De camino al trabajo, el aire en el auto estaba cargado con demasiada tensión, no entre nosotros, sino que intentábamos descubrir qué clase de planes tenía esa bruja con el dinero de papá. Mi mirada permanecía fija en el paisaje que pasaba por la ventana, pero mi mente estaba en los números, en los nombres y en las piezas del rompecabezas que poco a poco comenzaban a encajar.—¿Qué has notado exactamente? —Sus ojos se desviaron hacia mí por un breve segundo antes de regresar a la carretera.—Es un patrón extraño en las transferencias. —Expliqué mientras me giraba en su dirección—. No son cantidades enormes, pero se están moviendo de manera regular hacia una cuenta externa. Una que no está registrada oficialmente en el sistema. Tengo la impresión de que es una cuenta extranjera.—¿Una cuenta fantasma? —soltó en un murmullo.—Exactamente. Y si seguimos el rastro, estoy casi segura de que nos llevará a Teresa.—Entonces les daremos algo más para morder. Si están tan confiados como para h
Mis ojos se abrieron un poco más de lo normal, esta vez, esa mujer sí me tomó por sorpresa. Aclaré mi garganta un poco mientras trataba de organizar mis ideas. ¿De verdad creía que yo intentaba algo con mi padre? Bien, a sus ojos no se trataba de Aideen, la hija de Raiden, sino de Kenna Lancaster, la chica que quería destruir a su prometido.Tomé un poco de aire y me ajusté aún más en mi asiento. Debía asegurarme de ser lo más convincente posible, no deseaba que todo esto terminara en malos entendidos y nuestros planes de atraparlas se vieran afectados por cuestiones como estas.—No. Mi plan no tiene nada que ver con el señor Beauregard. Todo mi enfoque está en Arzhel. El señor Beauregard y yo tenemos una relación meramente laboral.Teresa me observó en silencio, como si estuviera buscando grietas en mi fachada. Pero yo sabía que no había ninguna, era imposible que dudara en algo así.—Entonces, ¿por qué estás tan cerca de él últimamente?—Porque es parte de mi trabajo.—¿Y los mensaj
Su sonrisa se amplió de forma sutil, mientras sus ojos brillaban con cierta diversión en ellos. Por supuesto que mi actitud le resultaba entretenida, pues, no era típico en mí creer en cosas de esas. Pero yo… yo ya lo había comprobado en más de una ocasión.¿Esa no era la ley de Murphy? Si algo podía salir mal, saldrá mal.—¿Siempre tan pesimista? —susurró a mi oído mientras su voz salía con cierto tono de jocosidad.—Prefiero llamarlo realismo. —Repliqué antes de tirar suavemente de su brazo—. Vamos, necesitamos saludar al señor Beauregard y a la cumpleañera. Tengo ganas de escuchar halagos de su parte, esta vez, sí me esmeré en que saliera bien.Su sonrisa se hizo mucho más notoria en sus labios. Luego de su asentimiento, nos acercamos donde estaban ellos. Papá sostenía una copa de vino en la mano, lucía relajado mientras Teresa, dejaba a un lado su actitud extremadamente sofisticada y se reía de manera despreocupada.—Señores Beauregard. —Saludé con una sonrisa cortés, mientras inc
A la mañana siguiente, la oficina estaba en completo silencio, el único sonido que se escuchaba era el del tecleo rápido de mis dedos mientras revisaba los datos de las transacciones.Mis ojos escaneaban cada línea, buscando patrones, irregularidades, cualquier indicio que confirmara las sospechas de Arzhel y las mías. Teresa estaba jugando un juego peligroso, pero no sabía que sus movimientos estaban bajo el escrutinio más minucioso.La trampa que Arzhel había sugerido estaba en marcha, pero todavía necesitaba perfeccionar los detalles. Mi mente estaba tan concentrada que no escuché los pasos que se acercaban hasta que una voz cargada de arrogancia rompió mi burbuja.—Kenna. —La voz de Rune resonó en la habitación con esa falsa amabilidad que siempre me ponía los nervios de punta y no en el buen sentido de la palabra—. Qué temprano para estar aquí. Aunque supongo que es típico de alguien tan… comprometida. Levanté la vista de mi pantalla y lo encontré apoyado en el marco de la puert
Permanecí en silencio por un par de segundos, mis labios estaban apretados y mi cabeza trabajaba a todo lo que da solo para poder darle una respuesta apropiada sin hacerme quedar como una maldita desgraciada. Aunque, si lo pensaba de mejor manera, no había hecho nada peor que ella, así que, estaba justificada. Vine para vengarme, no para jugar a las muñequitas.—No directamente. —Respondí con sinceridad, mientras buscaba su mirada—. Pero, en cierta forma, sí puedo tener algo que ver de manera indirecta.—¿Qué quieres decir? —Su ceño se frunció un poco, su cuerpo se giró un poco más a mí para centrarse más en lo que yo tenía para decir.—Señor Beauregard, con todo respeto… después de lo que me hicieron Nessa y Rune en la cabaña, siento que cualquier cosa que les pase ahora es un mínimo de lo que merecen. —Mis palabras salieron más frías de lo que pretendía, pero eran la verdad.Aun así, Aid… —comenzó, pero lo interrumpí.—Papá, ellos me drogaron. Me manipularon y trataron de destruirme
Luego de lo que parecieron dos horas extremadamente largas, el doctor entró en la habitación con una carpeta en la mano. Su expresión era neutral. Papá y la bruja giraron su cabeza hacia él de inmediato, mientras yo fingía revisar algo en mi teléfono, aunque prestaba atención a cada detalle.—Los análisis han confirmado que es una intoxicación alimentaria. —Anunció con calma, mirando a Teresa directamente—. Nada grave, pero vamos a administrarle el tratamiento adecuado, y si todo marcha bien, podrá regresar a casa mañana.—Gracias, doctor. —Soltó la bruja, su cuerpo se relajó, parecía que el alma le regresaba al cuerpo.El médico se despidió con una ligera inclinación de cabeza antes de salir de la habitación. Observé cómo Teresa respiraba aliviada, mientras Papá seguía luciendo pensativo. Aproveché el momento para intervenir.—Creo que lo mejor será que los deje a solas para que pasen un tiempo con Nessa. —Dije con suavidad, inclinándome hacia la cama para darle un último vistazo a l
—¿Lo respondiste? —Indagó en un pequeño susurro. Parecía que estaba intentando mantener el control de la situación y estaba siendo cuidadoso, pues, no sabíamos si alguien nos estaba escuchando en ese preciso instante.—No. No sé quién podría ser. No hay nombre, no hay indicios… nada.Arzhel cerró los ojos por un momento, tomando aire antes de abrirlos nuevamente. Esa era una de sus formas para manejar la frustración. Entre más pensaba en lo que sucedía, más extraño se me hacía.—Esto no es una simple coincidencia, Aideen —soltó por fin, con una determinación que envió un escalofrío por mi espalda—. Alguien sabe algo.—Lo sé. —Musité, sin poder ocultar la tensión en mi voz—. Pero no sé quién, ni qué es lo que quiere. Eso claramente nos pone en una situación desfavorable, puede ser amigo o enemigo.—Lo averiguaremos. —Afirmó con esa confianza que no podía ignorar—. Pero a partir de ahora, no darás un solo paso sin que yo lo sepa.—¿Eso es una orden? —Hablé con un toque de sarcasmo, inte
Mi respiración se detuvo por un instante, pero rápidamente recuperé la compostura. La voz al otro lado de la línea estaba distorsionada, irreconocible, como si quien fuera que estuviera llamando no quisiera dejar ninguna pista sobre su identidad.—¿Quién eres? —Solté de repente tratando de mantener mi tono seguro a pesar de que mi corazón golpeaba con fuerza contra mi pecho—. ¿Qué quieres de mí?La risa que salió del teléfono era baja, apenas un susurro, pero lo suficientemente clara como para helarme la sangre y hacer que mil hipótesis invadieran mi mente.—¿Eso es lo primero que preguntas? —replicó con la voz lenta y deliberada—. Pensé que tendrías más curiosidad, Aideen.Mi mandíbula se apretó. No sabía si la intención de esa persona era intimidarme o si solo estaba jugando conmigo, pero no pensaba dejar que me vieran titubear. Si alguien me iba a hacer caer, le daría toda la pelea posible.—Tienes mi atención. —Gruñí y entrecerré los ojos como si pudiera intimidar a la persona mis