Theo miró la suave danza de la pequeña flama de aquella vela roja que se encontraba sobre la pequeña mesa de cristal. Se acomodó sobre el asiento negro de piel que le había comprado a la anciana hace unos meses atrás.— ¿Entonces? —preguntó Theo para después llevarse una mano al rostro y masajearse la mandíbula tensa.—Veo a una mujer —dijo la anciana. Haciendo un pequeño gesto de disgusto.Theo pasó su mirada sobre el rostro deteriorado de la mujer, que a causa del paso de los años comenzaba a marchitarse cada vez más. Se estiró en el asiento y sonrió con tranquilidad.— ¿Otra mujer?— susurró el, estirándose en el asiento. — ¿Otra?La anciana se levantó de su asiento con la misma expresión de disgusto en su rostro y alzó la carta entre sus manos. El joven ho
Aurora suspiró con tranquilidad al ver la noche completamente oscura, esa noche en especial estaba más oscuro puesto que la luna no se encontraba ahí. Aurora levantó su muñeca y miró la hora en el reloj rosado que le había regalado su padre hace unos días.—Rayos –susurró para terminar corriendo hacia la parada. — ¡Permiso!— gritó mientras empujaba a unos chicos que estaban en su camino. Se llevó las manos a los bolsillos y sacó una de las cuantas monedas que solía guardar a diario para su autobús.El autobús se visualizaba a metros de ella, si no corría con más fuerza perdería el ultimo camión de la noche y no podía costearse un taxi. Tendría que regresar caminando a casa y eso era prácticamente imposible.— ¡No!—gritó mientras corría con fuerza. &m
Al despertar, lo primero que pudo escuchar fue el sonido de los neumáticos posiblemente desgastándose con fuerza sobre alguna carretera. Le habían encadenado los brazos y las piernas para que no pudiera escapar de aquel lugar. La cabeza le dolía con fuerza cada vez que su cuerpo temblaba con fuerza, el golpe que había recibido en la cabeza la seguía inestabilizando. Podía percibir el asqueroso olor del tabaco y alcohol cerca de ella. Escuchaba las voces de aquellos hombres que la habían capturado. Quería regresar desesperadamente a casa, quería volver a ver a su madre, a su padre y a toda su familia. No quería encontrarse en aquel lugar donde posiblemente no podría salir con vida, no sabía para nada que era lo que querían de ella pero sabía que ella no había hecho absolutamente nada para terminar en aquel lugar. El sonido que producía el motor se incrementó cuando la velocidad aumentó, haciéndola rodar por un momento en aquella camioneta. Un quejido de dolor salió de sus lab
A la mañana siguiente Aurora abrió los ojos, sintiendo como su cuerpo aún se permanecía temblando, un clásico comportamiento de estrés sobre su cuerpo. Frente a ella pudo ver una mujer amarrada al igual que ella, su rostro se encontraba completamente golpeado y había unas cuantas heridas sobre su rostro como si la hubieran golpeado hasta abrir su piel. Por unos cuantos segundos la miró fijamente, observando como su respiración parecía ser cada vez más débil. Justo como si estuviera muriendo frente a ella. Por un momento Aurora se sacudió con fuerza, observando como las cadenas de metal y el asiento de terciopelo gris parecían no moverse en lo absoluto. Como si el asiento estuviera perfectamente pegado al suelo.—¿Qué hacemos aquí?—preguntó una joven chica al lado de Aurora, atrayendo su atención mientras sollozaba y temblaba sobre su
Ni siquiera podía entender con claridad que era lo que estaba sucediendo a su alrededor. De un momento a otro unos hombres se habían acercado a ella con grandes armas para terminar liberándola de aquellas cadenas metálicas que al final del día habían terminado por lastimar su piel. Las mujeres con las que había estado durante todo el día habían desaparecido una por una a través de aquella puerta de metal. En esos momentos era su turno, la llevaban amarrada de muñecas y con el rostro cubierto por una tela delgada que le permitía ver levemente lo que estaba sucediendo en el exterior.La llevaban por una clase de pasillo oscuro, iluminado con luces de varios colores, se podía escuchar la música de fondo, Aurora pudo percatarse que se encontraba en alguna clase de bar. La música era lenta, seductora y terrorífica.Sus torpes pasos la hicieron tropezarse por un mo
La estación de policías estaba hasta el tope esa mañana, los oficiales vestían sus uniformes mientras pasaban de un lado a otro con los ceños fruncidos, revisando grandes cantidades de pasaban de un lado a otro con los brazos completamente llenos de carpetas de color negras. Esa mañana en específico tenían miles de reportes de accidentes, tráfico de personas y otros negocios ilegales que no podían detener con facilidad.El oficial de ojos azules suspiró con fuerza, pasándose las manos por el cabello rubio mientras se recargaba sobre el respaldo reclinable de su asiento. Observando como sus compañeros se pasaban de un lado a otro con el ceño fruncido. Demostrando la gran cantidad de estrés que había esa mañana.—¡Adam!—gritó un hombre desde el exterior del departamento—¡Te busca la interpolice!—&i
Todos los trabajadores de aquel lugar conocían a la perfección a Theo. Conocían perfectamente los gustos que él tenía respecto a las mujeres y en esos momentos sabían que la mujer que acababa de entrar por la puerta de su mansión le gustaría por completo. Aurora era la combinación perfecta de inocencia y sensualidad pura. Únicamente tenían que ver a aurora por un momento para darse cuenta la clase de mujer que acababa de capturar o ganar Theo.Todos en aquel lugar respetaban por completo a cada una de las mujeres de Theo porque sabían que desear a una de ellas y ser descubierto significaba que terminarían siendo torturados hasta que su cuerpo no pudiera más.A Theo le gustaba torturar y de eso no había duda. Desde que únicamente había sido un niño, Scott le había demostrado y le había enseñado cómo es que el negocio s
La habitación estaba perfectamente limpia, se podía oler un delicioso olor a vainilla que provenía desde una de las esquinas de aquella habitación. Todo estaba decorado en todos blancos y ligeramente dorados que hacían ver el lugar elegante y sofisticado. Aurora se mantuvo en silencio, sentada en aquella cama blanca. Aurora podía escuchar el sonido de las voces desde el exterior de aquella habitación, podía escuchar pequeños murmullos femeninos desde el exterior de la habitación como si estuvieran fuera de la habitación, vigilándola. Sus manos se encontraban temblando con fuerza, el dolor de su tobillo se intensificaba cada vez que ella se movía con delicadeza. Por un momento pasó por su cabeza hablarle a Theo, necesitaba ser atendida, necesitaba que alguien revisara su tobillo o por lo menos necesitaba algún botiquín que pudiera ayudarle a curarse a si misma en aquel lugar. Con sumo cuidado se bajó de la cama, observando el suelo amaderado de la habitación.