Todos los trabajadores de aquel lugar conocían a la perfección a Theo. Conocían perfectamente los gustos que él tenía respecto a las mujeres y en esos momentos sabían que la mujer que acababa de entrar por la puerta de su mansión le gustaría por completo. Aurora era la combinación perfecta de inocencia y sensualidad pura. Únicamente tenían que ver a aurora por un momento para darse cuenta la clase de mujer que acababa de capturar o ganar Theo.
Todos en aquel lugar respetaban por completo a cada una de las mujeres de Theo porque sabían que desear a una de ellas y ser descubierto significaba que terminarían siendo torturados hasta que su cuerpo no pudiera más.
A Theo le gustaba torturar y de eso no había duda. Desde que únicamente había sido un niño, Scott le había demostrado y le había enseñado cómo es que el negocio se manejaba y para la mala suerte de muchos, Theo había aprendido a manejar el negocio de una manera incluso más sanguinaria que la de Scott. Nadie se metía con él a menos que en verdad estuvieran buscando acabar con sí mismos.
Pon un momento dentro de aquella gran mansión, Aurora se preguntó si realmente existiría una manera de escapar de aquel lugar que parecía ser la casa del hijo de Lucifer. Por unos momentos se miró frente al espejo, observando como su short de color rojo y su camiseta de color blanco estaba polvorientos, sucios y ligeramente desgarrados. Miro fijamente su peinado, observando como la coleta alta que ella se había hecho hace unas horas ya se encontraba completamente despeinada. Ligeramente y con la mano completamente temblorosa, se intentó limpiar la camiseta blanca.
Inmediatamente volteó hacia su izquierda cuando un pequeño sonido retumbó por toda la sala. Su corazón se detuvo por un momento y entonces clavó su mirada en aquel joven hombre que se encontraba sobre el sofá de color negro, específicamente arriba de una chica mientras le mordisqueaba el cuello. Aurora pasó su mirada hacia la toalla de color blanco que cubría en la cadera de aquel hombre lleno de tatuajes. Con la mirada siguió con las manos tatuadas de aquel hombre, observando como él las deslizaba por el torso de aquella mujer de cabello negro.
— ¡Ah!—soltó aquella mujer. Entonces Aurora chilló, atrayendo por completo la atención de aquel hombre que había deseado no conocer. Se cubrió la boca con una mano y salió corriendo hacia la puerta principal, aterrada por lo que acababa de ver.
Uno de los guardias corrió tras de ella, siguiéndola por todo el jardín mientras que ella corría con fuerza, tratando de no ser atrapada por aquel hombre que la seguía pero en cuestión de segundos falló. El guardia que le había estado siguiendo la hizo caer en el jardín y entonces ella gritó con fuerza al sentir como su tobillo se doblaba debajo de ella.
— ¿Porque cada vez tienen que ser más difíciles?—preguntó el guardia, tomándola del cabello oscuro, arrastrándola hacia el interior de la casa.
Aurora únicamente se dedicó a llorar por el fuerte dolor que sentía en su tobillo. Incluso el dolor de su tobillo era mucho más fuerte que el dolor de estar haciendo jalada por el cabello.
La voz de Theo retumbó por toda la casa cuando gritó con exigencia que la soltaron de inmediato. Su gruesa voz erizó la piel de Aurora y la hizo sentir ligeramente aliviada cuando logró que los guardias dejaran de arrastrarla. Las dos manos de Aurora tocaron el suelo de aquella mansión cuando la dejaron en el interior, justamente frente al espejo.
—Lo sentimos joven, ella estaba intentando escapar y no podíamos permitir que eso sucediera—respondió el guardia que la había atrapado y arrastrado. Respondiéndole a Theo con un tono de voz completamente sumiso.
— ¿Qué hace ella aquí?—respondió Theo, cruzándose de brazos mientras clavaba su verde mirada sobre el cuerpo tembloroso y polvoriento de Aurora.
— Es obvio que ella está aquí por lo mismo que estamos todas nosotras— respondió la chica desde el sofá, vistiéndose con un gesto de desagrado en el rostro. — Llegó otra.
—Simplemente cállate Larissa y vete a tu habitación—soltó él sin dejar de ver a Aurora por un momento. — ¡Lárgate!—gritó al ver de reojo que ella no se movía ni un poco. Aurora tembló en el suelo al escucharlo gritar. Aterrorizada.
Larissa susurró unas cuantas palabras que fueron completamente inentendibles para Theo cuando pasó a un lado de ellos. Él les regaló una mirada asesina a los guardias antes de enseñarles la puerta. Indicándose que quería que se fueran de ese lugar. En cuánto los guardias salieron de aquella casa y cerraron la puerta principal, Theo volvió a cruzarse de brazos. Volteando hacia los lados para asegurarse que nadie estuviera cerca del lugar.
—Levántate.
Aurora únicamente levantó la mirada del suelo, observando por un momento los tatuajes y los ojos fríos de aquel joven hombre pero incluso si entendió perfectamente lo que él le había dicho, no cumplió con la exigencia que acababan de hacerle. Sentía que su cuerpo no reaccionaba en lo absoluto, estaba paralizada de miedo y dolor.
— ¿Te levantarás o tendré que obligarte?
— Lo siento pero me doble el tobillo —susurró Aurora, mirándolo —me duele muchísimo.
— ¿Y a mí que?—preguntó él— te dije que te levantes…Ahh…—soltó con fastidio después de unos segundos — ¿Te duele mucho?—preguntó antes de únicamente verla asentir.
Por un momento Theo puso sus ojos en blanco, sintiéndose completamente fastidiado para después estirar sus brazos hacia ella y cargarla entre sus brazos. Aurora tembló entre sus brazos, llorando mientras él comenzaba a caminar por un pasillo blanco. Él era un hombre alto, fuerte que parecía no tener ningún problema para cargarla.
Después de unos segundos Theo abrió la puerta de una habitación, acercándose a la cama que se encontraba perfectamente tendida para dejarla ahí sin ningún cuidado. Lanzándola ligeramente hacia la cama para después alejarse y recargarse en la pared. Observándola con más atención mientras lloraba frente a él.
—No estás nada mal —dijo Theo para finalmente soltar su primera sonrisa llena de frialdad. Aurora miró aquella fría sonrisa que le hizo sentir que se congelaba de miedo antes de limpiarse unas cuantas lágrimas del rostro. Haber escuchado aquel comentario la había terminado de aterrizar a tal punto que sus lágrimas se habían detenido por completo. — Al menos he conseguido que dejes de llorar. Dime cuál es tu nombre—exigió.
Aurora en realidad no le quería decir cuál era su nombre, no quería tener ninguna interacción con él, únicamente quería irse de ese lugar, huir y no tener que volver a ver nunca más su rostro. Pero, sabía que tenía que decirle su nombre porque con sólo ver la manera en la que sus guardias habían hablado con aquella voz sumisa, le hacía ver con claridad que si ella no accedía a sus peticiones, seguramente le iría muy mal.
—Mi nombre es Aurora— susurró ella con la voz temblorosa.
— Bien, mi nombre es Theo— soltó él mientras se acercaba a ella— ahora déjame dejarte algo en claro. —susurró, tomándola de la barbilla con fuerza, sintiendo la húmeda y tersa piel de Aurora por primera vez. Ella únicamente le regaló una mirada llena de inocencia y terror.
Theo soltó una pequeña sonrisa y entonces la miró a los ojos.
— A partir de ahora eres mía y tendrás que seguir mis reglas si es que quieres sobrevivir en este lugar—le informó, dándole unas cuantas palmadas en las mejillas. Enrojeciendo la piel del rostro de Aurora— ¿Entendido?
—Entendido…
—Perfecto—le respondió antes de soltarla y salir de la habitación.
La habitación estaba perfectamente limpia, se podía oler un delicioso olor a vainilla que provenía desde una de las esquinas de aquella habitación. Todo estaba decorado en todos blancos y ligeramente dorados que hacían ver el lugar elegante y sofisticado. Aurora se mantuvo en silencio, sentada en aquella cama blanca. Aurora podía escuchar el sonido de las voces desde el exterior de aquella habitación, podía escuchar pequeños murmullos femeninos desde el exterior de la habitación como si estuvieran fuera de la habitación, vigilándola. Sus manos se encontraban temblando con fuerza, el dolor de su tobillo se intensificaba cada vez que ella se movía con delicadeza. Por un momento pasó por su cabeza hablarle a Theo, necesitaba ser atendida, necesitaba que alguien revisara su tobillo o por lo menos necesitaba algún botiquín que pudiera ayudarle a curarse a si misma en aquel lugar. Con sumo cuidado se bajó de la cama, observando el suelo amaderado de la habitación.
Sus miradas se encontraron por un momento antes de ella retrocediera un paso con inocencia, temblando mientras él la esperaba impacientemente en aquella cama de color blanco. Escuchando un pequeño suspiro lleno de nerviosismo y terror. Theo negó antes de morderse los labios, entendiendo por completo que ella no pensaba acercarse a él. Notando la manera en que la mirada de Aurora demostraba la gran cantidad de pánico que tenía en esos momentos.—Maldita sea, ¿No piensas acercarte o que carajos?—preguntó, tensando por un momento la mandíbula mientras la observaba frente a él.—Yo...no quiero.—No pienso follarte—contestó él, regalándole una fría sonrisa— por ahora así que sube a la maldita cama y no me hagas obligarte.Aurora inmediatamente obedeció, mordiéndose ligeramente los labios mientras esperaba qu
El teléfono sonó a su lado, vibrando unas cuantas veces mientras Theo soltaba por completo el cierre de su pantalón. Frunciendo el ceño mientras estiraba su mano para contestar aquella llamada.—¿Por qué mierda me has mandado a otra zorra?—preguntó en cuanto respondió la llamada entrante de su padre. Scott soltó una pequeña sonrisa al otro lado de la llamada. Divirtiéndose un poco con el tono de voz que su hijo tenía en esos momentos.—¿Acaso no te ha gustado mi pequeño regalo?—preguntó Scott con una gran sonrisa— la he revisado. Nadie la ha estrenado, es por eso que he decidido regalártela.—¿Una mujer virgen?—preguntó Theo antes de reír.— no vengas a joderme que ninguna puta mujer es virgen en estos tiempos.— te la entregaré en cuanto la folle. No quiero otra mujer.
Aurora había pasado todo el día dentro de su habitación, tratando de hacer el mínimo ruido posible, creyendo que en cualquier momento Theo entraría por la puerta de su habitación con un arma y terminaría por completo con ella.En esos momentos se encontraba sentada en una larga mesa de cristal, observando como cinco mujeres completamente hermosas comían pizza, hablando entre ellas mientras que ella solo permanecía en silencio, comiendo pizza con cuidado. Theo se encontraba a un lado de ella, tomando un poco de vino tinto en silencio, al igual que Aurora. Para ella era sorprendente ver como cada una de las mujeres era tan diferente a la otra, únicamente compartiendo una gran cantidad de confianza que terminaba por hacer sentir a Aurora mucho más intimidada de lo que ya estaba en aquellos momentos.La mirada de Theo se dirigió hacia ella cuando Aurora por un momento cortó el
Habían pasado más de quince minutos desde que Theo se había levantado de su asiento y había salido por la puerta de cristal del comedor. Aurora sabía que tenía que levantarse del asiento donde se encontraba sentada para dirigirse a la habitación de Theo pero incluso si sabía lo que tenía que hacer, sentía que la señal que mandaba desde su cabeza no terminaba por llegar a sus piernas. Temblaba con fuerza en el asiento mientras observababa de vez en cuando como aquellas mujeres la miraban con firmeza. El sonido de una de las sillas la aterró, logrando que se encogiera en su asiento y se llevara las manos temblorosas al pecho. Lista para ponerse a llorar en cualquier momento.—Tienes que ir—le susurró Scarlet al mismo tiempo que se sentaba en el asiento vacío de su lado y tomaba una de sus manos temblorosas— hacerlo esperar no te servirá de nada.&mda
Adam se pasó ambas manos por la nuca mientras suspiraba y veía los últimos informes que tenía sobre Theo en su computadora de escritorio.—No puede ser—susurró al ver como la computadora volvía a trabarse—¡Otra vez se trabo esta porquería!—soltó con frustración, negando al mismo tiempo que se levantaba de su asiento.—¿Vas a irte?—preguntó una de sus compañeras a unos cuantos escritorios— ayer también te fuiste.—Las computadoras de este lugar no sirven para lo que necesito, iré a las oficinas de la interpolice. Los veo mañana— dijo Adam, tomando las carpetas que había sobre su escritorio.—Bueno, adiós—soltó su compañera, observando como Adam salía de la oficina con el ceño fruncido. Susurrando unas cuantas palabras que para ella fueron to
La voz de Larissa se escuchó por todo el lugar, especialmente cuando pego un gran grito de molestia al ver a Theo llevar a Aurora hacia su habitación. Cosa que se supone que no debía de estar haciendo él.—¿Amor?—soltó, parándose frente a él para hacer que Theo se detuviera. Él la observó con molestia antes de fruncir el ceño con fuerza. Tratando de no perder el control y terminar metiéndole un tiro en la cabeza.—No me molestes y quítate del camino—soltó, sujetando a Aurora con fuerza del brazo mientras que con su otra mano sujetaba su arma dorada.—No dejaras que ella entre a tu habitación, ¿Cierto?—preguntó Larissa sin obedecerlo— nadie tiene permitido entrar a tu habitación. Es una de las reglas que nos has puesto desde hace año... dime que ella no entrará.—¡Q
A la mañana siguiente Aurora se movió con cuidado por la cama, sintiendo como el dolor físico se apoderaba de ella para demostrarle que en verdad su cuerpo necesitaba un gran momento de descanso. Los rayos de luz solar atravesaban las delgadas cortinas negras de Theo para iluminar con suavidad el lugar. Una de las ventanas permanecía completamente abierta, permitiendo que el viendo mañanero entrara a la habitación. Por un momento Aurora permaneció inmóvil, únicamente escuchando el sonido de las aves y del viendo que corría por tranquilidad. Podía escuchar unos cuantos sonidos que no pertenecían a la naturaleza, escuchaba voces de los trabajadores de Theo. Algunos gritaban, discutiendo sobre los asuntos del jardín. Por un momento deseo estar ahí, trabajando con sus manos en vez de estar sobre esa cama, sintiéndose sucia y utilizada por un hombre que acababa de conocer hace unas cu