Aterrizo en Cartagena, la ciudad colombiana en la que he vivido mis últimos ocho años. Tengo toda una vida en esta ciudad que me acogio cuando Londres dejo de ser un hogar.
La soledad de mi piso es desesperante por lo que opto por irme a las oficinas de Heart of Reaven.
El edificio de ocho plantas me recibe con abrazos y besos. Somos más que jefe y empleados, somos una familia más.
Compruebo los cruceros, ocho cruceros en total, ocho bloques de personal capacitado para su manejo. Veo los reportes de mi crucero Reaven y sonrió.
Cuando me case con el padre de Gaia a los veinte años me regalo ese crucero donde pasamos nuestra luna de miel antes de que falleciera. Fue lo único que tenía en el mundo y lo llame como el, Reaven para que viviera siempre en mis recuerdos y quienes viajen en el sean testigos del amor abrazador que era capaz de profesar mi amado. Lo echo de menos.
Reaven es comandado por la comandante del boque cero, Jennefer que además de ser una de las mejores en el ocio, es mi mejor amiga. Llega hoy por lo que me pongo a organizar una fiesta donde el alcohol predomine.
Ya bebí y la cage, ahora voy a beber para buscar una solución.
Me paso la tarde de aquí allá, manteniéndome ocupada. No tengo familia con la que hablar y los únicos amigos que tengo están en el mar.
Llamo a mi hija.
–Hola, mami. –Dice. Se me estampa la sonrisa eterna que siempre aparece cuando la escucho.
–Mi vida, ¿Qué haces? –La escucho agitada.
–La tía Kiara me esta enseñando a montar a caballo mientras el abuelo viene. –Los gritos de mi hermana me sobresaltan–. Mami, creo que se enojó. –Susurra y me muerdo el labio para no reír en medio del vestíbulo de las oficinas.
–Te llamare luego, mi vida. Ten cuidado.
–Lo tendré. Te quiero.
Me guardo el teléfono. La sonrisa no me dura mucho pues la recepcionista desparrama todos los papeles que tiene apoyados en la mesa.
–Maira –Murmuro. La chica se pone a recogerlos rápidamente.
–Lo siento, señorita Hope.
La dejo estar, bastante tengo con mi matrimonio confuso al que no le encuentro pies ni manos para agarrarlo.
Subo a la azotea, el lugar donde se organiza la fiesta. Dejé que una agencia se encargara de eso, lo único que pedí fue una barra con bastante alcohol. Hago una llamada rápida concretando una cita en los puertos de Heart of Reaven a las tres de la madrugada.
–Yenefer viene en camino. -Me avisa mi secretaria asomándose en el ascensor. Va despeinada y los lentes chuecos. Es bonita y muy eficiente, de las mejores secretarias que he visto, pero si no tiene cuidado con su aspecto, no creo que dure mucho.
Me preparo con un par de tragos antes. Mi cuñado Nicolás viene en camino también para concretar un negocio juntos. Eso me trae con un monojo de nervios acomulado en lo bajo del vientre, no porque no sea santo de devocion para su familia, Nicolas y yo tenemos un nosotros inconcluso.
El ascensor se abre y entran los miembros del bloque cero sonrientes, lo cual me dice que la entrevista con la prensa que los esperaba en el puerto no se salió de control o mas bien, Yenefer no dijo nada alarmante. Los saludo y felicito por la excelente labor, mientras paso de tragos esperando a Yenefer y Tom.
La terraza se llena y las copas van de un lado a otro.
–Si es que tanto alboroto solo lo organizas tú, flor.
Me envuelvo en los brazos de Tom que viene de la mano con Yenefer. La unimos al abrazo y nos damos besos. No los veía hace un mes que decidieron cruzar el oceano atlántico.
Tom no pierde tiempo trayendo una tanda de tragos que nos tomamos en una de las mesas frente a las barandillas que dan vista al mar. Mas allá puedo ver las instalaciones del refugio Heart of Life y el puerto donde se prepara todo para la llegada de Margot, el nuevo crucero.
–Es una buena temporada. –Comenta Tom a mi lado.
–Todos los cruceros están en altamar, excepto Stacy que sale mañana. –Las luces se prenden en la ciudad con la llegada de la noche, la humedad me toma las mejillas y la brisa marina me revuelve el cabello.
–Reaven estará en el taller mañana para instalarle las maquinas nuevas. –Señala Yenefer atusándose el cabello para retenerlo mientras le da un trago a la copa que uno de los meseros deja en nuestra mesa.
Agarro el catalogo que me desliza Tom por la mesa. Mi visita a Las Vegas debí aprovecharla para hacer algun negocio, encontrarme con mis proveedores, en lugar de eso hice la mayor tontería del mundo. Mi cuerpo se pone alerta cada que lo recuerdo.
–Debe estar en el puerto el lunes a primera hora. –Aviso, mirando el móvil. No se porque espero milagrosamente un mensaje de quien no conozco o mi abogado diciéndome que he perdido todo. Una m*****a señal–Tengo algo que contarles.
Tom y Yenefer son mis amigos de confianza. Si no se lo digo a ellos no lo hare con más nadie y creo que voy explotar en miles de pedazos si sigo guardandomelo.
–Somos todo oídos, flor. -Murmura Tom con la mirada perdida entre unas sillas mas allá, pendiente del vigilante que acabo su turno y subió, seguramente a divertirse un poco antes de volver a su aburrida vida de casado. El termino me da jaqueca.
–Me case en las vegas.
Yenefer se congela con la copa a medio camino, Tom se deja caer hacia atrás en la silla. Me rasco el cuello.
–A ver, Flor, ¿no bebiste más de la cuenta?
Mis ojos están puestos en Yenefer rogando a que no se le ocurra abrir la boca para gritarme a los cuatro vientos. Este puede ser un escándalo que ni Regina, la relación pública, podría arreglar.
–Después de ir a ver a Gaia, discutí con mi padre y en lugar de venir aquí me fui a las Vegas, bebí de más y amanecí en una habitación de hotel con un anillo y una nota.
La deslizo hasta ellos. La llevo en mi bolsillo junto al anillo. Yenefer toma la nota y Tom analiza el anillo.
–Puede ser una broma, ¿no? –Se miran.
Ven en este lio lo mismo que yo: la pérdida total de la custodia de Gaia. Ellos la cuidaron en sus primeros dos años cuando yo me fui a un centro de rehabilitación, eligieron su nombre, presenciaron sus primeros pasos y palabras. Fueron los padres de Gaia por un tiempo.
–No sé qué tan comprometía esto en eso, ¿Qué tan serio es un matrimonio en Las Vegas?
–Es un matrimonio legal. Estas jodida. –Comenta Yenefer devolviéndome la nota.
–Maldito cabron con suerte, logro lo que muchos hombres han querido: el gran si de April Hope. –Tom brinda con mi vaso que yace sobre la mesa. Como es obvio en él, lo tomaría con gracia.
–Eres una m*****a estúpida de m****a, puede ser un caza fortuna o pudieron haber firmado un acuerdo prenupcial. Nunca dejas de cagarla, Aprill. –Las palabras de Yenefer llegan como una cachetada, no espera menos y es que sus palabras tienen razón.
–No le hables así, Yen. –Refunfuña Tom brozándome–. Vamos a solucionarlo, debes tener un plan, ¿no? Pondrá a sus abogados en esto y ya está. No tienes que ser tan pesimista.
Y por primera vez en mi vida no tengo una salida. No sé por dónde comenzar y puede que la salida sea obvia, pero estoy confundida. Solo quiero coger uno de los cruceros a mi hija y no volver nunca más.
Miro al horizonte, ya Margot está lista para su primer viaje. Una idea descabellada cruza por mi cabeza, aprovecho cuando Yenefer se va a fumar un cigarrillo sin decir nada más.
-No sé quién es, Tom. No tengo rastros de él.
–Lo solucionaras. Hoy disfruta que volvimos en una sola pieza. Sabe que me tienes para lo que quieras, Flor. Y a la testaruda de Yen también –Tom se despide con un beso en la mejilla.
Llamo a mi abogado de cabecera, mi amigo Gabriel Kauffman. El y su esposa son mis abogados desde hace varios años y solo los llamo cuando el asunto es delicado y debe ser tratado con discreción.
–¿En que estas metida, Hope?
–En graves problemas. Mi jet ira mañana y te recogerá. Te quiero a ti y a Eva el lunes a primera hora aquí. –Le suelto sin dejarlo meditar. No se lo estoy preguntando.
–Cálmate chica. No puedes disponer de nosotros así, tenemos obligaciones y una hija que cuidar.
–Si puedo, soy tu jefa.
–Una puta desgraciada también. –Escucho que le grita a Eva que haga las maletas–. Voy porque necesitamos vacaciones y quiero un viaje en Margot.
–Como digas.
Cuelgo con una sonrisa en el rostro. Hago un par de llamadas a otros amigos. Tengo un plan que espero funcione.
Regreso a la fiesta hasta que un mensaje me hace bajar a la recepción emocionada.
–¿Sigues vivo? –Bromeo dándole un abrazo al hombre que sale del Bentley negro.
Una oleada de calor me recorre de pies a cabeza. Un demonio vestido de negro, con sus musculos duros debajo de aquella camisa negra. El cabello, de un castaño medio lo lleva peinado salvajemente y su rostro, esa trampa mortal de atracivos insanos que me hacen querer ponerme de rodillas y contemplarlo. Nicolas Ferria es, simplemente, el demonio de belleza frivola que toda mujer sueña.
–Para tu desgracia la descendencia Ferria sigue viva. –Sus ojos gris tormenta me recorren de arriba abajo.
Nicolas Ferria, tío de Gaia. Es el único familiar paterno que la acepto. Es gemelo de Reaven, por ello el parecido con Gaia es increíble. Puede pasar por su padre.
Tomamos el elevador en silencio. Me he negado a verlo durante un par de años. Solo nos comunicabamos por mensajes y videollamadas nocturnas donde el deseo nos sobrepasaba. Su rostro es un viaje al pasado y puñaladas a mi pobre corazón. En el no veo a mi ex cuñado, veo al amor de mi vida y eso no puede ser, simplemente porque por mucho que tenga su rostro, el corazón de su hermano es inigualable.
Esta aqui porque quiero expendir Heart of Reaven al campo investigativo y no confio en mas nadie que en él para dar el primer paso.
En la fiesta él se va por un lado y yo por el mío. Conoce perfectamente a los empleados y se mueve con facilidad, especialmente por el género femenino.
Media hora antes de las tres de la madrugada lo encuentro saliendo del baño con mi relaciones públicas.
–¿Disfrutando de la noche?
–Eso ya lo sabes. –Se acomoda el cabello negro que lleva alborotado con las manos y luego se limpia la camisa–. Por cierto, ya sé que bloque quiero llevar en mi viaje.
–Solo tengo un bloque de personal disponible, el bloque tres.
Niega.
–Quiero el cero.
Ahora la deniega soy yo. Acaban de venir de un viaje, deben tomar una semana de vacaciones como mínimo. Es lo que exigen los contratos.
–No están disponibles hasta la otra semana y no vas a esperar.
–No voy a esperar. –Confirma lo que ya se. Los Ferria no se conocen por su paciencia–. Son eficientes, capaces, disciplinados y su comandante es muy bonita. Los quiero.
Llevare la contraria es gastarme el poco tiempo que ahora no tengo. Voy tarde a una cita ya y Nicolas cuenta con una buena artilleria para hacerme cambiar de opinion facilmente.
–Debo hablarlo con ellos, no voy a asegurarte nada.
Le quito un beso en pintalabio rojo que tiene en el mentón.
–Aléjate de la comandante si no quieres colgar tu pene como un llavero. –Amenazó.
Detrás del puerto de Heart of Reven hay un punto ciego donde ni las autoridades pasan y me atrevo a decir que no saben de ese callejón inhabitado. Un hombre de capucha negra me espera recostado a una de las vigas de cemento.
–Llegas tarde, bombón.
–No tengo tiempo, dame lo que te pedí.
Me tiende un sobre de papel negro con mi nombre y el precio. Le doy su paga en efectivo y doy una vuelta devolviéndome por el lugar por donde vine. No estoy jugando limpio, esto puede costarme mi reputación y carrera, pero no hay tiempo para hacer lo correcto. Cuando se tiene contactos en el bajo mundo y problemas, la opción fácil nunca es la correcta. A mí no me da miedo ni me importa romper las reglas una que otra vez. Yo tengo que llevar la delantera, este matrimonio falso no sera la excepcion.
Me desvió del camino que me llevara a mi casa, perdiéndome entre los clubes. No estoy de ánimos para encerrarme a pensar lo patética que es mi vida y llorar. Voy a distraerme de la mejor forma posible que conozco. Me detengo frente al gran letrero de «Lascivo» el club que regento. Estaciono mi auto en mi estacionamiento privado y entro sin pasar por los controles de seguridad. Aquí soy la diva sin tapujos que no me permito ser fuera. Atraigo la atención de varias parejas y lo disfruto contoneando las caderas. Es temprano aun por lo que la primera planta está llena. Subo directamente al segundo piso, reservada por un grupo selecto de personas que quieren total discrecion. –Jefa. Mario el barman me deja un gin tónic para que entre en ambiente. Las parejas que bailan en la pista danzan con sensualidad disfrutando el show de los fines de semana. Dominan el arte de la seducción con el cuerpo y la mirada atrapando a sus presas para luego subir a los otros pisos donde ocurre la acción. Si
Por la mañana el día no empieza bien. Una arcada me lleva al baño de inmediato y me deja tendida en el suelo de la ducha mientras el agua corre por mi cuerpo. La barra libre en la fiesta de bienvenida y los pocos tragos en el club tendría consecuencias graves y he aquí el resultado. Me cubro el cuerpo con una camiseta grande que encuentro en el vestidor. Mi teléfono no tiene pila por lo que me lo llevo a la cocina para ponerlo a cargar. Mara acostumbra a enviarme documentos que debo revisar a primera horaa. Doy pasos cortos para que el dolor de cabeza no me estalle la cabeza. –¿De qué manicomio saliste? –Nicolás sale detrás de la encimera de la cocina con una espátula en la mano. Lo miro mal, queriendo desaparecerlo. Su torso marcado y el que deje ver el cinturón de adonis tampoco lo va a ayudar. Es tan guapo que ni estando resacoso se ve mal. –No me hables ahora. Me siento en uno de los taburetes y apoyo la frente en la encimera –Bebe esto. Me pone en la mano un frasco con alg
Levante los vista confundida y muy preocupada. Me hago una idea clara de quién puede ser. Aunque yo no sepa con quien putas me case, es obvio que mi supuesto esposo sí que lo sabe, y parece que mejor de lo que imagine. Conoce mucho más de lo que me puedo pensar, cosa que me demuestra que tal vez no fue un error de un par de borrachos. Guardo todo en la caja dejando como estaba. Voy a dárselo a Yenefer o a alguien de la empresa. No quiero levantar la cabeza y ver la mirada de reproche de Nicolás, ya piensa que soy una cobarde estúpida que no piensa las cosas y ahora se lo estoy confirmando con semejante cagada. –Di lo que tengas que decir ahora. Su opinión va a dolerme y rebajarme al suelo para pisotearme y escupirme. Es de las pocas personas con poder sobre mí para bajarme la autoestima y le odio un poco por haber rasgado mi coraza un poco en tantos años donde no se lo he permitido a nadie. –Debes usarlo. Es lo único que dice. Su voz no es ruda ni hipócrita, es relajada. Me lleno
Salí de mi despacho concentrada en mi burbuja cuando choqué con un pecho musculoso y unos brazos firmes me rodearon. Lo reconocí mucho antes de que su voz y su colonia me cautivaran. –¿A dónde vas? Levante la vista a sus ojos grises y suspire. –Mi hermana me espera en el aeropuerto con Gaia. Asintió y me aparto el flequillo de la cara. –Te acompañare. No vi ningún problema. A mi hija le encantará ver a su tío también. Le pedí a Mara que cancelara todas mis reuniones y compromisos de ese dia y el siguiente, su cara me demostró que me saldría caro. Estaba dispuesta a pagarlo, con creces de ser necesario. Nicolás condujo. Yo me sentía inquieta y además, Nicolás manejaba mucho más rápido, casi al punto de hacerme temer. Llegamos al aeropuerto y entre toda la gente vi un cuerpito moreno de cabellera dorada recostada en su maleta de flores. La emoción me recorrió las venas como una descarga. No había pasado más de una semana desde la última vez que la tuve entre mis brazos, pero cr
Cuando el sol entraba por el ventanal de mi despacho, me levanté y me metí en la cama con Gaia. Tenía los brazos y las piernas estirados y un charco de saliva debajo de la mejilla. Le alborote el cabello y la deje estar. Pronto, cuando su tía viniera por ella yo volvería aquí, haría mis maleas junto con Nicolás para zarpar por separado. He de haber dormido una hora antes de que Gaia se me lanzara encima y me sacara de la cama. –Tengo hambre, ¿tú no? –Fue lo que dijo cuándo me levante del piso, conteniendo una sonrisa de diversión por lo que acababa de hacer. Pude enfadarme con ella, pero no lo hice. No valía la pena desperdiciar nuestro tiempo. Me levanté con ella y la metí al baño conmigo, pese a sus protestas. La cambie y peine su cabello en una co{eta que le llegaba a la mitad de la espalda. Aquella actividad tan simple la disfrute mucho. Después, frescas y limpias nos fuimos a la cocina, donde nos esperaban todos ya despiertos y concentrados en sus tabletas, seguramente, trabaj
Ya es más de media noche, con suerte puedo dormir hasta mañana temprano que Gabriel llegue con su esposa y los demás. Pondremos en marcha la búsqueda para encontrar a mi esposo fantasma y debe salir bien todo, solo tengo una semana, como mucho dos para solucionarlo. Suspiro cuando un mensaje me llega al móvil,es de Nicolás. Te quiero en el hotel plaza roja ahora mismo. Estupido. Su estupida orden puede metersela por donde quiera. Que te jodan. Apago el móvil, Nicolás además de ser un biólogo y un jodido dolor de ovarios, estuvo en la milicia toda su adolescencia, tiene habilidades de rastreo que le facilitaran la tarea de hallarme, aunque me vaya al culo del mundo. Confió en que sus obligaciones y el que hayan varios kilómetros de agua entre los dos sea suficiente. Una vez su investigación acabe y terminemos el futuro negocio que estamos concretando, el regresara a Mánchester a sus propios negocios. Chad me deja en el puerto. Sonrío al ver las plazas vacías donde deberían estar
por la tarde, Lacey detuvo el crucero para que pudiéramos disfrutar sin estar mareados. —Uno no se puede casar así sin más, por muy dulce que sea la relación. —Comenta Theo. Mientras los demás jugaban y reían a carcajadas en el agua, Theo y yo nos manteníamos en la parte trasera del crucero, tumbados, recibiendo el sol. Yo no necesitaba broncearme, pero mi cuerpo agradecía la vitamina D. Gabriel tomo a Eva y se la subió en los hombros, Christian hizo lo mismo con Maria y emprendieron una batalla de empujones. Gritan y ríen. Yo quería sumergirme, pero no podía, no era capaz de volver a sumergirme en el mar después de todo lo que había pasado en el. —¿Aun no lo superas? Le puse atención a Theo. Tenía un bañador celeste, como sus ojos. —Lo he intentado. Alargo una mano para tomar la mía y darle un apretón. —Estoy contigo, lo sabes. le devolví el apretón, agradecida. Sabía que siempre estarían para mí. Me lo están demostrando ahora que están aquí sin saber lo que realmente s
Miro el cielo por una eternidad, suspirando dramáticamente. Las olas se han calmado un poco, dejándonos una brisa fría. No tardara en caer la tormenta. Gabriel permanece a mi lado tomándose el café en pequeños sorbos, puedo sentir su respiración y el sonido de la taza al tocar la mesa. —Tenemos una nueva chica. —Menciona. Levanto la cabeza para mirarlo. Abre su portátil y tras encontrar lo que buscaba, me enseña una imagen de una chica rubia muy bonita. —Es hija del vicepresidente de una reconocida marca de autos. Se perdió hace tres días al salir de sus clases. No hay rastros de un secuestro. Analizo la imagen. —¿Cuantos años? —Catorce. —Hace una mueca de desagrado. Es apenas una niña. No hace falta que me diga nada más, se lo que sospechan y es muy probable que la hallan secuestrado para el tráfico de blancas. —La tiene aquí, he recibido el catalogo —Un maldito catálogo de mujeres a subastar—. Ya sabes que hacer, Hope. Asiento. Desde hace un par de años, Gabriel y yo decidi