—¿Si huimos?, ¿si nos vamos de la ciudad?, solos tú y yo, lejos de todo… formando una familia en otro país— me lo dice seriamente —lejos de nuestro pasado— apoya su frente en la mía mientras cierra sus ojos.
—Suena bien, pero no podríamos y lo sabes… no somos así, no huimos— coloco mis manos sobre sus mejillas y abre sus ojos ahora turquesa.
—Lo sé…
Sus manos juegan en mi espalda, siento sus yemas recorriendo mi piel, cierro mis ojos y me concentro en la sensación. Mis labios buscan los suyos y me entrego a un beso profundo y suave, su saliva es dulce, mentolada; me abrazo a su cuello y la temperatura comienza a aumentar.
Sus dedos descienden lentamente, recorren mi cuerpo con una delicadeza que no parece propia de un hombre como él, que solo ha probado el odio y la violencia. Me hace retroceder contra la cama y suaviza mi caída sobre el colchón, me quedo por un momento viéndolo frente a mí, con esa mirada de depredador, sus pupilas se clavan en las m
—Recuerdos… de alguien a quien jamás conocí, pero… parece que sufrió bastante— me cruzo de brazos, no sé qué tan bien reciban la noticia, tengo miedo, pero… no puedo dejarlo así —de Clarice— Catalina abre la boca con sorpresa así como los ojos, cuando volteo a ver a Dieter parece igual de sorprendido —por eso… sé lo que ocurre entre ustedes y los Bathory y… lo siento tanto— extiendo mi mano hacia Dieter y acaricio su mejilla, tenía miedo de que me rechazara, pero no lo hace. —Clarice… ¿fue familiar tuyo?—, pregunta Catalina, sus ojos se llenan de lágrimas, parece que recordar también le afecta a ella. —No lo sé, tal vez… alguna tía muy lejana— recuerdo las palabras de Tila, también su suposición de que posiblemente sea la reencarnación de Clarice, pero eso no lo deben de saber, no aun, no sé cómo lo puedan tomar. —Muy linda la historia, pero tenemos cosas más importantes… ¿no creen?, ¿hay algo más que agregar a la lista de pendientes?, ¿cuál es el más inmedia
—¿Podemos hablar en otro lugar?—, le digo poniendo mi mano en su brazo, como si tuviéramos la confianza, claramente veo que está confundido, ve mi mano y después me ve a los ojos, supongo que no concibe mi atrevimiento. —Claro… como usted deseé ¿ya comió, señorita Salem?—, me pregunta con cortesía. —No, de hecho no— le sonrío tímidamente. —Por favor— extiende su mano dándome el paso, protegiéndome con su cuerpo de la gente que nos rodea, volteo buscando a Dieter que nos ve partir, su rostro se desfigura en una mueca llena de coraje, lo veo con ojos suplicantes, espero me perdone. Caminamos entre la gente y salimos por una calle conocida, me deshago de mis guantes sin que lo note, supongo que tenerlos sería algo sospechoso, de por si debe de sospechar de mi naturaleza de bruja.Meofrece su brazo y camino tomándolo con cuidado. Llevo una máscara de timidez, intento poner en práctica mis antiguas habilidades de manipulación, per
—Clarice… yo… —¡¿Sabías que estaba enamorada de él?!, ¡¿sí o no?!—, no puedo ocultar la desesperación, de repente esa ilusión de volver a ver a mi amiga se corrompe y se vuelve rencor. —Lo sabía— cuando responde parece apenada, pero sostiene mi mirada. —¿Lo sabías?, ¿lo sabías y aun así decidiste seguir adelante? —Clarice… entiéndeme… es algo que no se puede controlar, ¿qué esperabas que hiciera? —¡Qué te alejaras de él!… eras mi amiga… éramos como hermanas— las lágrimas caen por mis mejillas, enormes y pesadas. —Lo siento tanto— su lástima termina de amargar mi corazón. —Yo también lo siento demasiado— retrocedo y decido regresar sobre mis pasos avanzando por el largo pasillo de celdas. Armand decide caminar detrás de mí en silencio y justo en la puerta que nos lleva hacia la parte superficial del castillo decido dejar las cosas en claro. —Si someto a Damián bajo las ordenes de Elizabeth… lo haré por despecho, no porque quiera
Volteo hacia la señora Aurora, es una mujer de si acaso 1,50 de estatura, tez blanca, ya con algunas arrugas en su rostro, sus ojos son marrones y cálidos, parece tierna, su cabello castaño ya pinta algunas canas. Aunque tiene la apariencia de una tierna viejecita, no pienso confiarme. —Aurora, te encargo a la señorita Brooke— le dice a Armand. —Claro señor, yo la cuidaré— se acerca a mí y me ve con cariño, pero algo no me está gustando, siento una presión en el pecho. —No puedo aceptarlo… en verdad, es mucho Armand, no quiero causar molestia… puedo quedarme en casa de alguna amiga… en serio— niega con la cabeza, se acerca a mí y me toma del rostro con ambas manos. —No te preocupes… en verdad es un gusto y un honor poderte ayudar, tranquila… todo estará bien— me dice con una mirada cálida y tierna —descansa… mañana nos vemos en el trabajo— me guiña un ojo y sale de la casa. Veo el camino que deja, sigo con mi mirada perdida hacia donde él desa
Lentamente me recuesta sobre la cama y comienza a recorrer sus labios por mi piel, acariciándome con ellos lentamente, bajando por mi herido cuello hacia mis pechos, los besa con delicadeza y de forma lenta, cierro mis ojos concentrándome en cada sensación, es como si un hielo recorriera mi piel, erizándola. Me empiezo a contorsionar debajo de él, disfrutando de su tacto como nunca lo había hecho, sin miedo y completamente dispuesta. Sus manos se posan en mi cintura mientras besa mi vientre, trazando dibujos con su lengua. Arrojo mi cabeza hacia atrás y mis piernas se retraen como respuesta mientras sus manos deciden apoderarse de mis muslos, acariciándolos lentamente, volviéndose una tortura mientras mi humedad aumenta, me siento deseosa de que no se detenga. Sus dedos expertos buscan mi centro, acarician esa zona tan delicada entre mis piernas, cada rincón sufre de su frío tacto mientras mis caderas comienzan a moverse, invitándolo a entrar en mí. Por fin se
Cuando llegamos, al mismo tiempo llega Dieter en su carro, lo veo salir de él elegante, alto, guapo, con ese toque salvaje cubierto por un traje serio color negro con una camisa azul marino y una corbata negra. Mi corazón se acelera al verlo y él, cuando me ve, su rostro refleja que está ansioso por estrecharme. Intento ocultar mi emoción, le sonrío de lejos en lo que Armand le da órdenes al del estacionamiento. Dieter se acerca hacia nosotros, con su andar seguro y fuerte, se ve con un aire animal, feroz, solo fueron horas sin verlo y en verdad lo extrañé como si fueran años. —Dieter… ¿cómo va todo?—, le pregunta Armand algo incómodo. —Perfecto… ¿la señorita Brooke regresará a trabajar?—, pregunta Dieter sin quitar su mirada de mí. —Así es, por favor, no quiero problemas— le dice Armand viéndolo autoritario. —¿Cómo está su abuela?—, me pregunta Dieter tomándome por sorpresa, ¿hizo la pregunta al azar o… sabe lo que platiqué con Armand?
—Es peligroso eso— Rolo se acerca a mí y saca de uno de sus bolsillos unas barras de granola —ten… son suplementos vitamínicos, con poco que comas te sentirás con energía, guárdalos y úsalos en caso de emergencia— busca en otro compartimento de su mochila y saca unas pastillas negras —y ten… carbón activado, si comes algo que creas que está alterado el carbón activado te puede ayudar a quelar y neutralizar toxinas. —Gracias, doc— le guiño un ojo. —Acomódate en los sillones, duerme todo lo que puedas, en la noche no será una opción— me dice Dieter viéndome fijamente mientras se cruza de brazos. —Gracias— lo veo con agradecimiento. —Ten, también la necesitarás, no sabes cuándo te puede atacar la señora esa— se acerca a mi Yusuf y me ofrece una navaja mariposa, sabe que es mi favorita —sólo escóndela bien— me sonríe. —Gracias— suspiro —espero no tardar mucho en obtener la información, hoy vendrá Armand a recogerme, espero poder tener más co
—El anillo estaba destinado para que no usaras tus poderes si no era en beneficio de Armand…— me sonríe al mismo tiempo que lo arroja al piso, escucho como el metal choca y tintinea al caer —…todo amuleto tiene su truco, ninguno es infalible y menos para contener la misma magia— me guiña un ojo y vuelve a caminar, llevándome de la mano hacia la profundidad de las celdas. —Ya no tienen control sobre mí— le digo y aunque podría ser algo positivo, no le veo sentido. —Jajajajajajaja ¿eso crees?, yo digo que ahora tenemos más poder sobre ti— voltea y me guiña un ojo —dime, ¿te quieres ir?, ¿en verdad quieres abandonar el castillo?, apuesto a que no… porque ahora lo que te detiene aquí no es un anillo, ni un encantamiento… ahora es un hombre, mi primo… no quieres dejarlo, no quieres alejarte de él… ¿qué mejor hechizo para dominar un alma que el amor?, ¿no crees?, es infalible…— escucho a lo lejos gruñidos y gritos, el correr de cadenas y látigos chasqueando en el aire —…ad