Cuando abrí los ojos la mañana siguiente, fui consciente de dos cosas. La primera, Nicolás no me había despertad con ninguna clase de atención y la segunda que ya había llegado el momento de hablar. No sabía cuál de las dos me aterrorizaba más, pero era necesario. Una vez me había dicho que no podía desatar el nudo sin saber cómo se había formado, y el de nosotros iniciaba en aquellas palabras no dichas. Me levante con pereza, queriendo retrasar la conversación. En momentos como esos quería que la tierra me tragase y que no me escupiese nunca. Me duche y quise morirme cuando al abrir la malea que me había empacado Tom no había ninguna prenda que me cubriera más allá de los pechos. Al final me puse unas bragas y me envolví en una bata de satín que me llegaba a la mitad de los muslos. No quería hablar con Nicolás medio desnuda, pero no podía hacer más nada. Me fui directa a la cocina, un lugar donde debía encontrarlo y así fue. Vestido con un chándal y el pelo revuelto de la cama, Nic
Cuando abrí los ojos la mañana siguiente, fui consciente de dos cosas. La primera, Nicolás no me había despertad con ninguna clase de atención y la segunda que ya había llegado el momento de hablar. No sabía cuál de las dos me aterrorizaba más, pero era necesario. Una vez me había dicho que no podía desatar el nudo sin saber cómo se había formado, y el de nosotros iniciaba en aquellas palabras no dichas. Me levante con pereza, queriendo retrasar la conversación. En momentos como esos quería que la tierra me tragase y que no me escupiese nunca. Me duche y quise morirme cuando al abrir la malea que me había empacado Tom no había ninguna prenda que me cubriera más allá de los pechos. Al final me puse unas bragas y me envolví en una bata de satín que me llegaba a la mitad de los muslos. No quería hablar con Nicolás medio desnuda, pero no podía hacer más nada. Me fui directa a la cocina, un lugar donde debía encontrarlo y así fue. Vestido con un chándal y el pelo revuelto de la cama, Nic
Echa un vistazo a la segunda entrega de la trilogia No se lo digas a nadie: Lo que paso en las vegas, no se quedó en el cruceroHabía pasado unas vacaciones de ensueño con Nicolás en la isla cielo, una noche inmejorable cuando le confesé todo, ver como no me juzgaba como yo creí que lo haría. Flotaba en nubes rosas.Después de ver la noticia de Briana acerca de mi apellido, comprobé por fin que mi padre no iba a cambiar y que solo me quedaba ignorarlo o contratacarlo. Ya había intentado la primera opción y no había traído cosas buenas, así que, aunque me pese, tendría que contraatacar.Decidí darle a la prensa algo que los hiciera voltear la carta a mi favor, tenía cientos de noticias y primicias acerca de mi trabajo, pero había una que necesitaba sacar, airearla, deseaba dárselo a conocer a todo el maldito mundo, pero primero debía decírselo a Gaia, hablarlo con ella y saber qué opinaba de lo que estábamos construyendo. Tenía miedo de su reacción, cosa que me había orillado a posponer
Este libro puede contener situaciones incomodas, así como escenas sexuales que pueden llegar a causar inconformidad, sin llegar a ser muy explicito. Situaciones de dudoso consentimiento y la relación entre la protagonista y el antagonista puede causar incomodidades. Se recomienda discreción a la hora de tomar esta lectura. ****** La vida puede golpear muchas veces, eso decía mi madre cuando los dolores en su lecho de muerte la hacían retorcerse. La vi tantas veces acariciar la muerte con suspiros resignados que me reprogramé para no sufrir la partida de nadie. Desde niña me apunte a la tarea y funciono durante años, hasta que la vida me ficho bajo su lupa. Me embarque en una montaña rusa de emociones y lamentos que amenazaban con quitarme todo lo que tengo. ++++++++ Corro por las calles de Londres en busca de un taxi para llegar al aeropuerto y tomar el vuelo que salga primero. Acabo de dejar a mi pequeña hija de och
Aterrizo en Cartagena, la ciudad colombiana en la que he vivido mis últimos ocho años. Tengo toda una vida en esta ciudad que me acogio cuando Londres dejo de ser un hogar. La soledad de mi piso es desesperante por lo que opto por irme a las oficinas de Heart of Reaven. El edificio de ocho plantas me recibe con abrazos y besos. Somos más que jefe y empleados, somos una familia más. Compruebo los cruceros, ocho cruceros en total, ocho bloques de personal capacitado para su manejo. Veo los reportes de mi crucero Reaven y sonrió. Cuando me case con el padre de Gaia a los veinte años me regalo ese crucero donde pasamos nuestra luna de miel antes de que falleciera. Fue lo único que tenía en el mundo y lo llame como el, Reaven para que viviera siempre en mis recuerdos y quienes viajen en el sean testigos del amor abrazador que era capaz de profesar mi amado. Lo echo de menos. Reaven es comandado por la comandante del boque cero, Jennefer que además de ser una de las mejores en el ocio,
Me desvió del camino que me llevara a mi casa, perdiéndome entre los clubes. No estoy de ánimos para encerrarme a pensar lo patética que es mi vida y llorar. Voy a distraerme de la mejor forma posible que conozco. Me detengo frente al gran letrero de «Lascivo» el club que regento. Estaciono mi auto en mi estacionamiento privado y entro sin pasar por los controles de seguridad. Aquí soy la diva sin tapujos que no me permito ser fuera. Atraigo la atención de varias parejas y lo disfruto contoneando las caderas. Es temprano aun por lo que la primera planta está llena. Subo directamente al segundo piso, reservada por un grupo selecto de personas que quieren total discrecion. –Jefa. Mario el barman me deja un gin tónic para que entre en ambiente. Las parejas que bailan en la pista danzan con sensualidad disfrutando el show de los fines de semana. Dominan el arte de la seducción con el cuerpo y la mirada atrapando a sus presas para luego subir a los otros pisos donde ocurre la acción. Si
Por la mañana el día no empieza bien. Una arcada me lleva al baño de inmediato y me deja tendida en el suelo de la ducha mientras el agua corre por mi cuerpo. La barra libre en la fiesta de bienvenida y los pocos tragos en el club tendría consecuencias graves y he aquí el resultado. Me cubro el cuerpo con una camiseta grande que encuentro en el vestidor. Mi teléfono no tiene pila por lo que me lo llevo a la cocina para ponerlo a cargar. Mara acostumbra a enviarme documentos que debo revisar a primera horaa. Doy pasos cortos para que el dolor de cabeza no me estalle la cabeza. –¿De qué manicomio saliste? –Nicolás sale detrás de la encimera de la cocina con una espátula en la mano. Lo miro mal, queriendo desaparecerlo. Su torso marcado y el que deje ver el cinturón de adonis tampoco lo va a ayudar. Es tan guapo que ni estando resacoso se ve mal. –No me hables ahora. Me siento en uno de los taburetes y apoyo la frente en la encimera –Bebe esto. Me pone en la mano un frasco con alg
Levante los vista confundida y muy preocupada. Me hago una idea clara de quién puede ser. Aunque yo no sepa con quien putas me case, es obvio que mi supuesto esposo sí que lo sabe, y parece que mejor de lo que imagine. Conoce mucho más de lo que me puedo pensar, cosa que me demuestra que tal vez no fue un error de un par de borrachos. Guardo todo en la caja dejando como estaba. Voy a dárselo a Yenefer o a alguien de la empresa. No quiero levantar la cabeza y ver la mirada de reproche de Nicolás, ya piensa que soy una cobarde estúpida que no piensa las cosas y ahora se lo estoy confirmando con semejante cagada. –Di lo que tengas que decir ahora. Su opinión va a dolerme y rebajarme al suelo para pisotearme y escupirme. Es de las pocas personas con poder sobre mí para bajarme la autoestima y le odio un poco por haber rasgado mi coraza un poco en tantos años donde no se lo he permitido a nadie. –Debes usarlo. Es lo único que dice. Su voz no es ruda ni hipócrita, es relajada. Me lleno