Llámame Idiota
Llámame Idiota
Por: Flor M. Urdaneta
Capítulo 1

«No hay un día que no la extrañe. La busco en cada melena dorada y en el aroma de la primavera. La busco en mis sueños, pero no la encuentro… sigue doliendo como el infierno». Axxel Wilson.

¿Cómo pasó esto? ¿Cómo fue posible que el mujeriego, egoísta, imbécil y egocéntrico de Axxel Wilson terminara con el corazón roto? Pues la respuesta es simple: fue un idiota. Aunque primero tienes que saber cómo conoció a… ¿qué estoy diciendo? Mejor lee la historia y descúbrelo conmigo. 

5 años y unos meses antes

—¡Eh, Axx! ¿Vas a la fiesta de Mack? —Gritó Tyler desde el asiento de su Runner.

—¿Cuándo he faltado a una, Ty? No puedo dejar solas a mis chicas —respondió fanfarrón.

Axxel era eso que llaman un Don Juan, atractivo y seductor. Ninguna chica se le había resistido nunca. Poseía ojos color almendra y un cuerpo atlético y fornido que utilizaba como arma de seducción. 

—Dile a Maison que no falte. Hay varias chicas que están haciendo fila por él. —agregó su amigo, riendo. 

—Creo que ese bastardo está liado con alguien. —le contestó entre risas. 

Tyler se partió de risa ante su absurda excusa. Maison Hudson nunca se perdería una fiesta de Mack, él era la versión rubia de Axxel, un mujeriego con todas las letras y su mejor amigo. 

Axxel se alejó de él y caminó hasta los vestidores del instituto para ponerse su uniforme, jugaba en el equipo de fútbol y ese día iniciaba la temporada de entrenamiento.

—¡Oye, idiota! ¿Vas a ir a la fiesta de Mack? —le preguntó a Maison, mientras terminaban de vestirse.

—No, recuerda que el sábado es mi cita con Rebeca. 

—¡Vaya! ¿Quién lo diría? Maison Hudson enamorado. Es una verdadera lástima.

—¡Cállate, Axx! Ya te veré, tarde o temprano vas a caer. —lo sentenció y Axxel le respondió sacándole el dedo medio.

Esos dos eran esa clase de amigos que se querían pero fingían no hacerlo. Y que Hayley –la hermana pequeña de Axxel– estuviese dentro de la ecuación, generaba un plus en su amistad.

«¿Enamorarme yo? ¡Está loco! El amor es para pendejos», pensó Axxel con petulancia sin tener idea de lo que el destino le tenía preparado. 

***

Las fiestas en casa de Mack solían ser concurridas. Chicas sexys, bebidas y música a todo volumen que impedían mantener algún tipo de conversación. Aunque, nadie iba allí a "conversar". Era una de esas casas privadas en la costa de Miami que ofrecía noches de juerga y mucho alcohol.

Jeans gastados, una camiseta negra y una billetera cargada de preservativos era lo único que Axxel necesitaba para ir a la fiesta de Mack, esperaba tener suerte esa noche con alguna "chica sexy" que saciara sus deseso. 

Él no tenía preferencia con ninguna en particular, solo un fetiche con los «traseros calientes», pero esa noche centró toda la atención en Melanie, una rubia muy hermosa que siempre le había atraído y a la que nunca había invitado a salir porque parecía demasiado seria. Además, nunca asistía a esos tipos de fiestas. 

«Eres sexy como el infierno, Melanie. Te quiero y te tendré», sentenció antes de ir tras ella. 

Desde que Melanie entró a la fiesta, con en esos pantalones ajustados, no podía quitarle un ojo de encima. Su único pensamiento era tenerla entre sus piernas y no tenía intención de seguir esperando para conquistarla.

«¿A dónde cree que va?», se preguntó al ver que ella se marchaba. Se abrió paso entre la gente y se apresuró a alcanzarla. 

Melanie se había alejado de la casa de Mack para buscar un poco de paz entre tanto alboroto y fue a parar a la orilla de la playa.

—Ahí estás —murmuró mientras se acercaba a la rubia más sexy que había conocido en su vida. ¿Qué hacía sola en la oscuridad? No le importaba mucho saber la razón, lo único que quería era tenerla y hacerla gemir de puro placer—. El cielo se va a quedar sin estrellas si las siguen dejando caer —pronunció detrás de Melanie y se quedó detrás admirando su voluminosa retaguardia.

—¡Ja! ¿Eso es lo mejor que tienes? —Se mofó ella y dio la vuelta dispuesta a alejarse de él. 

—Melanie, me rompes el corazón. —farfulló y se tocó el pecho de manera dramática. 

«No finjas, princesa, que sé que te gusto».

La rubia aparentó restarle importancia cuando en realidad estaba muy nerviosa. Axxel le gustaba, y mucho, pero caer rendida a sus pies por un par de palabras tontas no estaba en sus planes. No pretendía ser una más del montón, planeaba conquistarlo.

¿Cómo lo haría? Aún no estaba segura, pero el primer paso fue ir a la fiesta con aquellos pantalones ajustados para tratar de llamar su atención y, al parecer, su pequeño plan estaba funcionando.

—¿No hay alguna chica esperando por ti arriba? —interrogó mientras seguía caminando.

—No, estoy justo con la chica que quiero llevar arriba. ¿Vamos ahora o primero quieres beber algo? 

—Eres un... ¡Ah!, olvídalo —gruñó acelerando el paso. Estaba conteniendo las ganas de gritarle a la cara todos los insultos que se le vinieron a la cabeza. Se sentía furiosa consigo misma por sentirse atraída por alguien como él. No lo entendía, Axxel era un mujeriego, engreído y un patán ¿en qué estaba pensando cuando fue a esa fiesta?

«Estúpido, imbécil, fanfarrón. Él es… un idiota sin corazón. ¿Cómo puede gustarme?».

—Dilo, princesa Llámame idiota —soltó irónico, parándose delante de ella. 

—Sí, eso eres: ¡Un enorme idiota! —le gritó a la cara y tuvo la intensión de irse corriendo, pero Axxel la retuvo, cogiéndola por las caderas y la pegó a su cuerpo para que sintiese su excitación. 

¿A dónde vas, fierecilla?

«¡Oh mi Dios! ¿Esto en verdad está pasando? ¿Él está… excitado?».

Melanie retuvo un gemido al sentirlo presionando su vientre, no podía creer que Axxel Wilson, el chico que la traía loca, estaba a segundos de besarla. Cuando un calor intenso invadió la parte baja de su pelvis, lo empujó aterrada porque todo aquello era nuevo para ella. Nunca había tenido intimidad con un chico y no estaba segura de si estaba lista para hacerlo. 

«Ella... ¿Me acaba de rechazar?».

Axxel no podía entender su actitud. ¿Por qué lo empujó? Nunca le había pasado, era la primera chica que reaccionaba de esa manera y también la primera que lo había excitado tan rápido. La deseaba como a ninguna y su rechazo había herido su ego. 

—¡Axxel! Te acaban de postular para ping-pong beso. Ven aquí —gritó Mack desde el balcón.

Axxel miró a Melanie durante un instante y luego se fue, no tenía sentido quedarse con ella después de lo que pasó. 

Melanie vio como él se alejaba y un remolino de lágrimas le causaron ardor en los ojos. Se sentía y a la vez perturbada por experimentar aquel remolino de emociones que despertó Axxel en su cuerpo. Nunca había deseado besar a nadie con tanta necesidad y desenfreno.  

—El juego será entre Axxel y Jackson. Quién deje caer la bola pierde. El ganador tendrá un beso de Melanie —explicó Tyler, tomando por sorpresa a Axxel. No tenía idea de que ella estaría participando. La buscó entre las personas y la vio de pie junto a Jackson, su contrincante.  

«Esa boca será mía, princesita», juró en silencio y le guiñó el ojo a la rubia. Habían jugado cientos de veces, y él era uno de los mejores, pero era la primera vez que Mel sería el premio final y estaba más que motivado a ganar.

Melanie sonrió, se acercó a Jackson Spencer y le susurró algo al oído que solo él pudo escuchar, desatando los celos de Axxel. No soportaba la idea de que ese imbécil la tuviera y no él. 

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