Dana.—Y así fue que me di cuenta, que van todos los días a la misma hora —. Claudia habla con gran fascinación de un chico rubio.También ha descrito otras cosas, pero a decir verdad, me aburrí cuando comenzó a contar lo guapo y atractivo que era.La tienda de su hermano está vacía hoy, por esa razón estamos sentadas mientras hablamos un poco.Claudia viste su uniforme el cual acompaña con dos moñitos y mucha brillantina.Desde el verano pasado cuando su hermano pudo abrir esta tienda, Claudia viene a ayuda y por eso en ocaciones me paso por aquí y saludo, y aveces vengo a pasar el rato.Solo que hoy, hoy no me siento muy bien tampoco tengo ganas de escuchar la historia del chico rubio ni de tampoco como le sonrío ni nada de esas mierdas.—Solo diré dos cosas: ¿Cómo se te ocurrió, ponerte brillantina en el pelo? —. Sorbo lo último que queda de mi refresco y la apunto con obviedad—. Te va a costar quitártelo.Claudia se cruza de brazos, suspira y me devuelve una mirada que bien podría
Peter.—¿Qué haces? —. Veo a Dana saltar tratando de alcanzar una estantería.Dana es alta, pero la estantería lo es más. Me divierte ver cómo da pequeños saltos y aún así no logra llegar. Cuando se da cuenta que me estoy riendo de ella, deja de saltar y me mira con diversión.—¿Te acuerdas de ese libro que me prestaste hace tiempo? —. Dana responde mi pregunta con otra incógnita. La verdad no recuerdo de que libro habla.El pelo de Dana está suelto, siempre lo ha tenido corto, dice que es porque le da calor, pero aquí entre nosotros, es porque le da flojera peinarse. —La verdad, no recuerdo —. Termino de bajar las escaleras y me acerco a ella.Para de saltar y me mira con los brazos cruzados.—El de... ya sabes —niego, porque esa descripción solo me confundió más—. El de los animalitos, el que tenía varios animalitos —. Dana murmura como si estuviera planeando algo.—¡Ah! Estas hablando de Doki descubre —digo recordando cuando se lo preste. Ella me apunta y asiente varias veces.El
CoffeeMartina camina de un lado a otro mientras intenta que las personas le hagan caso.Hace mucho tiempo que vivimos por aquí, es aburrido tener que esperar a que termine su trabajo, pero eh encontrado la forma de distraerme.En el puesto de verduras del amigo de Martina hay muchos huecos donde cae agua de lluvia y cuando los autos pasan, hacen que el agua se mueva como si fueran olas como las de las playa, así que puedo imaginar que allí hay personas pequeñas nadando. Hace mucho frío, siento mis dientes castañear y mis manos se sienten raras.Hace algún tiempo que vivo con Martina, aunque siendo sincera era mucho mejor vivir con mi mamá.Por alguna razón no puedo recordarla, pero sí recuerdo su manera tan dulce de ser y sus cuentos.Me siento mal por no recordarla, debería al menos recordar su rostro... pero no puedo.Ni siquiera recuerdo mi nombre... o quién era cuando no vivía junto a Martina, pero en ocaciones suelo imaginarme a mi misma siendo como un príncipe de un cuento, ma
Dana.Corría por los pasillos del hospital, mis zapatos rechinaban con cada paso que daba y yo estaba con todas las alertas encendidas, hasta imaginé que había sucedió un accidente en cadena y por eso Peter estaba allí. Las manos me temblaban y sentía las piernas débiles.La recepcionista me había dado indicaciones de subir al tercer y allí estaba: más revuelta que había e' poceta.Después de tanto correr vi a Peter sentado en las bancas de espera. Se notaba preocupado, distante y nervioso. Tenía las manos entrelazas con el mentón apoyado en ellas, una de sus piernas temblaba con ansiedad y se mordía el labio con algo de fuerza.Al escuchar mis pasos volteo y al verme se levantó y corrió hacia mí, hasta que estuvo los suficientemente cerca de mí como para envolverme con sus brazos. Y no tengo idea de qué me pasó porque de repente las lágrimas empezaron a empañar mi visión y caer en su suéter una tras otra.—Fea, no llores, no soporto ver tu carita así —dijo Peter mientras me daba besit
Dana.Estábamos camino a casa. Peter conducía y yo estaba sentada en los asientos de atrás con la pequeña niña que dormía en mis brazos. Era de noche, en el hospital habíamos tenido que firmar unos cuantos papeles que nos atrasaron.Ya que se estaba haciendo tarde. Le habíamos pedido a los gemelos que fueran a buscar mi auto y así Peter, la pequeña y yo pudiéramos irnos juntos.Mi mirada estaba fija en la carita de la infante, a la cual detallaba con profundidad. Sus pestañas oscuras y largas llamaban mucho la atención, sus mejillas que casi todo el tiempo estaban rojizas parecían unas manzanas y su cabello se veía como el de Rapunzel.—Y...¿qué piensas? —preguntó Peter sacándome de mis pensamientos a la par que estacionaba el auto.Peine el cabello de la niña y le di un pequeño beso en la frente.—Al verla...me veo a mí misma, hace algunos años atrás. Débil, indefensa e inocente. Tengo la necesidad de cuidarla del mundo.Peter dió una vuelta y abrió la puerta.—Ella necesita un hogar,
Dana.Mina vive con nosotros hace ya un tiempo, desde que llegó a evolucionado mucho: ganando peso, aprendiendo las letras e incluso una que otra palabra en inglés.Pero sin dudas su mayor logro a sido ganarse el corazón de todos nuestros familiares y conocidos.En pocas palabras ya es una Blasty con todo y sus letras.Aunque aún falta adoptarla de forma legal: nuestra abogada esta en proceso de una adopción rápida, ya le han dado la autorización y solo le falta enviarnos los papeles.Veo a Mina jugar en su habitación: su cabello perdió por completo aquel color rubio y ahora es por completo azabache. Para mí sorpresa se parece mucho a Peter.Mina salta de un lado a otro emocionada por sus juguetes. Su habitación esta decorada tal cual ella quiso y no me sorprende que tenga tan buen gusto: supo mezclar azul y amarillo en perfectos tonos. —¡Mami! —dice con gran emoción mientras me jala para que me siente junto a ella—. ¿Podrías ponerle ese vestido a Rosi?, La tía Claudia va a venir y me
Dana El sol que atravesaba la cortina me despertó. Peter me estaba abrazando por lo cual lo primero que vi fue su hermoso rostro.El cabello le apuntaba a todos lados, sus labios estaban entre abiertos, su aliento rebotaba en mi rostro. Desde donde estaba, podía ver a la perfección su cicatriz en el mentón de cuando era tan solo un niño.Estaba enamorada es obvio, Peter solo existía y yo estaba allí: a sus pies.Íbamos a tener un bebé y teníamos una hermosa hija.Nuestras vidas estaban mejor nunca.Mina cada día más era más inteligente hasta la había escuchado decir palabras como: estetoscopio, dama, caballero. Entre otras. Estaba segura que cuando nuestra otra hija naciera se iba a llevar a la perfección con Mina. Hasta podía verlas a futuro saliendo y conociendo nuevas personas juntas. Unos toques en la puerta me sacaron de mis pensamientos: era obvio que Mina ya se había despertado, pero con lo respetuosa y modesta que era, no quería pasar sin antes avisar.—Sí eres mi hija, pued
Mina Tati está sentada frente a mí. Su cabello está recogido en un moño alto, tiene su uniforme blanco y los ojos delineados. Su sonrisa trasmite alegría, su aura es pacífica y la en cómo habla me recuerda un poco a mi mamá. —¿Y qué piensas de la bebé? —pregunta mientras dibuja en su pequeño libro.Coloreo el último pedazo de cielo y pienso en la respuesta. —Es muy linda, se parece a mamá, papá y hasta a la abuela —digo admirando el bonito cielo que hice. Tati asiente, cruza sus manos y se relaja en su silla.—¿Te han dejado estar con ella? Asiento y le sonrió.—Oh claro, siempre bueno, cuando no está dormida. Mis papis son muy relajados, le tienen horarios a la bebé y luego me dedican tiempo a mí. —Oh solecito, eso es muy bonito, dime, ¿cómo fue cuando llegó?, Había olvidado preguntarte. Apoyo mi mentón en la palma de mi mano y decido en sí pintar la tortuga de verde o amarillo. —Estuvieron muchas personas, más que todo amigos de mamá. Me enoje porque no me dejaban ver a mi