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Tengamos un bebé.

Dana

Hace un rato que estoy despierta, pero no quiero desconcentrar a Peter, él cual tiene su portátil en las piernas anotando ideas para nuevos videos.

Tiene puesto sus lentes de lectura por los cuales se refleja la pantalla del aparato.

Sus labios tararean el ritmo de alguna canción. Conociéndolo, segura es una romántica o una de esas salvajes que hablan sobre coger culos.

Se ve muy sexy, la forma en como se acomoda los lentes y re lame sus labios... es muy apetecible.

Su cuerpo delgado, pero a la vez tonificado esta cubierto por un suéter de tela gruesa color negro y un pantalón pijama.

—Dana... me pones nervioso con tu mirada que me devora —dice despreocupado mientras se quita los lentes y me mira.

Cubro mi rostro, para que no note que me sonroje. Su mirada está estática en mí, como si me hubiera cachado haciendo algo malo.

—¿No ves que estoy dormida? —digo entre risas que se ahogan en la gruesa sabana.

Peter mueve las frazadas, provocando que mi cara quedé al descubierto para luego poner su portátil en la mesita de noche.

—Hace rato mi hermana, llamó y me contó sobre su novia —cuenta a la par que se quita los audífonos, se acerca a mí y me abraza recostado su cabeza en mi pecho —. Dani, me sentí muy mal, porque literal fui el último en enterarme ¿acaso no confía en mí?

Rodando me acomodo y pongo mi cabeza sobre su pecho.

—Feo, no es tú culpa. Eres el tesoro de tu familia, tú hermana te ama, pero ¿recuerdas a Camila? literalmente le contaste a todo el mundo que eran novias —. Recordé a la par que escucho su corazón latir—. Sí, sé y estoy consciente que no soy la más adecuada guardando secretos, pero me ganas.

Peter suspira y empieza a jugar con mi cabello.

—Bueno, pero me sentía orgulloso de mi hermana ¿me culpas por eso?

Asiento y levanto la cara para mirarlo a los ojos.

—No tiene nada de malo sentirse orgulloso, pero, ¿tenías que poner un reggaetón que hablaba sobre lo mucho que cogían?

Peter abre la boca para decir y algo, pero al ver que mi argumento es muy bueno la vuelve a cerrar y me da la razón, con un asentimiento.

—¿No te cansas? —dice de un momento a otro y su aliento rebota en mi cara.

—¿De ser hermosa? jamás.

Peter suspira y me mira.

—En realidad de ser muy ya sabes... genuina, carismática, tienes una chispa que jamás había visto en alguien. Además que te despiertas y no tienes mal aliento.

—Lo sé, es culpa de mis progenitores, ve y reclámales por haberme hecho con tanto amor —digo bromeando y él responde riendo con entusiasmo.

Su sonrisa es grande, sus grandes hoyuelos se marcan por completo y sus mejillas se vuelven carmesí.

—Sueles llamarme sol, pero para mí, tú eres mi sol, sabes como iluminar mi vida, gracias por siquiera considerarme en tú vida.

Seguro debo iluminar la habitación tal cual una linterna de lava por lo cual trato de eludirlo con comedia.

—Tal vez te estás enamorado de mí. Cuidado que no me gustan los hombres —digo bromeando y tratando de ocultar mi cara en su pecho.

Peter encoje los hombros.

—¿Puedo besarte? —susurra mientras acerca su rostro al mío.

Alzo una de mis cejas y sonrío de lado.

—¿Qué pasó con él Alejandro atrevido?

Peter hace una mueca y me pellizca el brazo.

—La cagas, no me llames por mi segundo nombre.

—Bueno entoces... ven y callame —digo retándolo.

Peter junta nuestros labios, sus manos son rápidas y recorren mi cintura y espalda baja. Mis manos viajan a su cuello y luego bajan de nuevo a su pecho, puesto que sé que no hay nada que ame más que ser tocado y tener contacto físico.

Sus besos son lentos, delicados y deliciosos, tanto que hasta me cuesta cambiar el ritmo, ya que el roce de nuestros labios es placentero.

Muerdo su labio inferior y noto como sus ojos marrones, se vuelven profundos y de tenue color negro.

—Y-yo quiero preguntarte una locura —dice entre pequeños jadeos—. ¿Recuerdas esa clase que tomamos?

Arrugo la cara y lo miro como diciendo «¿De verdad?». Porque a decir verdad, quiero hacer de todo menos hablar.

—Peter maldición, estamos a punto de coger ¿y te pones a hablar?

Peter me hizo levantar y me sentó en su regazo.

—Maldición, Dana sabes bien que siempre me pongo nervioso, cuando te la voy a poner —. Trata de hablar serio, pero se rió al sentir las palmas de mis manos frías en contacto con su pecho—. Quiero hablar sobre la clase de ser padres.

—Okey mataste todas mis ganas de coger —digo escondiendo mi cara en el hueco de su cuello.

Peter se preocupa por hacerme sentir incomoda, así que me abraza y me da un beso en el lateral de mi cabeza.

—Solo quiero hablar del tema... porque te vi jugando con el niño de la casa del al lado y bueno noté algo en tí —dice mientras trata de darme calor, ya que seguro notó que estaba como un hielo—. ¿Te gustaría tener hijos?

Las manos me empienza a sudar y la cara a arder, me siento como cuando le pedí ser mi novio, así me sentí, con toda la adrenalina del mundo.

—¿Tú quieres? —susurro desviando la pregunta.

Peter niega a la par que me hace un piquete en las costillas con sus dedos, cosa que me hace saltar.

—No desvíes la pregunta. No es lo que yo quiera, porque estoy hablando de lo que tú quieras.

Por tonto que suene, desde hace meses eh estado fantaseando con tener un bebé. Cosa irónica porque un año atrás no quería nada que tuviera que ver con bebés, pero algo cambió al ver a Peter convivir con niños. Como si algo en mí, tuviera la necesidad de ver como seríamos como padres. Pues sí, estoy muy segura que Peter como padre sería el mejor... pero me da miedo, ser una mala madre.

—Sé que no sería una buena madre —digo mientras y él me obliga a verlo a los ojos.

Peter alza las cejas y sonríe con cierto desdén de sarcasmo.

—¡Ah, claro! —dice como si recordara algo—. Por eso es que los niños, te aman tanto... por eso es que Melissa te adora. No me mientas los niños te aman.

Cierro los ojos pensado unos segundos en lo que estaba apunto de decir, puesto que si, puede que sea una decisión impulsiva, pero si nunca lo intentamos, nunca lo sabría.

—¡Tengamos un bebé! —grito emocionada.

Peter abrió los ojos tal cual platos.

—Wow. Yo me refería a tenerlo en futuro, pero si quieres ya, no soy quien para decirte que no —dice sorprendido, pero pensando en lo mismo que yo.

El cuarto está oscuro, la única luz que tenemos es la que logra pasar a través de la ventana y la que expulsa una pequeña linterna en el fondo de la habitación, lo cual le da habiente al momento.

Me acerco a Patee y está vez soy yo quien lo besa.

—Ahora podemos empezar practicando —susurre sobre sus labios.

Nuestros besos cambiaron de ritmo, ahora son cada vez más atrevidos y audaces, la caricias sobran y ni hablar de nuestros roces.

—¡Espera! —interrumpe nuestra sección de besos, se inclina hacia la mesita de noche y torpemente toma su celular—. Deja pongo una canción adecuada para el momento y para engendrar un bebé.

Del parlante del celular empieza a sonar Sucker de los Jonas Brothers.

—Definitivamente eres un caso perdido.

Entres besos, caricias, juegos y sobre todo amor. Nos sumergimos uno en el otro, con todo lo que teníamos nos demostramos que nos queríamos sin necesitar palabras, o personas a nuestro alrededor.

Dana:26 años Peter:25 años.

Dos años casados.

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