La estación de policías estaba hasta el tope esa mañana, los oficiales vestían sus uniformes mientras pasaban de un lado a otro con los ceños fruncidos, revisando grandes cantidades de pasaban de un lado a otro con los brazos completamente llenos de carpetas de color negras. Esa mañana en específico tenían miles de reportes de accidentes, tráfico de personas y otros negocios ilegales que no podían detener con facilidad.
El oficial de ojos azules suspiró con fuerza, pasándose las manos por el cabello rubio mientras se recargaba sobre el respaldo reclinable de su asiento. Observando como sus compañeros se pasaban de un lado a otro con el ceño fruncido. Demostrando la gran cantidad de estrés que había esa mañana.
—¡Adam!—gritó un hombre desde el exterior del departamento—¡Te busca la interpolice!
—¿La interpolice?—preguntó en un pequeño susurro, levantándose de su asiento mientras se estiraba— que carajos quieren ahora.
—Creo que te necesitan para resolver un caso de desaparición.
—Hay miles de casos de desaparición—soltó antes de caminar hacia el pasillo, acomodándose el cabello mientras se miraba ligeramente por uno de los espejos que solían tener en aquel pasillo. Su mirada se encontró a una mujer de cabello oscuro dentro de una de las salas donde lo Interpolice se encontraba esperando por él. Sus pasos se dirigieron inmediatamente a aquella sala donde finalmente pudo ver a la mujer de frente. Junto a ella venía un hombre de cabello ligeramente claro.—¿Buenos días?—soltó con confusión.
—Llegaste rápido— respondió el oficial de la interpolice, cruzándose de brazos sobre su uniforme de color negro. Adam se encogió de hombros por un momento, esperando que aquel agente le dijera que se supone que estaba sucediendo en esos momentos.
—Te presento a la señora Michelle, hace unas cuantas horas...para ser exactos tiene un día sin encontrar a su hija.
—Tienen que pasar más de dos días para levantar el acta de desaparición— respondió Adam— no puedo ayudarlos, lo siento pero tengo muchos casos de desaparición. Vengan mañana—soltó con frialdad. Dándose la media vuelta, decidido a abandonar aquel lugar.
—¡Los Evans la tienen!—soltó el hombre que acompañaba a la mujer— esos hombres tienen a mi hija.— Scott y Theo tienen a mi hija— añadió entre llanto, golpeando la mesa con fuerza— ellos me lo han hecho saber...
—¿Theo Evans?—preguntó Adam, volteando nuevamente hacia aquel hombre.— ¿Cómo lo sabes?—preguntó. Tenía años tratando de encontrar a Theo, buscando una manera de finalmente atraparlo y encerrarlo en una celda de máxima seguridad. Su único objetivo era encontrarlo y terminar con todo de una vez por todas. —tiene alguna prueba que Theo Evans tenga a su hija, señor.
—Mi nombre es Alex...no tengo ni una sola prueba que ellos se hayan llevado a mi hija. Únicamente lo sé, me han llamado y me lo han dicho... Yo le debía dinero a ellos. Se han cobrado con mi hija, entonces sé que ellos la tienen— susurró, sintiéndose completamente avergonzado de sus acciones. Lamentándose que cada uno de sus vicios terminaran por afectar a su querida y única hija. Cuando comenzó con los juegos de apuesta nunca pensó que terminaría convirtiéndose en un adicto. La primera vez que vio a Scott fue hace unos cuantos años pero cuando su deuda comenzó fue cuando lo vio por segunda vez en uno de los eventos de juegos de apuesta, habían pasado tantos años desde la primera vez que se habían visto que para él fue imposible reconocerlo. Aquella noche de juego se sintió terriblemente intimidado hasta que extrañamente le demostró un lado amable. Ofreciéndole dinero cuando su billetera terminó por vaciarse. Aquella noche no había entendido el peligro que le ocasionaría aceptar ese dinero que terminó por perder en unas cuantas horas. Nunca imaginó que aquella noche le daría inicio a un infiero, inició a un ciclo donde cada vez terminaría pidiendo más dinero prestado al mismísimo diablo que finalmente terminaría por cobrarse con lo que más había amado en toda su vida. Sabía perfectamente que aquellas acciones habían terminado con su familia. Realmente lo único que deseaba en esos momentos era recuperar a su pequeña hija, deseaba ver su sonrisa una vez más para poder pedirle disculpas hasta que ella pudiera perdonar su error.
Sabía a la perfección que su esposa nunca perdonaría lo que había hecho porque desde un inicio él había sabido las consecuencias que podrían ocurrir si él no pagaba la deuda que aumentaba conscientemente pero era un adicto y cada vez que pedía dinero creía que sería la última vez. Que aquel dinero le serviría para pagar la deuda que tenía con la familia Evans.
—¿Le debías dinero a Scott y a Theo?—preguntó Adam, negando por un momento. Justamente antes de tomar asiento.— lamento decirles esto pero encontrar a su hija será prácticamente imposible. Llevo años tratando de encontrarlos, especialmente a Theo. Es imposible... se escabullen como ratas por cualquier lugar, son expertos en lo que hacen. Realmente no quiero darles una posibilidad falsa.
—¿Entonces nunca volveré a mirar a mi hija?—preguntó la madre de Aurora, soltando un fuerte sollozo. Su rostro se veía agotado, no había dormido ni un poco desde que se había percatado que su hija no había llegado a dormir.
Cuando Alex había recibido aquella llamada telefónica, todo se había derrumbado para ella. Perder a una hija de esa manera con seguridad era una de las peores formas de perderla. Por más que no quisiera pensar en todo lo que posiblemente le estuvieran haciendo a su hija, no dejaba de hacerlo. No había dormido bien, no se alimentaba bien, emocionalmente estaba devastada y todo eso se podía ver reflejado en su rostro. Se veía cansada, su piel no tenía suficiente color y había terribles marcas bajo sus ojos.
Adam observó la fotografía de Aurora al clavar su mirada sobre la mesa. Sorprendiéndose de la belleza de la chica, pasando una de sus manos por la barbilla antes de estirar la mano y tomar aquella fotografía.
—Señores...para serles sincero, su hija es demasiado hermosa. Scott no tomará a su hija como mercancía, probablemente su hija sea entregada a Theo para ser una de sus cuantas mujeres. Scott siempre le entrega a su hijo lo mejor de lo mejor... lo lamento pero con Theo será mucho más difícil que ella sobreviva.
—¿Por qué?— preguntó la mujer, colocando sus manos sobre la mesa, temblando mientras esperaba que el hombre frente a ella le dijera que era lo que ocurriría si su hija terminara llegando definitivamente a las manos de aquel hombre que tanto mencionaban.
—Theo Evans, veinticuatro años, ojos verdes, cabello oscuro. Mejor conocido como “Cuervo”, creció únicamente con su padre quien le enseñó todo lo que sabe hoy en día. Es un hombre que nació para hacer daño, le gustan los juegos de apuesta, los tatuajes, las mujeres y sobre todo el dinero fácil. Su especialidad...trata de mujeres, drogas y todo lo que conlleva torturar a una persona.— soltó el miembro de la interpolice.— El agente Adam tiene razón señora, si su hija se encuentra con Theo, será más difícil encontrarla...el nunca deja ir a sus mujeres con vida.
—¿Está sugiriéndome que no volveré a ver a mi hija?—preguntó la madre de Aurora, rompiendo en llanto por millonésima vez.
—Solo si ella se encuentra con Theo...
Todos los trabajadores de aquel lugar conocían a la perfección a Theo. Conocían perfectamente los gustos que él tenía respecto a las mujeres y en esos momentos sabían que la mujer que acababa de entrar por la puerta de su mansión le gustaría por completo. Aurora era la combinación perfecta de inocencia y sensualidad pura. Únicamente tenían que ver a aurora por un momento para darse cuenta la clase de mujer que acababa de capturar o ganar Theo.Todos en aquel lugar respetaban por completo a cada una de las mujeres de Theo porque sabían que desear a una de ellas y ser descubierto significaba que terminarían siendo torturados hasta que su cuerpo no pudiera más.A Theo le gustaba torturar y de eso no había duda. Desde que únicamente había sido un niño, Scott le había demostrado y le había enseñado cómo es que el negocio s
La habitación estaba perfectamente limpia, se podía oler un delicioso olor a vainilla que provenía desde una de las esquinas de aquella habitación. Todo estaba decorado en todos blancos y ligeramente dorados que hacían ver el lugar elegante y sofisticado. Aurora se mantuvo en silencio, sentada en aquella cama blanca. Aurora podía escuchar el sonido de las voces desde el exterior de aquella habitación, podía escuchar pequeños murmullos femeninos desde el exterior de la habitación como si estuvieran fuera de la habitación, vigilándola. Sus manos se encontraban temblando con fuerza, el dolor de su tobillo se intensificaba cada vez que ella se movía con delicadeza. Por un momento pasó por su cabeza hablarle a Theo, necesitaba ser atendida, necesitaba que alguien revisara su tobillo o por lo menos necesitaba algún botiquín que pudiera ayudarle a curarse a si misma en aquel lugar. Con sumo cuidado se bajó de la cama, observando el suelo amaderado de la habitación.
Sus miradas se encontraron por un momento antes de ella retrocediera un paso con inocencia, temblando mientras él la esperaba impacientemente en aquella cama de color blanco. Escuchando un pequeño suspiro lleno de nerviosismo y terror. Theo negó antes de morderse los labios, entendiendo por completo que ella no pensaba acercarse a él. Notando la manera en que la mirada de Aurora demostraba la gran cantidad de pánico que tenía en esos momentos.—Maldita sea, ¿No piensas acercarte o que carajos?—preguntó, tensando por un momento la mandíbula mientras la observaba frente a él.—Yo...no quiero.—No pienso follarte—contestó él, regalándole una fría sonrisa— por ahora así que sube a la maldita cama y no me hagas obligarte.Aurora inmediatamente obedeció, mordiéndose ligeramente los labios mientras esperaba qu
El teléfono sonó a su lado, vibrando unas cuantas veces mientras Theo soltaba por completo el cierre de su pantalón. Frunciendo el ceño mientras estiraba su mano para contestar aquella llamada.—¿Por qué mierda me has mandado a otra zorra?—preguntó en cuanto respondió la llamada entrante de su padre. Scott soltó una pequeña sonrisa al otro lado de la llamada. Divirtiéndose un poco con el tono de voz que su hijo tenía en esos momentos.—¿Acaso no te ha gustado mi pequeño regalo?—preguntó Scott con una gran sonrisa— la he revisado. Nadie la ha estrenado, es por eso que he decidido regalártela.—¿Una mujer virgen?—preguntó Theo antes de reír.— no vengas a joderme que ninguna puta mujer es virgen en estos tiempos.— te la entregaré en cuanto la folle. No quiero otra mujer.
Aurora había pasado todo el día dentro de su habitación, tratando de hacer el mínimo ruido posible, creyendo que en cualquier momento Theo entraría por la puerta de su habitación con un arma y terminaría por completo con ella.En esos momentos se encontraba sentada en una larga mesa de cristal, observando como cinco mujeres completamente hermosas comían pizza, hablando entre ellas mientras que ella solo permanecía en silencio, comiendo pizza con cuidado. Theo se encontraba a un lado de ella, tomando un poco de vino tinto en silencio, al igual que Aurora. Para ella era sorprendente ver como cada una de las mujeres era tan diferente a la otra, únicamente compartiendo una gran cantidad de confianza que terminaba por hacer sentir a Aurora mucho más intimidada de lo que ya estaba en aquellos momentos.La mirada de Theo se dirigió hacia ella cuando Aurora por un momento cortó el
Habían pasado más de quince minutos desde que Theo se había levantado de su asiento y había salido por la puerta de cristal del comedor. Aurora sabía que tenía que levantarse del asiento donde se encontraba sentada para dirigirse a la habitación de Theo pero incluso si sabía lo que tenía que hacer, sentía que la señal que mandaba desde su cabeza no terminaba por llegar a sus piernas. Temblaba con fuerza en el asiento mientras observababa de vez en cuando como aquellas mujeres la miraban con firmeza. El sonido de una de las sillas la aterró, logrando que se encogiera en su asiento y se llevara las manos temblorosas al pecho. Lista para ponerse a llorar en cualquier momento.—Tienes que ir—le susurró Scarlet al mismo tiempo que se sentaba en el asiento vacío de su lado y tomaba una de sus manos temblorosas— hacerlo esperar no te servirá de nada.&mda
Adam se pasó ambas manos por la nuca mientras suspiraba y veía los últimos informes que tenía sobre Theo en su computadora de escritorio.—No puede ser—susurró al ver como la computadora volvía a trabarse—¡Otra vez se trabo esta porquería!—soltó con frustración, negando al mismo tiempo que se levantaba de su asiento.—¿Vas a irte?—preguntó una de sus compañeras a unos cuantos escritorios— ayer también te fuiste.—Las computadoras de este lugar no sirven para lo que necesito, iré a las oficinas de la interpolice. Los veo mañana— dijo Adam, tomando las carpetas que había sobre su escritorio.—Bueno, adiós—soltó su compañera, observando como Adam salía de la oficina con el ceño fruncido. Susurrando unas cuantas palabras que para ella fueron to
La voz de Larissa se escuchó por todo el lugar, especialmente cuando pego un gran grito de molestia al ver a Theo llevar a Aurora hacia su habitación. Cosa que se supone que no debía de estar haciendo él.—¿Amor?—soltó, parándose frente a él para hacer que Theo se detuviera. Él la observó con molestia antes de fruncir el ceño con fuerza. Tratando de no perder el control y terminar metiéndole un tiro en la cabeza.—No me molestes y quítate del camino—soltó, sujetando a Aurora con fuerza del brazo mientras que con su otra mano sujetaba su arma dorada.—No dejaras que ella entre a tu habitación, ¿Cierto?—preguntó Larissa sin obedecerlo— nadie tiene permitido entrar a tu habitación. Es una de las reglas que nos has puesto desde hace año... dime que ella no entrará.—¡Q