La señora Kate estaba más atrás, avergonzada, en cierto modo, yo también. Mi papá estaba a punto de echar humo por las orejas cual toro embravecido. –¡¿Qué m****a haces?! Entro en la habitación, empotrándome contra el primer mueble que nos topamos. El golpe en mi espalda fue tan fuerte que me dejo sin aire. –Papá. Gimotee cuando su mano envolvió mi cuello, apretando con fuerza. Me dio una cachetada y alzo la mano para darme otra, pero me lo quitaron de encima de un manotazo. Nicolás lo arrincono contra la pared, con la misma fuerza con la que él me había tratado. Aun en trance y recuperando el resuello, escuchaba sus gritos embravecidos. La señora Kate me ayudo a levantarme. Me sentía la mejilla arder y la espalda me palpitaba allí donde me había dado con la punta del mueble. Levante la cabeza. Vi a mi padre sangrando por la nariz ladrándole a Nicolás. –Es una puta, ¿para que la quieres? Me dolieron sus palabras. –Vuelve a abrir esa boca tuya y va a ser lo último que salga de
Nicolas Ver a Aprill callada y decaía me traía atado a la calle de la violencia. Me sentía animal, salvaje, con ganas de sangre y no precisamente de cualquiera. Su padre jamás había sido una persona que me agradara ver, ahora era mejor que ni se atreviera a aparecer porque la poca consideración que le tenía por ser el padre de la mujer que amaba se esfumaría. Aprill sufriría si le pasaba algo, pero sufría más teniéndolo en su vida. Sin el maldito viejo vivo, ¿cuantos problemas se ahorraría? Tantos que era mejor que no me empecinara con la idea porque sería malo, muy malo. Levante a Aprill de la tina en la que nos habíamos metido. La llevé hasta el lavamanos y la senté sobre la superficie plana. Abrí los cajones, buscando una pomada para los golpes que mamá había dejado aquí alguna vez. Cuando por fin la encontré, me unte el dedo y se lo pase por la mejilla donde tenía la mano de su padre pintada. La rabia volvió a resurgir, brotando como un volcan en erupcion, enojado con él por te
Abrill Podría catalogar esa mañana como uno de los momentos más emocionantes del mes, que va, de todo el maldito año. La sensación de libertad, no solo por aceptar lo que sentía por Nicolás sino por todo lo que había pasado con mi padre. Me sentía liberada de la necesidad de satisfacerlo. Ya no existía el anhelo de actuar según él lo quería, ya no me cohibiría. Me habían dolido sus palabras, marchitado las esperanzas, pero el no tener que esperar un mensaje diciéndome que se sentía orgulloso, un te quiero o un viaje espontaneo a Colombia solo poder verme, me empujaba a avanzar por encima de él, a saltar la piedra que el suponía en el camino. Hay esperanzas que es mejor soltarlas que retenerlas porque lastiman y detienen. Quiero a mi padre, pese a todo, sigue siendo lo que un día fue, le tengo un poco de resentimiento, un parasito que no he podido sacar de mi corazón. Seguiré viéndolo porque tiene algo que me pertenece, conserva una parte de mí, de mi alma, pero ya no será el verdugo
Abrill Mi aterrizaje en Colombia no fue ni de lejos un descanso. No hubo viaje a mi departamento para dejar las maletas ni a descansar el culo adormecido por las casi diez horas en el maldito avión. En lugar de eso me dirigí de inmediato a las oficinas a una reunión con Carlos, Yennefer y el comandante de Dream. Sabía que el crucero estaba en el astillero, esperando mis órdenes para ser o no restaurado, reparación que me costaría millones, posiblemente la mitad de lo que me costó construirlo. Tome asiento, como siempre, en la cabeza de la gran mesa. Marcos no se atrevía a mirarme a la cara, mientras Yennefer y Carlos no le quitaban ojos de encima. Esos dos sí que intimidaban. Me sentía horrendamente mal, así que quería salir de todo de una vez. —Dame un reporte de todo lo que ha pasado en mi ausencia. —Como bien supo, la hazaña para recuperar el crucero fue fructífera. –Comienza Carlos fijando la atención en mi—. Hemos salvaguardado todo lo que se pudo conservar, sin embargo, el
No sé en qué puto momento me quede dormida en el sofá de la sala. El codificador del televisor me muestra que van a ser medianoche. Reparo la botella a medio acabar a mi lado y me la vuelvo a empinar yéndome a la cocina a rebuscar en los últimos cajones. No suelo tener esta clase de cosas en mi casa, pero Yen los dejo cierto día y ya no los bote nunca. Saco un cigarrillo de la caja. Me quito la ropa, poniéndome una camiseta del refugio que me llega hasta los muslos y me voy al balcón. La ciudad está en silencio, algo raro, pero logro ver los televisores encendidos por las ventanas sintonizados con la novela de los lunes. A mi hoy me vale saber quién se muere o de quien es la herencia, me vale m****a todo. Las lágrimas vuelven a empaparme el rostro. Bajo la cara a la barandilla del balcón y me quedo allí lidiando con el mareo que me provoca haberme bebido una botella y media yo sola. Me fumo dos cigarrillos de seguido, sincronizándolos con la botella y es que todo me harta. Mi padre
Deje la carta bien guardada debajo de una pila de papeles para que Tom no la viera. Tom nunca tocaba, no recuerdo que lo haya hecho nunca. Entro en mi oficia, impregnándola de su loción. Descubrió los ventanales que había mantenido cubiertos, obligándome a oscurecerlos con los botones que había en mi escritorio. Estaba metido en su traje de tres piezas blanco y una ridícula corbata negra con estampados de palmeras blancas. Tomo asiento frente a mí, cruzando las piernas –Mara me ha dicho que tenemos una reunión. –Abrí una botella de agua y me desabroché el sostén. –Así es. –Afirmo. Entrecerré los ojos. Estaba completamente serio. –Te escucho. –El sábado es tu cumpleaños y no hemos planeado nada. Tome aire ruidosamente. Tenía cosas más importantes que planear una m*****a fiesta. –Tom, tengo una pila de asuntos que atender. No me importa celebrar que todavía no me he muerto. Rodo los ojos, exasperado. Me daba igual que él le diera importancia. Yo nunca había celebrado mi cumpleaño
El jueves llego y con ello el cansancio de haber acabado con todo el trabajo acumulado. Le daría unas merecidas vacaciones a Mara que se veía más delgada e igual de agotada. No habíamos encontrado a nadie para el puerto y no había podido hablar con Yenefer porque estaba en Brasil. Me había mensajeado todos estos días con Nils, me reía entre pausas de los menajes que me enviaba y poco a poco lo que solo era una relación meramente laboral donde cada uno se mantenía en lo suyo empezaba a construir los cimientos de una amistad. Nos manteníamos al tanto de los negocios y había más confianza, aunque después de que me viera prácticamente desnuda y supiera la consistencia de mi vómito, pensar en confianza parecía un juego de niños. Mensaje de Nils A Aprill. 4:40pm No me gusta, demasiado pequeño. Le estaba mostrado el terreno que tenía destinado para el complejo hotelero que íbamos a crear juntos, una fusión de dos apellidos que sin duda empezarían a dar de que hablar. Él quería algo extra
La mañana siguiente aproveche la mañana para ir a ver a Dream. Tenía que decidir algo y encargarme. Carlos insistía en que había sido algo intencionado, pero no tenía algo verídico a lo que pudiera agarrarme. El comandante de Dream estaba fuera de mis oficinas porque para bien o mal, no debía detener el crucero a mitad de la ruta cuando los motores estaban en perfecto estado, mucho menos hacerlo sin la supervisión de ningún otro. Aunque también tenía que pensar lo que iba a hacer con el ingeniero mecánico, él tuvo que estar de acuerdo en pagar los motores. Era un tema complicado que poco a poco se iba aclarando, pero ahora me enfocaría en mi crucero.Llegue a la parte del puerto donde estaban mis cruceros, como cosa rara estaban los siete en filas. Me encantaba verlos, llenarme de orgullo cada vez que los tenia de frente, tan imponentes y hermosos.Gaia era un crucero infantil lleno de colores y actividades que mi hija había elegido. La mayoría del diseño lo habíamos ideado juntas. He