Mientras Nicola llegaba, me cole a la habitación de Gaia. Estaba sentada en el centro de la habitación con su teléfono en la mano. Odiaba que tuviera ese maldito aparato, pero nos ayudaba a comunicarnos cuando yo me encontraba en la otra punta del continente. –Nicolás vendrá por nosotras. –Le dije, sentándome a su lado. La falda hizo un bulto a mi alrededor. La aplane con las manos. –¿El abuelo se enojó? Asentí con la cabeza. No pensaba ocultarle lo evidente, mi padre se enojaba por todo lo que yo hacía. –Siempre se enoja. –Gaia se encoge de hombros–. ¿Puedo llevar la corona? Nicolás me mataría si le dijera que no. –Por supuesto. Te ves hermosa con ella puesta. –Como siempre. Me eche a reír ante su descaro y la observe levantarse de mi lado e ir al espejo donde empezó a modelar y a tirar besos. –Matt dice que no soy hermosa, pero sí que lo soy. –¿Quién es Matt? –Un chico de la escuela, mamá. Me miro por el reflejo del espejo, con las manos en la cintura. Deje de pensar en
–Quería bailar con él y pasarla bien. Nicolás se relajó, le dio un toquecito en la nariz y se enderezo. Fue mi turno para que me diera un abrazo. La apreté con fuerza. –Te amo, pequeña. –Yo también, mami. ¿Podía existir mejores palabras que esas? No lo creía en absoluto. Los altavoces anunciaron que la cena seria servida, así que nos dirigimos a la mesa delantera, la más grande. Nuestros nombres estaban juntos, con Gaia a mi lado y Nicolás al otro. Vi que el nombre de mi padre estaba delante de mí y el de Kiara. Los padres de Nicolás también estarían en la mesa. Aquella combinación no podía ser peor. Dos familias que se odiaban y unos hijos que se querían y compartían sangre en el pequeño ser a mi lado. Yo como la oveja negra que me había involucrado con el enemigo y la persona que le había arrebatado la vida del hijo de la pareja Ferria. Me sentía crucificada entre las miradas que me lazaban y atine a rodear a Gaia con mi brazo cuando bajo la mirada, incomoda por el escrutinio d
No recuerdo haberme aprendido el camino que me llevaba a casa de los Ferria, pero no me fue complicado llegar a su urbanización llena de casas resplandecientes. Todo muy distinto a la mansión recóndita de mi padre, pero claro, ellos no intentaban esconder a sus hijos en sus casa. Mientras a los chicos Ferria los llevaban a Disney a conocer a sus príncipes favoritos a mí me hacían cocinarle a mi padre sin tener ni idea de lo que hacía en la cocina. Estaciones frente a la única casa con las luces encendidas, recordaba aquel jardín lleno de calas y rosas. Me gire hacia Gaia quien pese a la hora no se le veía rastros de sueño. -¿Sabes quienes viven aquí? Miro a su alrededor. Sus ojos se abrieron con sorpresa. -La casa de los papas de mi tío. -Tus abuelos, cariño. Ella asintió. No la obligaría a llamarlos por un título que ellos no se merecían. Habían pasado de mi hija como si no existiera. Me baje y la ayude a ella. La tome de la mano y caminamos hasta que una figura alta y musculos
A la mañana cuando me desperté me encontraba sola en la amplia cama. El lado donde habían dormido Nicolás y Gaia estaba pulcramente ordenado. Eran un par de obsesionados. Me bañé y vestí en su baño con la misma ropa del día anterior. Llame a Gabriel con las ultimas noticias. –Kauffman al teléfono. –Habla la funeraria. Usted ha mandado a pedir un cajón, ¿Dónde se lo hago llegar? Soltó una risa. –¿Qué quieres Hope? –Escuchar tu melodiosa voz, ¿Qué más si no? –Habla de una puta vez, algunos trabajamos. –¿Noticias? –Muy pocas. Los ciudadanos fallecidos enlazados a ti han sido declarados por fin en defunción, así que eres libres de ellos. Solo nos queda Forcen y el otro tipo. Encontrarlo ya no parece un juego de niños, sabe camuflar su información. «En las tinieblas, pero nunca oculto» –Sigo detrás de él. Por otro lado, Eva consiguió entrar como representante, no hemos podido quitar a los que ya tenías, pero con ella allí las cosas van a cambiar. Es lo único que tengo por ahora.
La señora Kate estaba más atrás, avergonzada, en cierto modo, yo también. Mi papá estaba a punto de echar humo por las orejas cual toro embravecido. –¡¿Qué m****a haces?! Entro en la habitación, empotrándome contra el primer mueble que nos topamos. El golpe en mi espalda fue tan fuerte que me dejo sin aire. –Papá. Gimotee cuando su mano envolvió mi cuello, apretando con fuerza. Me dio una cachetada y alzo la mano para darme otra, pero me lo quitaron de encima de un manotazo. Nicolás lo arrincono contra la pared, con la misma fuerza con la que él me había tratado. Aun en trance y recuperando el resuello, escuchaba sus gritos embravecidos. La señora Kate me ayudo a levantarme. Me sentía la mejilla arder y la espalda me palpitaba allí donde me había dado con la punta del mueble. Levante la cabeza. Vi a mi padre sangrando por la nariz ladrándole a Nicolás. –Es una puta, ¿para que la quieres? Me dolieron sus palabras. –Vuelve a abrir esa boca tuya y va a ser lo último que salga de
Nicolas Ver a Aprill callada y decaía me traía atado a la calle de la violencia. Me sentía animal, salvaje, con ganas de sangre y no precisamente de cualquiera. Su padre jamás había sido una persona que me agradara ver, ahora era mejor que ni se atreviera a aparecer porque la poca consideración que le tenía por ser el padre de la mujer que amaba se esfumaría. Aprill sufriría si le pasaba algo, pero sufría más teniéndolo en su vida. Sin el maldito viejo vivo, ¿cuantos problemas se ahorraría? Tantos que era mejor que no me empecinara con la idea porque sería malo, muy malo. Levante a Aprill de la tina en la que nos habíamos metido. La llevé hasta el lavamanos y la senté sobre la superficie plana. Abrí los cajones, buscando una pomada para los golpes que mamá había dejado aquí alguna vez. Cuando por fin la encontré, me unte el dedo y se lo pase por la mejilla donde tenía la mano de su padre pintada. La rabia volvió a resurgir, brotando como un volcan en erupcion, enojado con él por te
Abrill Podría catalogar esa mañana como uno de los momentos más emocionantes del mes, que va, de todo el maldito año. La sensación de libertad, no solo por aceptar lo que sentía por Nicolás sino por todo lo que había pasado con mi padre. Me sentía liberada de la necesidad de satisfacerlo. Ya no existía el anhelo de actuar según él lo quería, ya no me cohibiría. Me habían dolido sus palabras, marchitado las esperanzas, pero el no tener que esperar un mensaje diciéndome que se sentía orgulloso, un te quiero o un viaje espontaneo a Colombia solo poder verme, me empujaba a avanzar por encima de él, a saltar la piedra que el suponía en el camino. Hay esperanzas que es mejor soltarlas que retenerlas porque lastiman y detienen. Quiero a mi padre, pese a todo, sigue siendo lo que un día fue, le tengo un poco de resentimiento, un parasito que no he podido sacar de mi corazón. Seguiré viéndolo porque tiene algo que me pertenece, conserva una parte de mí, de mi alma, pero ya no será el verdugo
Abrill Mi aterrizaje en Colombia no fue ni de lejos un descanso. No hubo viaje a mi departamento para dejar las maletas ni a descansar el culo adormecido por las casi diez horas en el maldito avión. En lugar de eso me dirigí de inmediato a las oficinas a una reunión con Carlos, Yennefer y el comandante de Dream. Sabía que el crucero estaba en el astillero, esperando mis órdenes para ser o no restaurado, reparación que me costaría millones, posiblemente la mitad de lo que me costó construirlo. Tome asiento, como siempre, en la cabeza de la gran mesa. Marcos no se atrevía a mirarme a la cara, mientras Yennefer y Carlos no le quitaban ojos de encima. Esos dos sí que intimidaban. Me sentía horrendamente mal, así que quería salir de todo de una vez. —Dame un reporte de todo lo que ha pasado en mi ausencia. —Como bien supo, la hazaña para recuperar el crucero fue fructífera. –Comienza Carlos fijando la atención en mi—. Hemos salvaguardado todo lo que se pudo conservar, sin embargo, el