Capítulo 7

Hoy es viernes, así que estaba de buen humor. Fue una semana un tanto complicada debido a todos los recientes incidentes y a raíz de ello, digamos que me tomé muy a ligera lo de asistir al instituto. Por otro lado, se podría decir que estamos raspando las vacaciones por lo que, mucho ya no me preocupaba el asistir.  Así que como hoy es el último día de clases, le consulté a mamá si podía quedarme y pues no puso mucha objeción en ello, sin embargo, a papá lo tuve que convencer y nada mejor que limpiar su vehículo. Como por arte de magia el "no" de unos segundos atrás acabó de convertirse en un radiante sí. Así que Lía 1 y padres 0. Omitiendo lo de la limpieza claro estaba, aunque limpiar era un pasatiempo que me encantaba, colóquenme de sobre nombre loca, pero pues son mis gustos. Desayunamos juntos, luego papá fue al trabajo y mamá se quedó preparando una receta de panecillos. Mientras tanto decidí salir al jardín para relajarme aprovechando que el día está muy caluroso y soleado, le propuse a mamá regar las plantas del patio a cambio de que me invite un poco de sus panecillos; aceptó sin problemas, pero antes me dirigí a mi recámara para colocarme una ropa más apropiada para ello. Necesitaba cambiar mi pijama porque como estarán pensando, aún no me he cambiado y no quiero que ninguno de mis vecinos vea mi pijama de gatitos, hoy es el día de la flojera de Lía. Me coloqué un short de tela, bastante corto y un bikini en la parte de arriba, preparé una toalla. Y fui al patio.

- ¿A dónde vas así vestida?, consultó mi madre.

- A trabajar con estilo, como el día está muy caluroso decidí ponerme el traje de baño para así evitar un mal bronceado, no quiero que me quede la marca de la camiseta por los brazos.

- ¿Broncearte?, más bien diría que te vas a poner roja como un tomate, pero si lo quieres hacer, adelante hija. 

- Okay ma, adiós.

Manos a la obra, dejé la toalla colgada en una silla que tenemos en el patio para cuando vienen los invitados, al igual que mi celular y demás cositas, traje un parlante para poder escuchar algunas músicas así me dan apoyo mental. Empecé regando los arbustos, luego los árboles y por último las flores. El patio de casa no es muy grande, pero es bastante completo. Atrás de la casa tenemos un pequeño quincho, donde hay un baño y una parrilla, es muy confortable. Normalmente ahí se prepara la carnita asada, además tenemos una pileta mediana, la cual el 95% del año está tapada para evitar que se ensucie y también se evitan las alimañas. En lo que queda de patio tenemos la cochera para los vehículos y un bello jardín de flores y árboles, tanto en la parte frontal como en la parte trasera de la casa.

Conecté una manguera a la canilla del patio y junto al ritmo de Taylor Swift; empezamos.

Estaba tan centrada en regar las plantas, que no estaba prestando atención a los hechos que estaban ocurriendo a mi alrededor. Hace como unos 30 minutos que estaba en el patio y hace como otros 10 minutos que empecé a sentir una molestia en la pierna en donde están los dragones. Al principio no le estaba haciendo caso por que como ya dije antes, estaba concentrada en regar las plantas, pero a medida que los minutos pasaban se hacía más intenso, tanto así que me tuve que sentar a descansar porque me estaba doliendo demasiado, como si estuviese teniendo un calambre o espasmo.

Por inercia empiezo a buscar en el patio, pero no veo nada, aunque a los pocos minutos recuerdo que en el quincho hay 2 espejos, uno dentro del baño y otro de cuerpo completo que está al lado de unas enredaderas que mamá tiene. Voy caminando lentamente, primero fui al baño y al no ver nada, me dirijo al espejo de cuerpo completo, al cabo de unos segundos de pararme enfrente, el dolor que sentía en el tatuaje disminuyó drásticamente. Tuve el presentimiento de que algo estaba mal por lo que decidí mirar mi tatuaje y al levantar mi cabeza en el espejo observo a un hombre bastante apuesto, diría que está entre los 25 y 30 años de edad, aunque la última vez que lo vi tuve esta misma percepción. Tengo una sensación extraña respecto a este ser de apariencia varonil, creo que lleva mucho más tiempo en este mundo del que me imagino. Ahora que lo pienso la noche que se me apareció en mi habitación fue todo muy confuso, recuerdo haber visto sus rasgos y hacer suposiciones, pero ahora, por fin tengo a Hadrien en todo su esplendor frente a mí. Es un adonis, esa es la mejor definición que se me puede ocurrir.

- Hola Lía.

Literalmente, yo estaba petrificada y lo único que de momento me estaba funcionando era la voz interna de mi cabeza, empecé a sobre pensar demasiado, pero a diferencia de la primera vez, él no estaba leyendo mis ideas. A lo que le escucho decir

- Parece como si estuvieras observando un fantasma o un demonio, al decir esta palabra, sus ojos brillaron con un destello rojizo. A decir verdad, puedo apostar a que tu mente ha de estar pensando muchas cosas, lastimosamente para ti no puedo leerlas, pero esto ya lo sabías o no Lía.

- Cuando volvió a pronunciar mi nombre al fin pude salir de mi trance, y le contesto ssi..sí (tartamudee).

- ¿Estas nerviosa, pero por qué?, no ves que no puedo salir de los espejos, creí que ya lo tendrías por sentado, resulta que eres igual de ignorante que los de tu especie, exclamó con odio.

- Al terminar de decir esto, se me subió una rara, pero muy fuerte oleada de rabia. ¡Cállate!, nadie pidió tu opinión, tan poderoso que te muestras cuando a ciencia cierta esta humana común y corriente te mandó de paseo al mundo de los espejos. Ni bien terminé pronunciar la palabra espejo, sus ojos se encendieron de color rojo al igual que en la primera noche que entablé una conversación con él, si así se lo puede llamar. Lo siguiente que siento es un dolor como si me hubieran derramado ácido en la pierna, (empecé a gritar).

- Búrlate todo lo quieras, pero igual estando en un mundo ajeno al tuyo, tengo este poder sobre ti, y de un momento a otro mi dolor paró. Hasta luego Lía. Para el momento en el que él se despidió, llegó mi madre.

- ¿Qué pasó Lía?, me asustaste. Le dije que estaba regando las plantas y de repente empecé a sentir una molestia en la pierna que me guio hasta el espejo y terminé hablando con él.

- ¿Con quién hablaste?, preguntó mamá

- Con Hadrien, como si de un mal chiste se tratase sentí una puntada en donde hace segundos sentía que se me derretía la piel. Pero esta no fue para nada dolorosa, fue como una especie de masaje.

- Vamos adentro, ya hiciste suficiente por hoy, el auto de tu padre lo limpiaremos después, te ayudaré, pero ahora vamos adentro a descansar. 

Luego de volver al interior de la casa, comimos un refrigerio frío e hicimos una siesta. Posterior a esto nuestra tarde transcurrió de modo normal, limpiamos el vehículo de papá, aunque yo le insistí que me dejé hacerlo sola, pero mi madre no me lo permitió.

Luego en la noche llegó mi papá, charlamos de su día laboral y hablamos de varios temas incluyendo todo lo que pasó el día de hoy, a mí no me gusta preocuparlos, pero son unos padres muy atentos y están al pendiente constantemente así que, se vuelve difícil la idea de esconder mis problemas frente a ellos. Al término de la cena, ayudé a mamá con el orden de la cocina y subí a mi habitación con la idea de dormir. Pasé por la habitación de ellos luego de alistarme para descansar, me despedí.

- ¡Buenas noches! 

- Buenas noches Lía, dijeron al unísono. Si necesitas algo, no dudes en levantarnos.

- Está bien, pero por favor traten de descansar, si se presenta algun imprevisto les hare saber. ¡Adiós!. Fui directo a mi habitación, sin pensar en nada más, me recosté y quedé profundamente dormida. Mientras tanto Hadrien, custodiando a Lía desde el mundo de los espejos. La odio, pero la deseo lo suficiente como para aguantar por mi venganza. Lía no se hace una idea de lo que el destino le depara.

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