«No hay un día que no la extrañe. La busco en cada melena dorada y en el aroma de la primavera. La busco en mis sueños, pero no la encuentro… sigue doliendo como el infierno». Axxel Wilson.
¿Cómo pasó esto? ¿Cómo fue posible que el mujeriego, egoísta, imbécil y egocéntrico de Axxel Wilson terminara con el corazón roto? Pues la respuesta es simple: fue un idiota. Aunque primero tienes que saber cómo conoció a… ¿qué estoy diciendo? Mejor lee la historia y descúbrelo conmigo.
5 años y unos meses antes
—¡Eh, Axx! ¿Vas a la fiesta de Mack? —Gritó Tyler desde el asiento de su Runner.
—¿Cuándo he faltado a una, Ty? No puedo dejar solas a mis chicas —respondió fanfarrón.
Axxel era eso que llaman un Don Juan, atractivo y seductor. Ninguna chica se le había resistido nunca. Poseía ojos color almendra y un cuerpo atlético y fornido que utilizaba como arma de seducción.
—Dile a Maison que no falte. Hay varias chicas que están haciendo fila por él. —agregó su amigo, riendo.
—Creo que ese bastardo está liado con alguien. —le contestó entre risas.
Tyler se partió de risa ante su absurda excusa. Maison Hudson nunca se perdería una fiesta de Mack, él era la versión rubia de Axxel, un mujeriego con todas las letras y su mejor amigo.
Axxel se alejó de él y caminó hasta los vestidores del instituto para ponerse su uniforme, jugaba en el equipo de fútbol y ese día iniciaba la temporada de entrenamiento.
—¡Oye, idiota! ¿Vas a ir a la fiesta de Mack? —le preguntó a Maison, mientras terminaban de vestirse.
—No, recuerda que el sábado es mi cita con Rebeca.
—¡Vaya! ¿Quién lo diría? Maison Hudson enamorado. Es una verdadera lástima.
—¡Cállate, Axx! Ya te veré, tarde o temprano vas a caer. —lo sentenció y Axxel le respondió sacándole el dedo medio.
Esos dos eran esa clase de amigos que se querían pero fingían no hacerlo. Y que Hayley –la hermana pequeña de Axxel– estuviese dentro de la ecuación, generaba un plus en su amistad.
«¿Enamorarme yo? ¡Está loco! El amor es para pendejos», pensó Axxel con petulancia sin tener idea de lo que el destino le tenía preparado.
***
Las fiestas en casa de Mack solían ser concurridas. Chicas sexys, bebidas y música a todo volumen que impedían mantener algún tipo de conversación. Aunque, nadie iba allí a "conversar". Era una de esas casas privadas en la costa de Miami que ofrecía noches de juerga y mucho alcohol.
Jeans gastados, una camiseta negra y una billetera cargada de preservativos era lo único que Axxel necesitaba para ir a la fiesta de Mack, esperaba tener suerte esa noche con alguna "chica sexy" que saciara sus deseso.
Él no tenía preferencia con ninguna en particular, solo un fetiche con los «traseros calientes», pero esa noche centró toda la atención en Melanie, una rubia muy hermosa que siempre le había atraído y a la que nunca había invitado a salir porque parecía demasiado seria. Además, nunca asistía a esos tipos de fiestas.
«Eres sexy como el infierno, Melanie. Te quiero y te tendré», sentenció antes de ir tras ella.
Desde que Melanie entró a la fiesta, con en esos pantalones ajustados, no podía quitarle un ojo de encima. Su único pensamiento era tenerla entre sus piernas y no tenía intención de seguir esperando para conquistarla.
«¿A dónde cree que va?», se preguntó al ver que ella se marchaba. Se abrió paso entre la gente y se apresuró a alcanzarla.
Melanie se había alejado de la casa de Mack para buscar un poco de paz entre tanto alboroto y fue a parar a la orilla de la playa.
—Ahí estás —murmuró mientras se acercaba a la rubia más sexy que había conocido en su vida. ¿Qué hacía sola en la oscuridad? No le importaba mucho saber la razón, lo único que quería era tenerla y hacerla gemir de puro placer—. El cielo se va a quedar sin estrellas si las siguen dejando caer —pronunció detrás de Melanie y se quedó detrás admirando su voluminosa retaguardia.
—¡Ja! ¿Eso es lo mejor que tienes? —Se mofó ella y dio la vuelta dispuesta a alejarse de él.
—Melanie, me rompes el corazón. —farfulló y se tocó el pecho de manera dramática.
«No finjas, princesa, que sé que te gusto».
La rubia aparentó restarle importancia cuando en realidad estaba muy nerviosa. Axxel le gustaba, y mucho, pero caer rendida a sus pies por un par de palabras tontas no estaba en sus planes. No pretendía ser una más del montón, planeaba conquistarlo.
¿Cómo lo haría? Aún no estaba segura, pero el primer paso fue ir a la fiesta con aquellos pantalones ajustados para tratar de llamar su atención y, al parecer, su pequeño plan estaba funcionando.
—¿No hay alguna chica esperando por ti arriba? —interrogó mientras seguía caminando.
—No, estoy justo con la chica que quiero llevar arriba. ¿Vamos ahora o primero quieres beber algo?
—Eres un... ¡Ah!, olvídalo —gruñó acelerando el paso. Estaba conteniendo las ganas de gritarle a la cara todos los insultos que se le vinieron a la cabeza. Se sentía furiosa consigo misma por sentirse atraída por alguien como él. No lo entendía, Axxel era un mujeriego, engreído y un patán ¿en qué estaba pensando cuando fue a esa fiesta?
«Estúpido, imbécil, fanfarrón. Él es… un idiota sin corazón. ¿Cómo puede gustarme?».
—Dilo, princesa Llámame idiota —soltó irónico, parándose delante de ella.
—Sí, eso eres: ¡Un enorme idiota! —le gritó a la cara y tuvo la intensión de irse corriendo, pero Axxel la retuvo, cogiéndola por las caderas y la pegó a su cuerpo para que sintiese su excitación.
—¿A dónde vas, fierecilla?
«¡Oh mi Dios! ¿Esto en verdad está pasando? ¿Él está… excitado?».
Melanie retuvo un gemido al sentirlo presionando su vientre, no podía creer que Axxel Wilson, el chico que la traía loca, estaba a segundos de besarla. Cuando un calor intenso invadió la parte baja de su pelvis, lo empujó aterrada porque todo aquello era nuevo para ella. Nunca había tenido intimidad con un chico y no estaba segura de si estaba lista para hacerlo.
«Ella... ¿Me acaba de rechazar?».
Axxel no podía entender su actitud. ¿Por qué lo empujó? Nunca le había pasado, era la primera chica que reaccionaba de esa manera y también la primera que lo había excitado tan rápido. La deseaba como a ninguna y su rechazo había herido su ego.
—¡Axxel! Te acaban de postular para ping-pong beso. Ven aquí —gritó Mack desde el balcón.
Axxel miró a Melanie durante un instante y luego se fue, no tenía sentido quedarse con ella después de lo que pasó.
Melanie vio como él se alejaba y un remolino de lágrimas le causaron ardor en los ojos. Se sentía y a la vez perturbada por experimentar aquel remolino de emociones que despertó Axxel en su cuerpo. Nunca había deseado besar a nadie con tanta necesidad y desenfreno.
—El juego será entre Axxel y Jackson. Quién deje caer la bola pierde. El ganador tendrá un beso de Melanie —explicó Tyler, tomando por sorpresa a Axxel. No tenía idea de que ella estaría participando. La buscó entre las personas y la vio de pie junto a Jackson, su contrincante.
«Esa boca será mía, princesita», juró en silencio y le guiñó el ojo a la rubia. Habían jugado cientos de veces, y él era uno de los mejores, pero era la primera vez que Mel sería el premio final y estaba más que motivado a ganar.
Melanie sonrió, se acercó a Jackson Spencer y le susurró algo al oído que solo él pudo escuchar, desatando los celos de Axxel. No soportaba la idea de que ese imbécil la tuviera y no él.
Axxel inició el juego y golpeó la bola sin problemas, determinado a ganarle a Jackson y ser el dueño de aquel premio tan codiciado: un beso de la rubia que tanto deseaba. Iba muy bien, pero se distrajo pensando en lo que sería tener a Melanie de nuevo entre sus brazos y dejó caer la pelota.—¡Sí, gané! —se burló Jackson alzando los brazos.—Imbécil —gruñó Axx y contuvo las ganas de molerlo a golpes. Estaba furioso por haber perdido ante Jackson y que él pudiera besar a Melanie.—Ven, nena. Dame mi beso —demandó Jack con una sonrisa de oreja a oreja.«No, esa basura no la va a besar. ¿Cómo carajo pasó esto? Él nunca me ha ganado un jodido juego. Le partiré la cara si la toca». Melanie sonrió y se acercó con lentitud
El corazón de Melanie latía furioso en su pecho cuando cerró la puerta. Se tocó los labios recordando aquel momento, reviviendo cada roce y caricia de los labios del castaño que había despertado sensaciones pecaminosas en su interior.—Melanie. ¿Eres tú, cariño? —preguntó Margaret, su abuela materna al escuchar ruido en la entrada.—Sí, abue. ¡Ya llegué! —respondió elevando la voz.Su abuela siempre la esperaba sentada en su mecedora sin importar la hora que fuese. Ya ella estaba cansada de insistir en que no lo hiciera, pero Melanie había heredado su testarudez.—Vamos, abue. Es hora de dormir —le dijo cuando llegó hasta ella.La anciana tomó su bastón y caminó hasta la habitación del piso inferior, ya no podía subir todos los esc
El calentón de la noche anterior lo dejó dispuesto a estar con la primera que se le ofreciera y ella le venía bien en ese momento.Observó desde la distancia a Melanie y se preguntó qué hacía una chica tan linda de mesonera en Joe´s. Su uniforme era horrendo, pero le agradaba la vista que le ofrecían aquellos pantalones ajustados. Con la inspiración que necesitaba, hizo su camino hasta el baño de mujeres, cerró con pestillo y se encontró con una Sabrina muy dispuesta a brindarle unos minutos de diversión.La porrista se subió la falda blanca que traía puesta y lo rodeó con las piernas por la cintura. Luego de unos pocos besos, Axx se bajó la cremallera y se puso un preservativo antes de introducirse en ella. Sus pensamientos se centraron en Mel, en imaginar que era ella y no Sabrina con la que estaba teniendo relaciones.Los peque&ntil
—¿Quién se cree ella para jugar así conmigo? ¡Qué se vaya al carajo! Hay cientos de chicas que estarían más que dispuestas a entregarse a mí sin ningún esfuerzo —bufó mientras conducía.«Pero la quiero a ella».Llegó a casa y se dio una ducha helada por su culpa, era la segunda noche que lo dejaba tan necesitado y furioso. Si quería lograr algo con la rubia, tendría que cambiar de estrategia y ella le dejó claro cuánto le molestaba su fama de playboy. Pensó que podría fingir por un tiempo que ya no lo era, si con eso lograba que cambiase de opinión.Se recostó en la cama y buscó el nombre de Nick Benson en las redes sociales. Para su sorpresa, el Facebook del soldadito estaba llena de fotos junto a Mel totalmente acaramelados. El aspecto del sus
—Calma, Max. Ya estoy aquí —le dijo al cachorro que le lamia el rostro. Puso al pequeño Yorkshire en el suelo y él correteó feliz por la casa, que no era la más grande y lujosa de la manzana, pero tenía lo necesario para vivir.Tiró el bolso sobre su viejo y descolorido sofá, que alguna vez fue gris y mullido, y caminó hasta la cocina. No era que tuviese que andar mucho, el lugar era pequeño, pero necesitaba con urgencia un cambio, desde las paredes descascaradas y amarillentas, hasta la vieja heladera oxidada.—Hola, abue. ¡Ya llegué! —gritó para que la escuchase, porque había días que Margaret estaba totalmente sorda y otros que oía con claridad.Su abuelita caminó hasta la cocina, apoyándose en su bastón, y saludó a su querida nieta con un beso en la mejilla.—Hola, dulzura. Tu padre ll
Melanie asintió cuando lo único que quería era rogarle que le sostuviese la mano mientras entraba al hospital. En sus diecisiete años, le había tocado enfrentar la vida prácticamente sola. Su abuela siempre había estado con ella, pero a su edad ya no podía darle el apoyo que necesitaba.«¿Sería mucho pedirle que venga conmigo? No, no puedo. Fue suficiente con que me trajese a ver a mi novio cuando tenía una cita con él. Además, ¿qué explicación le daría a Nick? Hola, él es Axxel, nos hemos besado dos veces y teníamos una cita hoy. Sí, sonaría genial. Así que no tengo opción, enfrentaré esto sola.»—Te puedo esperar si lo necesitas —ofreció él al verla tan nerviosa.—¿De verdad lo harías?—Sí, princesa.
El chico de ojos pardos respiró hondo para calmarse cuando la vio salir por la puerta de emergencia. Esa media hora dentro del hospital, sin saber qué hacía con su novio, lo estaba envenenando.—¿Estás bien? —preguntó cuando subió al auto, aunque era obvio que algo iba mal. Muy mal. Era fácil saber que estuvo llorando.—No. Yo… es muy complicado, Axxel —se limitó a responder.«¿Es complicado por él o por mí? ¡Dios, Melanie! No tengo una idea de lo que haré contigo. Me estás volviendo loco».¿Iba a alejarse de él?, ¿terminaría todo con Nick? Eran dos interrogantes que lo traían de cabeza. Encendió el auto y condujo a casa de Mel en silencio, no era la noche que había imaginado unas horas antes.«Necesito tanto un abrazo. Neces
Conforme pasaban los días, las visitas de Axxel a la casa de Mel se hacían más frecuentes y subiditas de tono. No podían estar cerca sin dejar de tocarse.Ella le exigió cuatro citas y ya habían celebrado la número tres. La primera, en un restaurant de comida Mexicana, a Melanie le encantaba la salsa picante y ese era el lugar ideal para degustarlo sin impedimentos. La segunda, planeada por él, fue ir al autocine a ver una de esas películas de antaño. Era el lugar perfecto para meterle mano a su rubia favorita, pero su plan cayó en picada cuando ella se puso sentimental con la cinta que proyectaron.La tercera cita fue la más divertida, subieron a la montaña rusa más peligrosa de Miami y fue adrenalina pura. Las uñas de ella se clavaron en su antebrazo con tanta fuerza que lo dejó marcado por varios días.«Una cita más. Una m&aa