30. Verdades al aire
–Quería bailar con él y pasarla bien.

Nicolás se relajó, le dio un toquecito en la nariz y se enderezo.

Fue mi turno para que me diera un abrazo. La apreté con fuerza.

–Te amo, pequeña.

–Yo también, mami.

¿Podía existir mejores palabras que esas? No lo creía en absoluto. Los altavoces anunciaron que la cena seria servida, así que nos dirigimos a la mesa delantera, la más grande. Nuestros nombres estaban juntos, con Gaia a mi lado y Nicolás al otro. Vi que el nombre de mi padre estaba delante de mí y el de Kiara. Los padres de Nicolás también estarían en la mesa. Aquella combinación no podía ser peor. Dos familias que se odiaban y unos hijos que se querían y compartían sangre en el pequeño ser a mi lado. Yo como la oveja negra que me había involucrado con el enemigo y la persona que le había arrebatado la vida del hijo de la pareja Ferria. Me sentía crucificada entre las miradas que me lazaban y atine a rodear a Gaia con mi brazo cuando bajo la mirada, incomoda por el escrutinio d
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