Capítulo 6

—Calma, Max. Ya estoy aquí —le dijo al cachorro que le lamia el rostro. Puso al pequeño Yorkshire en el suelo y él correteó feliz por la casa, que no era la más grande y lujosa de la manzana, pero tenía lo necesario para vivir.

Tiró el bolso sobre su viejo y descolorido sofá, que alguna vez fue gris y mullido, y caminó hasta la cocina. No era que tuviese que andar mucho, el lugar era pequeño, pero necesitaba con urgencia un cambio, desde las paredes descascaradas y amarillentas, hasta la vieja heladera oxidada.

—Hola, abue. ¡Ya llegué! —gritó para que la escuchase, porque había días que Margaret estaba totalmente sorda y otros que oía con claridad.

Su abuelita caminó hasta la cocina, apoyándose en su bastón, y saludó a su querida nieta con un beso en la mejilla.

—Hola, dulzura. Tu padre llamó esta mañana. Vendrá en unos días por algunos documentos y no sé qué.

—¡Santo Cristo! ¿Qué estará buscando William esta vez?

—Cariño, no te enojes con él. Recuerda que es tu padre —le pidió con ternura.

—Desgraciadamente —murmuró.

—Sí, mi linda, que Dios le aclare la mente —pronunció su abuela, provocando que Melanie riera a carcajadas. Adoraba las ocurrencias de su viejita, quien estaba por cumplir setenta años.

***

—¡Oh, Axxel! No pares —gimió Sabrina en el asiento trasero de su Mustang.

Nadie tenía porqué enterarse de su enrollada con la porrista. Una cosa era desear a Mel y otra que fuese exclusivo para ella. «Eso solo lo hacen los tontos», decía cuando le hablaban de amor porque «él nunca se iba a enamorar».

—Ni una palabra de esto a nadie, princesa —murmuró y se arrepintió de haberla llamado así. Por alguna extraña razón, esa palabra era especial, exclusiva para Melanie.

«Esa rubia me está afectando de verdad. Acostarme con Sabrina no sirvió de nada. La quiero a ella.»

¿Por qué te resistes, Axxel?, ¿no ves que siempre vuelves a mí? —le susurró, acariciándole la entrepierna. 

—Déjalo ya, Sabrina. Ya estás en casa, bájate.

—¿Por qué eres tan idiota? —bufó y azotó la puerta al bajarse.

«¿Por qué  sigo buscando a esa histérica?»

Arrancó el auto, derrapando en la carretera, y llegó a casa poco después para darse una larga ducha, expectante por lo que le esperaría esa noche con Melanie.

«¿Por qué las horas no avanzan?». 

Estaba impaciente y decidió salir antes. Se puso una chaqueta negra de cuero y salió de su habitación para ir por ella sin importar que fuesen las ocho treinta, una hora y media antes de la cita. 

—Pequeña, ¿estás bien? —indagó cerca de la puerta de Hayley cuando escuchó que estaba sollozando de nuevo.

—Si, Axx. Estoy leyendo un libro que me ha hecho moquear —le respondió sin abrir la puerta.

—Deja de leer esa b****a entonces, Hayley —respondió tragándose el cuento. Ella estaba llorando, pero no por un libro sino por otro idiota: Maison Hudson.

A las nueve de la noche, Axxel estaba sentado en el capó de su Mustang esperando que Melanie terminase su turno en Joe´s.

«¿Qué tan lejos llegaremos hoy?, ¿qué planes tiene Melanie para esta noche?»

Sus labios dibujaron una sonrisa cuando la vio salir del local. «La verían desde la luna con ese fucsia chillón», satirizó y caminó hacia ella, preparado para atacarla a besos.

—Axxel, lo siento. Tenemos que posponer esto. Nick despertó, tengo que ir a verlo. Lo siento tanto —tartamudeó nerviosa.

—¿De qué hablas? ¿Qué significa «Nick despertó»?

«¡No! Ella no va a jugar conmigo. No lo hará.»

Su primer pensamiento, al saber que Nick había despertado, fue Axxel y en cómo quedarían las cosas con él. Estaba siendo muy egoísta al preocuparse por en el castaño de ojos cautivantes en lugar de pensar en Nick. Y, con los nervios que tenía, había olvidado que él no sabía la verdad. Estaba tan conmocionada que no sabía qué hacer ni qué decir.

Tomó varías respiraciones largas antes de poder contestar—: Axxel. Yo… lo siento. Me da vergüenza pedirte esto, pero… necesito que me lleves con Nick. —Cerró los ojos, esperando su reacción… una que no tardó en llegar.

—¡¿Estás loca?! ¿Planeaste todo esto para burlarte de mí? Ya no me siento ni remotamente culpable por haberme follado a Sabrina esta tarde.

—¡Oh, mi Dios! —Mel se cubrió la boca con las manos, dolida por lo que él gritó sin ninguna vergüenza.

—Me voy, Melanie. ¡Esto se fue al carajo! —gritó, dando manotazos al aire. Él había conocido a muchas chicas locas en la vida, pero nadie podría superar la locura de esa rubia.

—¡Despertó de un coma! —vociferó Melanie, desesperada por llamar su atención mientras se acercaba a su auto.

Axx jamás se esperó algo como eso. Su mente se había llenado de miles de posibilidades menos esa. Asumió que ella planificó todo para vengarse de él.

—Ven, te llevaré —ofreció a pesar de sentirse confundido, era lo mínimo que podía hacer después de gritarle, decirle loca y acusarla de algo tan estúpido como una venganza.

Mel corrió al auto y cerró la puerta sin mirarlo, apenada por depender de él para llegar a su novio. Además de lo enojada que estaba por lo que le gritase que estuvo con Sabrina, eso arruinaba más las cosas entre ellos.

—¿Desde cuándo? —Se limitó a preguntar él. 

—Hace seis meses —musitó Melanie sin hacer contacto visual. 

—¡Jesús! Eso es mucho tiempo. ¿Qué le pasó?

—Fue un accidente en auto. Un hombre borracho fue el culpable y su padre… murió esa noche.

«¡Perfecto! ¿En qué lugar me deja eso a mí! Todo lo que quería de ella era acostarme con ella»

Y quería es la palabra clave aquí, porque estaba comenzando a sentir cosas diferentes, cosas que no se trataban de simple sexo y le estaba aterrando como el infierno. Lo mejor sería alejarse, dejar a un lado a Melanie y seguir con su vida.

—Princesa, ya estamos aquí. Ve a reencontrarte con Nick —anunció con recelo cuando llegó al hospital. 

Despedirse era lo último que quería, dejarla ahí era una cruel sentencia de lo que pudo haber existido entre ellos y el final de algo que no tuvo oportunidad de iniciar.

«¿Por qué se siente como un adiós?, ¿por qué me duele tanto dejarla ir?»

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