Capítulo 3

Es la medalla de San Benito Abad me explicó, fue el primer monje occidental en implementar las creencias cristianas en dicha región, fue un santo reconocido por los milagros y a día de hoy la medalla de él otorga protección en contra de todo lo maligno, normalmente las personas que usan su medalla la ocupan para su propia protección. Es un hermoso detalle ma, muchas gracias. Me di la vuelta para que me la coloque.

Luego de eso hablamos de algunas cosas, le ayudé a limpiar los cubiertos y subí a mi habitación a descansar. Pasaron algunas horas y desperté descansada. Como no tenía nada planeado para hoy, decidí ofrecerle ayuda a mi ma para hacer la cena. Como es viernes es día de permitidos, entonces decidimos hacer hamburguesas. Mamá preparó la carne y huevos, yo ayudaba con las verduras. Preparamos distintos tipos de salsas. Justo cuando estábamos terminando, llegó papá. 

- ¡Hola!, cielo algo huele delicioso, le da un sonoro beso a mamá, a lo que yo me asqueo, puaj.

Y el me da un lindo y sonoro beso en la frente para continuar fastidiándome, cuando ve mi cara, se ríe. No soy una persona que demuestra su amor físicamente. Terminamos de preparar las hamburguesas y nos sentamos a comer todos juntos.

Una vez terminada la cena, entre los tres nos ayudamos a ordenar el desastre existente en la cocina, de esa manera le reducíamos el trabajo a mamá y por lo tanto no se levantaba a limpiar al día siguiente. Así todos podíamos dormir hasta tarde, tanto los horarios de mis padres como los míos van de lunes a viernes, los fines de semana acostumbramos a descansar y ayudar en lo que haga falta para la casa. Cerca de las 23:00 pm ya estaba lista para dormir, aunque antes, decidí darme una ducha para relajarme. Tenía un poco de ansiedad por lo sucedido ayer, pero luego del baño me calmé y hasta lo olvidé. Me recosté en mi cama y en un abrir y cerrar de ojos quedé profundamente dormida.

Me levanto de una manera abrupta cerca de las 03 am, no soñé absolutamente nada, pero me sentía observada, eso me incomodó hasta el punto de levantarme.

Mi habitación no es muy grande, mi cama está de lado junto a la pared, tengo una mesita de noche con un bello velador, al lado contrario tengo mi armario, un bonito espejo de cuerpo completo para ver mi outfit, un escritorio con librero incluido y por último un hermoso tocador. Se me olvidó mencionar que tengo una ventana con un pequeño balcón. No hay mucho lugar para esconderse, decía yo en mi mente, así que sin muchas vueltas decidí encender mi velador que alumbra bastante o por lo menos lo suficiente para saber si estaba sola. 

En pocos segundos enfoqué mi vista en una sombra bastante alta y de una complexión física bastante fornida, por mi mente pasaban un sinfín de ideas nada agradables, hasta que de repente escucho...Lía.

Lo que para mí resultó terrorífico hace unos segundos acababa de convertirse en una pesadilla, muy poco convencional porque por un lado estaba procesando que mi sueño de hace unos días fue real y es altamente probable que la sombra del baño haya sido él. Y digo él por la voz que tiene, aunque si soy sincera no sé con qué cosa estoy lidiando.  

- Y empiezo a escuchar una risa muy poco graciosa, esta cosa tiene nombre vocifero... 

- Se me acaba de quedar la cara en blanco. Puede leer mis pensamientos.

- Sí puedo, me llamo Hadrien y seré tu peor pesadilla. Estaba asustada, aunque muy en el fondo no me daba tanto miedo, porque si quería hacerme daño, ya lo hubiera hecho. Hadrien se acercaba cada vez más hasta que pude apreciarlo bien, era un hombre aparentemente de unos 26 años, alto, de una tez blanca, cuando me encuentro con su mirada veo unos ojos oscuros, tanto era esto que no se podía distinguir la pupila. 

- Da un paso más y cae de rodillas haciendo un quejido ensordecedor, ¿qué m****a es eso?, gritó.

- A lo que por fin pude articular palabra, ¿a qué te refieres?, pronuncié muy despacio, no pensé que me fuera a escuchar considerando que seguía con los quejidos. 

- Hay algo que traes encima, me impide acercarme, me lastima, tienes una protección. ¡quítalo de aquí, ahora!, ordenó. Cuando terminó de decir eso, saqué un coraje que ni yo sabía que tenía, recordé la medalla de San Benito, me levanté de la cama y empecé a caminar hacia él. A medida que me acercaba, Hadrien retrocedía, hasta que llegó a la pared. Internamente escucho una voz que me dice, Lía destiérralo...

- Hadrien se apresura a hablar, no lo escuches, quítate ese collar y todo estará bien.

- Ni bien terminó de decirme esto, le contesto, Hadrien yo te destierro.

Drásticamente veo un cambio de color en sus ojos, de la total oscuridad que estos reflejaban acaban de convertirse en un rojo, parecían llamas y ellas reflejaban un odio puro que nunca antes conocí. En un movimiento desesperado por parte de este ser que se hace llamar Hadrien, me agarra del tobillo, pero al instante en que su mano hace contacto con mi piel empieza a quemarse, yo veía su rostro desfigurarse sin embargo a mí no me dolía nada, hasta que...

Ahhh grité, sentí un dolor punzante que iba de la parte interior de mi muslo hacia el exterior.

- Y le escucho decir, no podrás librarte de mí tan fácil Lía, volveré por ti, hasta entonces portaras esa marca y todo aquel hombre, mujer, bestia o ser que no pertenezca a tu mundo trate de acercarse, sufrirá las consecuencias de meterse con lo que me pertenece.

Y sin más desapareció. A los pocos segundos caigo al suelo y aparecen mis dos padres armados por la puerta, los veo entrar y siento a mamá abrazarme, aunque no por mucho, me terminé desmayando en sus brazos y sin más todo quedo en una confusa oscuridad.

A la mañana siguiente me levanté un poco mareada, pero fue muy breve, empecé a recordar todo lo vivido anoche y lo primero que hice fue mirar mi pierna. Tenía una marca parecida a una quemadura de tercer grado la cual rodeaba mi muslo; me asusté un poco, aunque al tacto no me dolía. Me predispuse a buscar a mis padres, eran las 09 am, al bajar por las escaleras los veo conversando muy seriamente sobre algo, asumo que el tema soy yo porque al llegar junto a ellos terminan en seco la conversación.

- Buen día dicen al unísono, ¿cómo te sientes preguntó mamá?, bajo la atenta mirada de mi padre. 

- Buen día les digo a ambos, me siento un poco cansada por lo transcurrido anoche.

Papá me preguntó si podía contarle que había sucedido anoche, a lo que yo le respondo que no había problemas, pero les dije que mantengan la mente abierta porque esto iba a resultar extraño. Empecé el relato con lujo de detalles y a medida que la historia avanzaba la cara especialmente de mi padre se tensaba cada vez más, miraba acusadoramente a mi mamá. Situación que yo no entendía. 

Al terminar el relato, miro mi pierna por inercia y en el lugar de la quemadura, se observaba un tatuaje gigantesco, con forma de 2 dragones, un dragón es femenino y de apariencia gentil mientras que el otro es como él, es como Hadrien, volver a decir su nombre me genera escalofríos. Es un dragón oscuro de apariencia hostil y lleva una numeración 31-10-1666, el número es bastante pequeño, pero con que mires la pierna con detenimiento bastará para darte cuenta de la existencia de este.

Volví a la realidad cuando mi madre se paró a mi lado para apreciar mi nueva pierna por así decir. Se quedó mirándolo fijamente como si tratase de entender algo, pero pronto salió de su trance. 

Y empezaron a contarme una historia muy extraña, de una bebita que tenía problemas aparentemente faciales. A lo que yo pregunté, ¿Qué clase de problemas?

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