo lo último que queda de mi refresco y la apunto con obviedad—. Te va a costar quitártelo.Claudia se cruza de brazos, suspira y me devuelve una mirada que bien podría
Peter.—¿Qué haces? —. Veo a Dana saltar tratando de alcanzar una estantería.Dana es alta, pero la estantería lo es más. Me divierte ver cómo da pequeños saltos y aún así no logra llegar. Cuando se da cuenta que me estoy riendo de ella, deja de saltar y me mira con diversión.—¿Te acuerdas de ese libro que me prestaste hace tiempo? —. Dana responde mi pregunta con otra incógnita. La verdad no recuerdo de que libro habla.El pelo de Dana está suelto, siempre lo ha tenido corto, dice que es porque le da calor, pero aquí entre nosotros, es porque le da flojera peinarse. —La verdad, no recuerdo —. Termino de bajar las escaleras y me acerco a ella.Para de saltar y me mira con los brazos cruzados.—El de... ya sabes —niego, porque esa descripción solo me confundió más—. El de los animalitos, el que tenía varios animalitos —. Dana murmura como si estuviera planeando algo.—¡Ah! Estas hablando de Doki descubre —digo recordando cuando se lo preste. Ella me apunta y asiente varias veces.El
CoffeeMartina camina de un lado a otro mientras intenta que las personas le hagan caso.Hace mucho tiempo que vivimos por aquí, es aburrido tener que esperar a que termine su trabajo, pero eh encontrado la forma de distraerme.En el puesto de verduras del amigo de Martina hay muchos huecos donde cae agua de lluvia y cuando los autos pasan, hacen que el agua se mueva como si fueran olas como las de las playa, así que puedo imaginar que allí hay personas pequeñas nadando. Hace mucho frío, siento mis dientes castañear y mis manos se sienten raras.Hace algún tiempo que vivo con Martina, aunque siendo sincera era mucho mejor vivir con mi mamá.Por alguna razón no puedo recordarla, pero sí recuerdo su manera tan dulce de ser y sus cuentos.Me siento mal por no recordarla, debería al menos recordar su rostro... pero no puedo.Ni siquiera recuerdo mi nombre... o quién era cuando no vivía junto a Martina, pero en ocaciones suelo imaginarme a mi misma siendo como un príncipe de un cuento, ma