Cuando el sol entraba por el ventanal de mi despacho, me levanté y me metí en la cama con Gaia. Tenía los brazos y las piernas estirados y un charco de saliva debajo de la mejilla. Le alborote el cabello y la deje estar. Pronto, cuando su tía viniera por ella yo volvería aquí, haría mis maleas junto con Nicolás para zarpar por separado. He de haber dormido una hora antes de que Gaia se me lanzara encima y me sacara de la cama. –Tengo hambre, ¿tú no? –Fue lo que dijo cuándo me levante del piso, conteniendo una sonrisa de diversión por lo que acababa de hacer. Pude enfadarme con ella, pero no lo hice. No valía la pena desperdiciar nuestro tiempo. Me levanté con ella y la metí al baño conmigo, pese a sus protestas. La cambie y peine su cabello en una co{eta que le llegaba a la mitad de la espalda. Aquella actividad tan simple la disfrute mucho. Después, frescas y limpias nos fuimos a la cocina, donde nos esperaban todos ya despiertos y concentrados en sus tabletas, seguramente, trabaj
Ya es más de media noche, con suerte puedo dormir hasta mañana temprano que Gabriel llegue con su esposa y los demás. Pondremos en marcha la búsqueda para encontrar a mi esposo fantasma y debe salir bien todo, solo tengo una semana, como mucho dos para solucionarlo. Suspiro cuando un mensaje me llega al móvil,es de Nicolás. Te quiero en el hotel plaza roja ahora mismo. Estupido. Su estupida orden puede metersela por donde quiera. Que te jodan. Apago el móvil, Nicolás además de ser un biólogo y un jodido dolor de ovarios, estuvo en la milicia toda su adolescencia, tiene habilidades de rastreo que le facilitaran la tarea de hallarme, aunque me vaya al culo del mundo. Confió en que sus obligaciones y el que hayan varios kilómetros de agua entre los dos sea suficiente. Una vez su investigación acabe y terminemos el futuro negocio que estamos concretando, el regresara a Mánchester a sus propios negocios. Chad me deja en el puerto. Sonrío al ver las plazas vacías donde deberían estar
por la tarde, Lacey detuvo el crucero para que pudiéramos disfrutar sin estar mareados. —Uno no se puede casar así sin más, por muy dulce que sea la relación. —Comenta Theo. Mientras los demás jugaban y reían a carcajadas en el agua, Theo y yo nos manteníamos en la parte trasera del crucero, tumbados, recibiendo el sol. Yo no necesitaba broncearme, pero mi cuerpo agradecía la vitamina D. Gabriel tomo a Eva y se la subió en los hombros, Christian hizo lo mismo con Maria y emprendieron una batalla de empujones. Gritan y ríen. Yo quería sumergirme, pero no podía, no era capaz de volver a sumergirme en el mar después de todo lo que había pasado en el. —¿Aun no lo superas? Le puse atención a Theo. Tenía un bañador celeste, como sus ojos. —Lo he intentado. Alargo una mano para tomar la mía y darle un apretón. —Estoy contigo, lo sabes. le devolví el apretón, agradecida. Sabía que siempre estarían para mí. Me lo están demostrando ahora que están aquí sin saber lo que realmente s
Miro el cielo por una eternidad, suspirando dramáticamente. Las olas se han calmado un poco, dejándonos una brisa fría. No tardara en caer la tormenta. Gabriel permanece a mi lado tomándose el café en pequeños sorbos, puedo sentir su respiración y el sonido de la taza al tocar la mesa. —Tenemos una nueva chica. —Menciona. Levanto la cabeza para mirarlo. Abre su portátil y tras encontrar lo que buscaba, me enseña una imagen de una chica rubia muy bonita. —Es hija del vicepresidente de una reconocida marca de autos. Se perdió hace tres días al salir de sus clases. No hay rastros de un secuestro. Analizo la imagen. —¿Cuantos años? —Catorce. —Hace una mueca de desagrado. Es apenas una niña. No hace falta que me diga nada más, se lo que sospechan y es muy probable que la hallan secuestrado para el tráfico de blancas. —La tiene aquí, he recibido el catalogo —Un maldito catálogo de mujeres a subastar—. Ya sabes que hacer, Hope. Asiento. Desde hace un par de años, Gabriel y yo decidi
Subí a la terraza de la mano de Nicolás. Se me dibujo una sonrisa cuando mis ojos capturaron la imagen del espectáculo tan complacientemente divertido que se llevaba a cabo frente a nosotros. Eric, Theo, Marta, Gabriel y Marcos bailaban en medio de la pista en un gusanito agarrados de las caderas, subían y bajaban. Eva y María los observaban muertas de la risa. Nicolás me condujo a la barra, junto a Eva y María y sirvió dos tragos sin soltarme de la mano. Eva y María sonrieron y me guiñaron los ojos, acercandose. Conocían perfectamente lo que había entre ambos, porque sencillamente habíamos disfrutado sexualmente junto a ellos. -Que buen gen el de los malditos Ferria. -Murmuro Theo llegando frente a nosotras. Se sacudió el cabello, empapado de agua, haciendo que las gotas nos cayeran a nosotras. -Nicolás Ferria. -Mire sonriente como Nicolás se presentaba con total confianza ante el pelirojo alto y fornido frente a él. -Sí, lo sé, hombre. Te veo todos los días en las noticias. La
Nicolás entro en la ducha minutos después de encargase de apagar la llama que habia encendido. Me abstuve de entrar con él porque no quería romper la intimidad que tanto apreciaba. Además, tampoco quería que cuando se fuera, la ducha de mi habitación en el crucero me recordara a él. Las piernas me temlaban ligeramente aun, tenia las mejillas arreboladas y los pechos enrojecidos por la fuerza de sus caricias. Por lo demas, todo se sentia bien. Las endorfinas en mi cuerpo se sentian increibles. —Te esperare abajo. —Le grite abriendo la puerta corrediza que dividía la ducha. No repare en su cuerpo desnudo porque si lo hacia, empezariamos de nuevo, pero las gotas de agua bajaban por su pecho hasta donde no iba a mirar. Me mordi los labios y esboce una sonrisilla al ver su gesto. —¿No te unes? —Ya me he duchado. Mentira. Me ducharia en otra habitacion. —Puedes hacerlo otra vez, Aprill. Ven aquí. —Tengo mucho trabajo, obseso. Mentira. Nicolás rodo los ojos. Sabía que odiaba
Aquel grito solo consiguió enojarlo más. Se levantó de tirón, la silla cayó tras él, haciendo un pequeño estruendo. Me rodeo y cogiéndome por las axilas, me puso de pie. Le di manotazos en las manos para que me dejara. Me dio la vuelta, pegándome a su pecho y sujetándome con las manos en mi caja torácica, con fuerza. Incline la cabeza, buscando morderlo, pero alzo la cabeza, impidiéndomelo con su gran estatura. —Nicolás, de verdad, tengo que enviarle algunas cosas a Mara. –Si no podía por las malas, debía poder por las buenas—. Por favor. A él le gustaba mi sumisión, por lo que deje de forcejear. Le encantaba tener ese poder sobre mí, sentir que podía doblegarme a su voluntad y que el único que podía decidir de manera exclusiva e irrevocablemente era él. Gruño, debatiéndose entre ser un jodido dolor de ovarios o dejarme. —Te dije que teníamos una actividad que hacer. Inhale. Sus actividades no me importan ahora, menos si suponían que se iba a divertir solo él. —Es algo tarde par
Me agarre el con más fuerza, sintiendo como el pánico me helaba la sangre. Apreté mis manos sobre su cuello, hincándole las uñas. Mi cabeza permaneció en el hueco entre su mandíbula y el cuello. -¿Que ha sido eso? Mi cuerpo esperaba cualquier cosa, una sacudida o un grito atroz de uno de nosotros. No obstante, nada llego, solo la voz de Nicolás y sus manos acariciándome la espalda de arriba abajo -Mírame. -No puedo. -Hazlo. Me molestaban sus órdenes, siempre. Me hacen sentir como un perro, pero en ese momento, aquella rudeza me calmo de una manera que no podía explicar. Levante la cabeza con un suspiro, expulsando el aire por los labios entreabiertos. -Lo que ha tocado tu pierna antes, ha sido esto. Una fina cadenita brillo contra su mano, lanzando destellos sobre mi piel. El dije, un poco más grande y brillante. Era mundo con una ola en el centro con reflejos azules. -Quiero que fluyas, que te levantes con fuerza y no temas a caer porque siempre vas a levantarte, sola o con