A la mañana siguiente, ya me encontraba en la oficina, el ambiente estaba tan tranquilo, o al menos eso era lo que parecía, pues, una parte de mí decía que eso era simplemente un preludio a un desastre o alguna clase de problema. Ya habían pasado suficientes veces como para atribuírselo a una mera coincidencia.

Mis ojos seguían pendientes de la pantalla del ordenador, analizaba cada uno de los movimientos que se hicieron en las cuentas de la empresa en las últimas veinticuatro horas, lo que me indicaba que alguien se las arregló para pasar por alto las nuevas normativas de mi padre.

Un extraño aroma inundó mis fosas nasales, sabía lo que era, por eso, no me sorprendí cuando vi a Nessa acercarse a mí. Su andar, como siempre, era elegante, como un pavo real dispuesto a presumir su belleza o atributos. Esta vez había algo distinto en su postura, algo que me decía que esto no era un simple encuentro casual.

—Kenna. —saludó con un tono de voz que sonaba dulce, casi demasiado. La experienci