Abro la puerta y regreso al frío de la calle, no ha cambiado nada, sigue oscuro y solo, volteo de nuevo hacia atrás y veo como ella se despide con la mano mientras cierra la puerta. Suspiro con fuerza, ahora que lo sé todo, ahora que entiendo las cosas me siento fuerte y segura, aún no sé cómo lo haré, pero… tengo fe en que lo haré bien.
La luz de día empieza a hacerse visible, me quedo un momento pensando en hacia donde ir, puedo regresar a la corte y hablar con mi equipo, pero mi corazón me dice que vaya a otro lugar antes, así que empiezo mi camino, llego al que hace unos días era mi departamento, aún conservo las llaves. Todo está fuera de su lugar, no solo por las consecuencias de nuestra partida. Los muebles están volteados, el refrigerador abierto, la puerta de la habitación de mi abuela esta arrancada y sus cosas revueltas.
Algo entró como un torbellino destrozándolo todo, buscando algo, espero que lo haya encontrado y se haya ido; camino lentament
—Si hubieras aceptado por las buenas hubiera intentado dejarte vivir… ahora eso ya no es una opción— sus ojos son de un negro muy tétrico y están inyectados de sangre y odio. Me separa de la pared y de nuevo me vuelve a azotar contra ella, una, otra y otra vez, al principio me duelen los golpes, pero después me empiezo a sentir mareada, aturdida. Me levanta y me avienta hacia mi habitación. Caigo en la cama, por finsobre algo que no está más duro que mi cabeza, intento jalar aire, pero todo me da vueltas. Me levanto con dificultad y lo veo entrar con paso lento, de inmediato empiezo a arrojarle cosas, intentando pegarle, pero no todas le dan y las que chocan contra él se rompen y caen al piso sin que detengan su camino. Brinca encima de mí, con sus piernas sujeta las mías y sus manos están alrededor de mis muñecas, trato de forcejear, pero no lo muevo ni un centímetro, poco a poco su boca se acerca a mi cuello, su aliento frío choca contra mi piel hacie
Salgo de la habitación, pensativo y veo que Zet, Carl y Devrim están sentados en la sala, callados, con las miradas bajas y el ánimo por los suelos, tan preocupados como yo. Me acerco a ellos y sus miradas se posan en mí, me ven con tristeza, es parte de la empatía en la jauría, pueden saber cómo te sientes sin siquiera decirles. —¿Se pondrá bien?—, pregunta Devrim, sus ojos me ven fijamente esperando la respuesta. —Necesita un médico— todos me ven seriamente, saben lo difícil que seráconseguir uno que venga hasta acáy la atienda sin hacer preguntas. —¿Conoces a alguien?—, me pregunta Zet, se pone de pie y camina hacia mí. —Tal vez… tiene un amigo, le llaman Rolo, es paramédico, él debería de poder ayudar. —¿Y qué esperamos?—, dice Carl desesperado al ver que no nos movemos, buscando en cada uno la respuesta a su pregunta. —No sé dónde localizarlo— cierro los ojos con fuerza, no me imagino por dónde empezar. —
—Es la salida más rápida, pero es imposible avanzar porahí, no hay escaleras, no hay nada… y es muy alta, es un enorme boquete… nadie puede escalar por él— dice Hidden escéptico, levanto la mirada y alcanzo a ver el escape al que se refieren. Se trata de un cilindro enorme sobre nuestras cabezas, con algunas agarraderas de acero clavadas en el acero que simulan una escalera, se ve que nadie lo ha visitado en años, está algo descuidado y efectivamente está muy por arriba de nosotros, para un humano normal no le sería tan fácil poder salir por ahí. —No es imposible para nosotros— les digo mientras mis hermanos y yo nos empezamos a transformar frente a sus ojos. Nuestros huesos crujen, la ropa se rompe, se desgarra y nuestros cuerpos se llenan de pelo, cuando la transformación termina tomo de la ropa al tal Rolo y salto por encima de la casa, empiezo a correr entre los tejados, saltando de uno a otro mientras mis hermanos me siguen; cuando llego al boquete
—Lo sé… pero tú no estás todo el tiempo aquí, no puedo andar por el castillo sin tener ese temor constante de encontrarme con tu prima y sus orgias de sangre, termino encerrándome en esta habitación mientras veo por la ventana como bajan doncellas de carruajes, secuestradas por sus esbirros para que al poco rato los gritos se apoderen de cada rincón del castillo, ¿cómo sé que un día no vendrá por mí y terminaré igual que ellas?—, las lágrimas salen de mis ojos, corren por mis mejillas y levanto mi rostro hacia él, quiero que vea la desesperación que se apodera de mí cuando pienso en su prima, me muero de miedo y quiero que lo entienda. —Hablaré con ella— toma mi rostro entre sus manos y besa mi frente. —No… no me metas en problemas, si ella sabe que te dije todo esto y la molestas… no… por favor, no quiero saber de lo que será capaz de hacerme— tomo sus manos por las muñecas y mi miedo se vuelve más angustiante. —¿Tanto le temes?—, frunce el ceño, parece sorp
—¿Si huimos?, ¿si nos vamos de la ciudad?, solos tú y yo, lejos de todo… formando una familia en otro país— me lo dice seriamente —lejos de nuestro pasado— apoya su frente en la mía mientras cierra sus ojos. —Suena bien, pero no podríamos y lo sabes… no somos así, no huimos— coloco mis manos sobre sus mejillas y abre sus ojos ahora turquesa. —Lo sé… Sus manos juegan en mi espalda, siento sus yemas recorriendo mi piel, cierro mis ojos y me concentro en la sensación. Mis labios buscan los suyos y me entrego a un beso profundo y suave, su saliva es dulce, mentolada; me abrazo a su cuello y la temperatura comienza a aumentar. Sus dedos descienden lentamente, recorren mi cuerpo con una delicadeza que no parece propia de un hombre como él, que solo ha probado el odio y la violencia. Me hace retroceder contra la cama y suaviza mi caída sobre el colchón, me quedo por un momento viéndolo frente a mí, con esa mirada de depredador, sus pupilas se clavan en las m
—Recuerdos… de alguien a quien jamás conocí, pero… parece que sufrió bastante— me cruzo de brazos, no sé qué tan bien reciban la noticia, tengo miedo, pero… no puedo dejarlo así —de Clarice— Catalina abre la boca con sorpresa así como los ojos, cuando volteo a ver a Dieter parece igual de sorprendido —por eso… sé lo que ocurre entre ustedes y los Bathory y… lo siento tanto— extiendo mi mano hacia Dieter y acaricio su mejilla, tenía miedo de que me rechazara, pero no lo hace. —Clarice… ¿fue familiar tuyo?—, pregunta Catalina, sus ojos se llenan de lágrimas, parece que recordar también le afecta a ella. —No lo sé, tal vez… alguna tía muy lejana— recuerdo las palabras de Tila, también su suposición de que posiblemente sea la reencarnación de Clarice, pero eso no lo deben de saber, no aun, no sé cómo lo puedan tomar. —Muy linda la historia, pero tenemos cosas más importantes… ¿no creen?, ¿hay algo más que agregar a la lista de pendientes?, ¿cuál es el más inmedia
—¿Podemos hablar en otro lugar?—, le digo poniendo mi mano en su brazo, como si tuviéramos la confianza, claramente veo que está confundido, ve mi mano y después me ve a los ojos, supongo que no concibe mi atrevimiento. —Claro… como usted deseé ¿ya comió, señorita Salem?—, me pregunta con cortesía. —No, de hecho no— le sonrío tímidamente. —Por favor— extiende su mano dándome el paso, protegiéndome con su cuerpo de la gente que nos rodea, volteo buscando a Dieter que nos ve partir, su rostro se desfigura en una mueca llena de coraje, lo veo con ojos suplicantes, espero me perdone. Caminamos entre la gente y salimos por una calle conocida, me deshago de mis guantes sin que lo note, supongo que tenerlos sería algo sospechoso, de por si debe de sospechar de mi naturaleza de bruja.Meofrece su brazo y camino tomándolo con cuidado. Llevo una máscara de timidez, intento poner en práctica mis antiguas habilidades de manipulación, per
—Clarice… yo… —¡¿Sabías que estaba enamorada de él?!, ¡¿sí o no?!—, no puedo ocultar la desesperación, de repente esa ilusión de volver a ver a mi amiga se corrompe y se vuelve rencor. —Lo sabía— cuando responde parece apenada, pero sostiene mi mirada. —¿Lo sabías?, ¿lo sabías y aun así decidiste seguir adelante? —Clarice… entiéndeme… es algo que no se puede controlar, ¿qué esperabas que hiciera? —¡Qué te alejaras de él!… eras mi amiga… éramos como hermanas— las lágrimas caen por mis mejillas, enormes y pesadas. —Lo siento tanto— su lástima termina de amargar mi corazón. —Yo también lo siento demasiado— retrocedo y decido regresar sobre mis pasos avanzando por el largo pasillo de celdas. Armand decide caminar detrás de mí en silencio y justo en la puerta que nos lleva hacia la parte superficial del castillo decido dejar las cosas en claro. —Si someto a Damián bajo las ordenes de Elizabeth… lo haré por despecho, no porque quiera