Capítulo 34

—Si hubieras aceptado por las buenas hubiera intentado dejarte vivir… ahora eso ya no es una opción— sus ojos son de un negro muy tétrico y están inyectados de sangre y odio.

Me separa de la pared y de nuevo me vuelve a azotar contra ella, una, otra y otra vez, al principio me duelen los golpes, pero después me empiezo a sentir mareada, aturdida. Me levanta y me avienta hacia mi habitación. Caigo en la cama, por fin sobre algo que no está más duro que mi cabeza, intento jalar aire, pero todo me da vueltas.

Me levanto con dificultad y lo veo entrar con paso lento, de inmediato empiezo a arrojarle cosas, intentando pegarle, pero no todas le dan y las que chocan contra él se rompen y caen al piso sin que detengan su camino.

Brinca encima de mí, con sus piernas sujeta las mías y sus manos están alrededor de mis muñecas, trato de forcejear, pero no lo muevo ni un centímetro, poco a poco su boca se acerca a mi cuello, su aliento frío choca contra mi piel hacie

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