Axxel
Mel perdió al bebé y no pude hacer nada para ayudarla. Ya era demasiado tarde. «¡Joder! ¿Por qué tuvo que pasar esto?»
Estoy enojado, furioso porque ella tenga que pasar por esto de nuevo. Mel ha perdido a tantas personas en su vida que deseé que Nick no fuese otra de ellas y nuestro hijo tampoco. Porque aunque existiese la posibilidad que fuese de él, lo había asumido como mío.
Melanie sigue en silencio, esquiva, perdida en su mundo y no quiero que me deje de lado.
—Princesa… háblame. Grita si quieres, pero no sigas en silencio. —le pido, sosteniendo su mano.
—No lo entiendo, Axx. Nick era un buen bombero. ¿Cómo murió en un puto incendio? ¡Es tan injusto! Él cometió errores, pero no merecía ese final. ¿Cómo se lo digo a Ryan?
—Lo haremos
7 años después —Papi, léeme el cuento de la princesa dorada. —pide mi pequeña princesa, mirándome dulcemente con sus lindos ojos cafés. —Sí, princesita. Tomo un libro de la estantería y me siento al lado de la cama de Maggy, mi pequeña nena de cinco años.—Había una vez un príncipe valiente y encantador, de nombre Sir Darwin, que subió a su corcel para buscar en los confines del reino a su amor perdido, una hermosa princesa de cabello dorado y ojos grises que le fue arrebatada por un temible dragón.»Atravesó el espeso bosque oscuro, un terrible lugar del que muchos no lograban salir con vida, y siguió su travesía más allá del enorme río que dividía su reino en dos enormes llanuras. Viajó durante un tiempo, soportando el intenso f
Entro a la iglesia, del brazo de mi madre, y caminamos hasta el altar para esperar a mi princesa. Las notas clásicas de la marcha nupcial comienzan a sonar, anunciando la llegada de Mel. Sonrío al ver la luz que iluminó mi penumbra, esa luz que solo puede irradiar ella: mi sol.Me conmuevo al ver, que en lugar de Maison, la acompaña nuestro pequeño Ryan con la barbilla en alto, orgulloso de ser quien la entregue en el altar. Ellos dos son lo único que necesito para ser feliz.Mel siempre ha sido bella ante mis ojos, pero hoy está radiante, es como ver un ángel de cabello dorado y mejillas sonrosadas. Y sus ojos, esos ojos grises brillan con tanto poder que me siento pequeñito, como un granito de arena en el mar.Nos prometemos amor con un sí y sellamos nuestro pacto con un beso. Uno no apto para menores y me importa una mierda, ella es mi mujer, nadie me dirá cómo y cuándo
«No hay un día que no la extrañe. La busco en cada melena dorada y en el aroma de la primavera. La busco en mis sueños, pero no la encuentro… sigue doliendo como el infierno». Axxel Wilson. ¿Cómo pasó esto? ¿Cómo fue posible que el mujeriego, egoísta, imbécil y egocéntrico de Axxel Wilson terminara con el corazón roto? Pues la respuesta es simple: fue un idiota. Aunque primero tienes que saber cómo conoció a… ¿qué estoy diciendo? Mejor lee la historia y descúbrelo conmigo.5 años y unos meses antes—¡Eh, Axx! ¿Vas a la fiesta de Mack? —Gritó Tyler desde el asiento de su Runner.—¿Cuándo he faltado a una, Ty? No puedo dejar solas a mis chicas —respondió fanfarr&oacut
Axxel inició el juego y golpeó la bola sin problemas, determinado a ganarle a Jackson y ser el dueño de aquel premio tan codiciado: un beso de la rubia que tanto deseaba. Iba muy bien, pero se distrajo pensando en lo que sería tener a Melanie de nuevo entre sus brazos y dejó caer la pelota.—¡Sí, gané! —se burló Jackson alzando los brazos.—Imbécil —gruñó Axx y contuvo las ganas de molerlo a golpes. Estaba furioso por haber perdido ante Jackson y que él pudiera besar a Melanie.—Ven, nena. Dame mi beso —demandó Jack con una sonrisa de oreja a oreja.«No, esa basura no la va a besar. ¿Cómo carajo pasó esto? Él nunca me ha ganado un jodido juego. Le partiré la cara si la toca». Melanie sonrió y se acercó con lentitud
El corazón de Melanie latía furioso en su pecho cuando cerró la puerta. Se tocó los labios recordando aquel momento, reviviendo cada roce y caricia de los labios del castaño que había despertado sensaciones pecaminosas en su interior.—Melanie. ¿Eres tú, cariño? —preguntó Margaret, su abuela materna al escuchar ruido en la entrada.—Sí, abue. ¡Ya llegué! —respondió elevando la voz.Su abuela siempre la esperaba sentada en su mecedora sin importar la hora que fuese. Ya ella estaba cansada de insistir en que no lo hiciera, pero Melanie había heredado su testarudez.—Vamos, abue. Es hora de dormir —le dijo cuando llegó hasta ella.La anciana tomó su bastón y caminó hasta la habitación del piso inferior, ya no podía subir todos los esc
El calentón de la noche anterior lo dejó dispuesto a estar con la primera que se le ofreciera y ella le venía bien en ese momento.Observó desde la distancia a Melanie y se preguntó qué hacía una chica tan linda de mesonera en Joe´s. Su uniforme era horrendo, pero le agradaba la vista que le ofrecían aquellos pantalones ajustados. Con la inspiración que necesitaba, hizo su camino hasta el baño de mujeres, cerró con pestillo y se encontró con una Sabrina muy dispuesta a brindarle unos minutos de diversión.La porrista se subió la falda blanca que traía puesta y lo rodeó con las piernas por la cintura. Luego de unos pocos besos, Axx se bajó la cremallera y se puso un preservativo antes de introducirse en ella. Sus pensamientos se centraron en Mel, en imaginar que era ella y no Sabrina con la que estaba teniendo relaciones.Los peque&ntil
—¿Quién se cree ella para jugar así conmigo? ¡Qué se vaya al carajo! Hay cientos de chicas que estarían más que dispuestas a entregarse a mí sin ningún esfuerzo —bufó mientras conducía.«Pero la quiero a ella».Llegó a casa y se dio una ducha helada por su culpa, era la segunda noche que lo dejaba tan necesitado y furioso. Si quería lograr algo con la rubia, tendría que cambiar de estrategia y ella le dejó claro cuánto le molestaba su fama de playboy. Pensó que podría fingir por un tiempo que ya no lo era, si con eso lograba que cambiase de opinión.Se recostó en la cama y buscó el nombre de Nick Benson en las redes sociales. Para su sorpresa, el Facebook del soldadito estaba llena de fotos junto a Mel totalmente acaramelados. El aspecto del sus
—Calma, Max. Ya estoy aquí —le dijo al cachorro que le lamia el rostro. Puso al pequeño Yorkshire en el suelo y él correteó feliz por la casa, que no era la más grande y lujosa de la manzana, pero tenía lo necesario para vivir.Tiró el bolso sobre su viejo y descolorido sofá, que alguna vez fue gris y mullido, y caminó hasta la cocina. No era que tuviese que andar mucho, el lugar era pequeño, pero necesitaba con urgencia un cambio, desde las paredes descascaradas y amarillentas, hasta la vieja heladera oxidada.—Hola, abue. ¡Ya llegué! —gritó para que la escuchase, porque había días que Margaret estaba totalmente sorda y otros que oía con claridad.Su abuelita caminó hasta la cocina, apoyándose en su bastón, y saludó a su querida nieta con un beso en la mejilla.—Hola, dulzura. Tu padre ll