Peter
Sostengo el cabello de Dana, la cual vomita en el inodoro.
—La próxima mejor pedimos pizza. Creo que esa carne estaba en mal estado —digo mientras busco una toalla para que se seque.
Dana niega a la par que se levanta y abre la llave del lavamanos.
—Creo que esta vez, fueron las caraotas de tú mamá —respondió segura de lo que decía.
Asiento dándole la razón: ya que mi madre no era una experta en el arte culinario. Mis hermanos y yo los sabemos de sobra... hasta me dan escalofríos de solo pensar en esas tardes donde no podía abandonar el baño.
Dana luego de mojar su cara, recoge su cabello en una cola alta.
—También eh sentido asco a la carne, creo que me estoy volviendo vegetariana sin querer —dice secándose la cara con la toalla que le busque.
Sin prestarle mucha atención, dejamos el tema atrás, Dana tiene algún tiempo con ese tipo de vómitos, pero seguro no debe ser algo grave.
Dana va al segundo piso a buscar una camisa nueva y yo me dirijo a la sala donde se encuentra mi hermano.
—¿Otra vez? —pregunta George cuando paso por su lado—. Pobre, ahí donde la vez a estado así por tres semanas.
Encojo los hombros y le despeino el pelo, él podía ser mayo que yo, pero le ganó en altura.
—Sí, creo que fue la comida de mamá, de nuevo.
—¿Pero llevan todo el mes, comiendo la comida de mamá?
Niego, ya que solo habíamos comido dos o tres veces y era mucho.
George se puso pálido: como si hubiera visto a nuestra abuela en paños menores, corriendo de un lado para el otro.
—¿E-embarazo? —pregunta atónito.
Hago un desdén y niego.
—¿Bromeas? —digo mientras carcajadas salen de mi boca—. A Dana le vino el periodo...creo.
La tranquilidad que me rodea se va al carajo. Miro con pánico a mi hermano y empienzo a saltar.
—Dana me menciono que tiene un retraso, ¡ustedes son tan distraídos como para que el mundo se esté cayendo y aún así se preguntan si deben preocuparse! —dice George con pánico.
No niego ni rebato: ya que bueno, sí somos distraídos, hasta el punto de olvidar nuestros propios aniversarios.
Mi hermana que estaba en la cocina, se acerca a nosotros y se lanza sobre el sofá.
—¿What happened brothers? —dice Ariadna, a la par que pellizca a su gemelo—. Se ven como si se hubieran cagado encima.
George le da un tirón de cabello y la mira mal.
—Auch —George se quejó a la par que se levantó de un salto—. Es algo mucho más importante.
Ariadna frunce el ceño y a la vez se ve preocupada.
—¿Qué sucede? —murmuro mi hermana.
—Embarazo —susurro George.
Ariadna se quedó sin señal de satélite, hasta puedo ver el círculo en su frente que dice «fallo la conexión».
Unos segundos faltaron como para que Arianna clavé su mirada en George y lo apunté.
—¡¿Cómo sucedió?! —grita mientras sacude a George.
—¡Yo no, idiota! —grita de vuelta mientras le jala el pelo a su gemela.
Arianna abre los ojos tal cual platos y me señala.
—¡¿Cómo sucedió?! —. Está vez se lanzó sobre mí—. ¡Ustedes no quieren hijos!
Por mi parte estoy en shook, como si nada fuera real. Okey es lo que dicen: la pones sin condón y le rellenas la piñata, pero de verdad pensé que no sería a la primera.
Llevo mis manos a la cabeza y trato de no entrar en pánico.
Ariadna al notar mi reacción, se levanta y corre por la escaleras seguro a buscar a Dana y no fueron muchos los segundos para que los gritos de Danna y Arianna hicieran eco en toda la casa.
—¡¿Estoy embarazada?! —grita Dana, la cual se asoma por la escalera.
Dana me mira como sí estuviera esperando una respuesta o aprobación de mi parte, pero no tengo ni puta idea ¿qué espera? apenas y sabía que hora era.
—¡Par de estúpidos! —dijo George mientras empezó a zarandearme—. ¡¿Cómo no sé dieron cuenta?!
Dana camino hacia nosotros, perdida en sus pensamientos: seguro calculando la última vez que le vino su periodo.
—Peter... tengo un retraso, vómito las cosas, me mareo y tengo mucho sueño —dice Dana en un murmullo a la par que enumera con los dedos.
Mi hermana está detrás de mí esposa y al ver que todos estamos tensos trata de relajar el ambiente.
—¡Esperen ustedes dos! primero: se me relajan y segundo: uy te corriste adentro —dice entre risas—. No ya hablando en serio, deberían ir y hacerse una prueba.
Todos nos ponemos en marcha y nos subimos al auto de los gemelos, para ir a la farmacia más cercana. George conduce y Ariadna va a su lado tratando de calmarse, hasta puedo decir que ellos estaban aún más nerviosos que Dana y yo.
Mi esposa se encuentra sentada a mi lado, mientras se hunde en sus propios pensamientos. Yo estoy asustado: de que se moleste conmigo, me pidiera el divorcio y me cortará las bolas.
Así que con valentía le hablo:
—¿Estas molesta conmigo? —digo con miedo y apunto de llorar—. ¿Quieres el divorcio?
Dana voltea y su expresión se suaviza.
—No podría molestarme contigo —responde a la par que se acerca y me abraza—. ¿Crees que echaría dos años de matrimonio a la basura?, Sin contar el tiempo que llevamos como novios.
Dana se recuesta en mi pecho y me indica que le acaricie el pelo.
»Después de todo no es tú culpa... bueno sí la es, pero por suerte hablamos del tema. Además que soy afortunada porque será un bebé igual que tú.
Aquellas palabras son suficientes para hacerme llorar.
—¿De verdad te gustaría que sea igual que yo? —susurro con un nudo en la garganta—. Sé que no soy la persona más inteligente.
—O él más prudente —. Atacó George.
—O él más intuitivo —dice Ariadna dándole la razón a su gemelo.
Dana les dedico una mirada de muerte y con eso los callo.
—¿Quién dice que no eres inteligente? —susurra hacia mí—. ¿Quién fue él que ganó, el concurso a mejor vocabulario en la escuela? y sin olvidarnos de que fue él delegado de la clase.
Dana se levantó hacia mí y me dio un dulce beso en la frente.
»No crees en tí mismo, cosa que no deberías ya que eres un ser humano increíble y sí, si soy feliz porque tú estás en mí vida.
Hipnotizado por sus ojos, me acercó a ella y la besó. Quiero saborear cada momento en que puedo tocar sus labios, buscando paz o simplemente buscando seguridad. Nunca conocí a alguien como ella tan... carismática y sorprendente. Y sí tendría un bebé me sentía bien, porque sería junto y con Dana.
—Aw ¿cómo es que mi hermanito creció tanto? —dice enternecida Ariadna.
Por supuesto eso bastó para que tanto Dana como yo, nos pusiéramos tímidos. En pocas palabras arruinó el momento.
(…)
Dana y Ariadna están en el baño, mientras George y yo esperamos en la cocina.
Al rededor de nosotros se forma un silencio incómodo y desesperante. Como si fuéramos dos desconocidos, obligados a hablar.
—¿Cuándo creciste tanto? —dice George soltando una bocanada de aire, rompiendo así con el silencio—. Recuerdo cuando naciste y mamá, me obligó a cargarte. Eras su orgullo y ni hablar de nuestros abuelos... y de papá.
El tono se voz de George es serio y profundo: como si le costará ver que ya había crecido, y a la vez recordar ese pasado que lo había traumatizado.
Sé que para mí hermano, el asunto de nuestros abuelos y padre, es algo serio: ya que al ser un chico transexual fue difícil ver cómo esas figuras tan importantes para él, simplemente lo trataron como la basura de la familia.
—Gigi ¿Alguna vez me llegaste a odiar? —digo recordando como me trataba cuando era pequeño.
Él se sorprendió por la pregunta, pero eso no evitó que me atacara con toda la honestidad que lo caracteriza.
—Sí, eras insoportable, más que todo porque como en ese momento eras él único varón, pero cuando me enteré de tú diagnostico de Tdah juro que te comprendí mucho más. Incluso me prometí a mí mismo cuidarte. Porque entendí algo: que no era tú culpa lo que los demás decían.
Me acerco a él y lo abrazo. Nos estamos poniendo sentimentales, por eso solo nos refugiamos entre los brazos del otro: dándonos apoyo mutuo, pero Ariadna entrá saltando y saludando como una diva, haciendo lo que le sale a la perfección: arruinar el momento.
—¡Peter! —. Me llamo con un tono bromista—. ¿Te corriste mucho?
—¡Callate! —grita George—. ¡Eres una asquerosa!
Ariadna hace una reverencia y luego se pone seria.
—Ya hicimos las tres pruebas —murmura.
—¿Qué pasó? —susurre con los nervios de punta.
Los nervios se apoderaron de mí, el aire me falta y las ganas de vomitar me invaden, por unos breves momentos cruzó por mi cabeza la idea de estar embarazado... pero recordé que soy hombre y que por mi anatomía no es posible je, je.
En el marco de la puerta apareció Dana con nuestro gato en brazos, yo empezé a saltar tal vez por los nervios o para liberal un poco de estrés. Que se note que mi la paciencia no es una de mis cualidades.
Dana sonríe feliz.
—Estoy embarazada —dice Dana, casi en un susurro.
Quedé. Literal mi mandíbula seguro se cayó en el suelo. Me paralice: recordando la primera vez que la vi. Incluso hasta compare este momento a cuando me pido que fuéramos novios.
Al salir de mi pequeño trance veo la cara de mi esposa. La cual parece estar aterrada... o más bien está esperando una reacción de mí parte, pero heme allí sin moverme, tal vez hasta me veía como si no respirara.
Impulsivamente salte al rededor de ella y terminé por cargarla en brazos.
—¡Seremos papás! —grito mientras la lleno de besos.
Su risa hace eco en toda la habitación. Dana está feliz y eso me llena el pecho de orgullo.
Sí Dana es feliz yo lo soy el triple.
No hay nada mejor que ser feliz junto a quien amas.
Dana:26años Peter:25años.
Un mes de embarazo.
Dana.Al principio del embarazo, cuando apenas nos enteramos que estaba embarazada, fue bonito. Hasta que empezaron los mareos, antojos y vómitos y ojo al dato que sí antes eran constantes, para ese momento era fácil verme de cabeza en el inodoro.—Que asco —dije a la par que me lavaba la cara, Peter quién me sostenía el cabello se asomó a ver mi vómito.—Wow, ¡hasta tu vómito es bonito! —dijo sin asco alguno mientras bajaba la cadena del inodoro.A pesar de todo, los vómitos no eran la peor parte. Para mí, ver a Peter preocupado era mi constante cadena.—¿Qué pensaba cuando te pedí un bebé? Maldición —maldije a la par que me sentaba en el suelo de la cocina.Mi esposo se sentó a mi lado mientras sonreía y me acercaba un pedazo de pizza a la cara.—¿Quieres un poco más? —. Su sonrisa me persuadió por poco, pero al sentir una arcada subir por mi garganta, me negué.—Nah, no tengo hambre, por ahora solo quiero refresco —dije jugando con la alfombra.Peter arrugó la nariz a la par que pu
Peter —¿Entoces... dices que no puedes? —dice Ross mientras me regala una mirada de mala muerte.No le tengo miedo al diablo, así que niego.—Ya te dije que no voy a hablar con ella —digo mientras apunto por el gran ventanal la tienda de computadoras.Ross intenta ponerme ojitos de cachorro.—¡Anda! ¿Qué te cuesta? —se queja mientras me quita el café en un intento de berrinche—: Solo tienes que echarle un poco de café a tú compu y verás como se hace la magia.Nada más escucharlo decir tal estupidez hace que me enfade. —¿Tienes tierra en el poco cerebro que tienes? No voy a dañar a mi bebé —digo con enfado.Ross se pasa una de sus manos por el pelo y entre cierra los ojos.—Ah, tranquilo. Aquí es cuando me doy cuenta que no eres mi verdadero mejor amigo —dice mientras me apunta.Suspiro contando hasta seis y tomo una de sus manos.—Te conozco, casi desde que saliste de las bolas de tú padre. Tus trucos de manipulación no sirven en mí —digo con una sonrisa en el rostro.Ross vuelve a a
Dana.—Y así fue que me di cuenta, que van todos los días a la misma hora —. Claudia habla con gran fascinación de un chico rubio.También ha descrito otras cosas, pero a decir verdad, me aburrí cuando comenzó a contar lo guapo y atractivo que era.La tienda de su hermano está vacía hoy, por esa razón estamos sentadas mientras hablamos un poco.Claudia viste su uniforme el cual acompaña con dos moñitos y mucha brillantina.Desde el verano pasado cuando su hermano pudo abrir esta tienda, Claudia viene a ayuda y por eso en ocaciones me paso por aquí y saludo, y aveces vengo a pasar el rato.Solo que hoy, hoy no me siento muy bien tampoco tengo ganas de escuchar la historia del chico rubio ni de tampoco como le sonrío ni nada de esas mierdas.—Solo diré dos cosas: ¿Cómo se te ocurrió, ponerte brillantina en el pelo? —. Sorbo lo último que queda de mi refresco y la apunto con obviedad—. Te va a costar quitártelo.Claudia se cruza de brazos, suspira y me devuelve una mirada que bien podría
Peter.—¿Qué haces? —. Veo a Dana saltar tratando de alcanzar una estantería.Dana es alta, pero la estantería lo es más. Me divierte ver cómo da pequeños saltos y aún así no logra llegar. Cuando se da cuenta que me estoy riendo de ella, deja de saltar y me mira con diversión.—¿Te acuerdas de ese libro que me prestaste hace tiempo? —. Dana responde mi pregunta con otra incógnita. La verdad no recuerdo de que libro habla.El pelo de Dana está suelto, siempre lo ha tenido corto, dice que es porque le da calor, pero aquí entre nosotros, es porque le da flojera peinarse. —La verdad, no recuerdo —. Termino de bajar las escaleras y me acerco a ella.Para de saltar y me mira con los brazos cruzados.—El de... ya sabes —niego, porque esa descripción solo me confundió más—. El de los animalitos, el que tenía varios animalitos —. Dana murmura como si estuviera planeando algo.—¡Ah! Estas hablando de Doki descubre —digo recordando cuando se lo preste. Ella me apunta y asiente varias veces.El
CoffeeMartina camina de un lado a otro mientras intenta que las personas le hagan caso.Hace mucho tiempo que vivimos por aquí, es aburrido tener que esperar a que termine su trabajo, pero eh encontrado la forma de distraerme.En el puesto de verduras del amigo de Martina hay muchos huecos donde cae agua de lluvia y cuando los autos pasan, hacen que el agua se mueva como si fueran olas como las de las playa, así que puedo imaginar que allí hay personas pequeñas nadando. Hace mucho frío, siento mis dientes castañear y mis manos se sienten raras.Hace algún tiempo que vivo con Martina, aunque siendo sincera era mucho mejor vivir con mi mamá.Por alguna razón no puedo recordarla, pero sí recuerdo su manera tan dulce de ser y sus cuentos.Me siento mal por no recordarla, debería al menos recordar su rostro... pero no puedo.Ni siquiera recuerdo mi nombre... o quién era cuando no vivía junto a Martina, pero en ocaciones suelo imaginarme a mi misma siendo como un príncipe de un cuento, ma
Dana.Corría por los pasillos del hospital, mis zapatos rechinaban con cada paso que daba y yo estaba con todas las alertas encendidas, hasta imaginé que había sucedió un accidente en cadena y por eso Peter estaba allí. Las manos me temblaban y sentía las piernas débiles.La recepcionista me había dado indicaciones de subir al tercer y allí estaba: más revuelta que había e' poceta.Después de tanto correr vi a Peter sentado en las bancas de espera. Se notaba preocupado, distante y nervioso. Tenía las manos entrelazas con el mentón apoyado en ellas, una de sus piernas temblaba con ansiedad y se mordía el labio con algo de fuerza.Al escuchar mis pasos volteo y al verme se levantó y corrió hacia mí, hasta que estuvo los suficientemente cerca de mí como para envolverme con sus brazos. Y no tengo idea de qué me pasó porque de repente las lágrimas empezaron a empañar mi visión y caer en su suéter una tras otra.—Fea, no llores, no soporto ver tu carita así —dijo Peter mientras me daba besit
Dana.Estábamos camino a casa. Peter conducía y yo estaba sentada en los asientos de atrás con la pequeña niña que dormía en mis brazos. Era de noche, en el hospital habíamos tenido que firmar unos cuantos papeles que nos atrasaron.Ya que se estaba haciendo tarde. Le habíamos pedido a los gemelos que fueran a buscar mi auto y así Peter, la pequeña y yo pudiéramos irnos juntos.Mi mirada estaba fija en la carita de la infante, a la cual detallaba con profundidad. Sus pestañas oscuras y largas llamaban mucho la atención, sus mejillas que casi todo el tiempo estaban rojizas parecían unas manzanas y su cabello se veía como el de Rapunzel.—Y...¿qué piensas? —preguntó Peter sacándome de mis pensamientos a la par que estacionaba el auto.Peine el cabello de la niña y le di un pequeño beso en la frente.—Al verla...me veo a mí misma, hace algunos años atrás. Débil, indefensa e inocente. Tengo la necesidad de cuidarla del mundo.Peter dió una vuelta y abrió la puerta.—Ella necesita un hogar,
Dana.Mina vive con nosotros hace ya un tiempo, desde que llegó a evolucionado mucho: ganando peso, aprendiendo las letras e incluso una que otra palabra en inglés.Pero sin dudas su mayor logro a sido ganarse el corazón de todos nuestros familiares y conocidos.En pocas palabras ya es una Blasty con todo y sus letras.Aunque aún falta adoptarla de forma legal: nuestra abogada esta en proceso de una adopción rápida, ya le han dado la autorización y solo le falta enviarnos los papeles.Veo a Mina jugar en su habitación: su cabello perdió por completo aquel color rubio y ahora es por completo azabache. Para mí sorpresa se parece mucho a Peter.Mina salta de un lado a otro emocionada por sus juguetes. Su habitación esta decorada tal cual ella quiso y no me sorprende que tenga tan buen gusto: supo mezclar azul y amarillo en perfectos tonos. —¡Mami! —dice con gran emoción mientras me jala para que me siente junto a ella—. ¿Podrías ponerle ese vestido a Rosi?, La tía Claudia va a venir y me