Vania se apresuró a abrir y en cuanto la niña rubia la miró, sus ojos brillantes y azules se agrandaron como dos luceros iluminándolo todo.Tenía una sonrisa dulce en la que le faltaba un diente y eso lo hizo tragar con fuerza.Era preciosa, como una muñeca de porcelana. Su cabello era igual que el de su madre, pero la chiquilla lo llevaba largo, casi hasta la cintura, a diferencia de Vania, que ahora lo usaba mucho más corto.Vania le susurró varias cosas a la niña que no salía del hueco de su cuello, pero de un momento a otro, la pequeña la miró con sorpresa e hizo un mohín con sus labios que le rompió el corazón antes de que empezara a llorar. Con sus ojitos anegados en lágrimas recorrió la habitación con sus ojos azules hasta que los posó en él.El impacto del momento fue casi físico y podría jurar que sentía que su pecho se desgarraba con cada gesto de su pequeño rostro.Ella forcejeó un poco con Vania para que la dejara bajar de sus brazos hasta que logró liberarse. Caminó haci
Abigaíl corría por el jardín tras las mariposas que rodeaban las flores favoritas de Angélica, siendo perseguida por un gato negro, que a opinión de Vania era espantoso. Sin embargo, Alexander lo aprobó por la simple razón de que la niña le tuvo lástima. De acuerdo a los encargados del albergue, era el más pequeño y les dijeron que se había aislado de los demás. El gato maullaba cada tres segundos y tenía una apariencia que indicaba que no pasaría de la semana. Así que ella no entendía qué les atraía de él. Vania tampoco podía creer que a Alexander le pareciese gracioso, que el gato le orinara encima antes de llegar a la casa y no le importó comportarse como un juguete para ellos en el jardín, mientras Abi comprobaba que aún el gato no se podía lanzar de ciertas alturas. El animalejo caminaba por el cuello de Alexander con total confianza y Abi los miraba embelesada, riendo por todo lo que le contaba de cuando era niño y las travesuras que hacía. Hunter se acercó a ellos junto a u
Una vez que entró, Vania buscó su bolso para telefonear a Gloria, pero le llamó la atención encontrar el que supuso era de Andrea sobre la isla de la cocina. Después de cerciorarse de que cerró la puerta principal con seguro, revisar a Abi en la habitación y corroborar que dormía profundamente, regresó con el fin de registrarlo. Encontró varios fajos de billetes, demasiados para una mujer que portaba una tarjeta de crédito Centurión, entre otras exclusivas en su monedero. Silbó con la burla plasmada en los labios al toparse con otro teléfono. Esa mujer parecía ser todo un estuche de monerías. Su móvil timbró y recordó que no le había hablado a Gloria, así que corrió para responder. —¿Qué haces? —le preguntó Alexander del otro lado. Ella se sentó en el sillón de la sala y miró de reojo el bolso Prada de la embarazada, dudando entre decirle la verdad o mentir. —Buscaba un número de contacto —respondió, acomodándose el cabello rubio a un lado—. Tu cuñada estaba aquí y se desmayó. N
Alexander aguardaba la visita de su padre en su habitación, y aunque sabía la tensión que ocasionaría entre ambos aquella reunión, eran temas que ya no podía dilatar más. Era una decisión difícil, pero muy meditada, gracias a los frutos obtenidos de la investigación de Simon sobre Angélica y sus planes. Se tuvo que despedir de Vania a regañadientes y aunque consciente de que la había hecho perder la paciencia, no podía dejar de sonreír por ello. Tendría que hacerla entender que las cámaras eran un mal necesario en su estado y más aún, si consideraban el peligro que ellas corrían debido a su pasado. Sabía que se estaba precipitando, pero la necesidad creciente de tenerlas cerca y resguardadas era muy intensa. Se comunicó con Hunter para ordenarle que regresara, pero este no respondió, lo que lo avergonzó un poco más al evidenciar ante él los celos que sintió al verlos juntos. El atractivo de su empleado era evidente, y hasta su hermana menor había caído bajo su influjo un par de
Alexander se quedó mirando cada una de las vetas en la madera oscura, queriendo cerciorarse de que su padre no entraría de nuevo para decirle que ya lo sabía todo. En realidad, no reconocía con claridad las emociones que lo embargaron en ese momento, pero la sonrisa volvió a sus labios, mientras llamaba a uno de sus hombres para que se llevaran los recipientes y los analizaran. Avisó a uno de los médicos que hacía ese tipo de tareas para él y le pidió la discreción de siempre. Le dio un vistazo a un par de temas de sus negocios que requerían de su atención y que había dejado de lado a cambio de pasar un rato con Abigaíl. Y volvió a sonreír recordar sus frases ingeniosas, su risa y esa mirada que reconocía como suya. No hacía falta que un análisis clínico lo respaldara, aunque sabía que los necesitaba para protegerla a nivel legal. Gloria llegó con su cena y se dispusieron a hablar sobre lo sucedido en la cocina, pero la reserva de la mujer era exasperante y después de darle una es
Las cintas de seda se deslizaron de sus hombros a la vez. El ronroneo varonil que escuchó a sus espaldas, le sugería lo complacido que estaba Sander al verla desnudarse frente a él y dejar el conjunto negro bajo sus pies. Parecía no importarle que cuatro hombres la miraran a través de las cortinas de gaza blanca que simulaban cubrirlos. La luz de las lámparas creaba sombras alargadas de senos y penes erectos, con sonidos de fondo que podían estimular los sentidos de cualquiera, excepto los suyos. La música sensual fijaba el ritmo de las embestidas de algunos, pero la mayoría de ellos estaban tan perdidos por lo que habían consumido o mezclado por horas, que no le habría sorprendido que no supieran ni dónde se encontraban. Ese era el nuevo negocio de Sander e iba viento en popa. Les hacía llegar invitaciones a personas claves que debían llevar a un acompañante para participar en orgías privadas. Siempre con una dirección distinta, donde al llegar, debían entrar al sitio a oscuras,
No tardaron en llegar a la mansión que ocupaban en el área exclusiva de la isla. Solían ir sin custodia por esa zona y eso era suficiente para demostrar el enorme control que ejercía en la ciudad, después de la muerte de Darius, así como la trampa mortal que implicaba el que quisiera escapar. No sabría qué ojos la veían, ni las bocas que la delatarían si se atrevía a desafiarlo de aquella manera. Hasta ahora, él la había tratado con delicadeza, pero Vania no se engañaba. Tras toda esa cortesía y muestras de afecto, se ocultaba un ser sin escrúpulos, que le haría cualquier cosa si percibía siquiera un leve aroma a traición. Atravesaron el estacionamiento techado, pero en lugar de subir por el ascensor subterráneo, la llevó por unas gradas adyacentes. Llegaron hasta la enorme terraza caliza con piscina, tumbonas y vistas sin obstáculos e impresionantes del mar Egeo. Las primeras semanas se recreó con la belleza del océano, pero al pasar de los días se volvía más consciente de la dista
Alexander se divertía al ver a su padre y a su hermano convertidos en marionetas bajo las manos de su hija. Su hija. Se escuchaba bien decirlo, pensarlo y, sobre todo, sentirlo.Abigaíl Herrera fue recibida con los brazos abiertos por cada uno de los miembros de su familia e incluso Darla, a la que había empezado a visitar con frecuencia por sus terapias, parecía fascinada con ella. —Papi, se ven lindos, ¿verdad? —dijo moviéndose entre todos ellos, cambiando cintas de colores y ganchos rosas sobre los mechones de cabello cafés de su hermano y los color plata de su padre.—Así es… —respondió con sorna al mirar a Javier y haciéndose el desentendido de sus propias coletas con adornos de ositos pandas. —Podemos ser cautelosamente optimistas.La expresión de su padre hizo que volviera a poner atención a la conversación que se llevaba a cabo en el jardín, con Pixie deslizándose entre ellos con toda confianza antes de volver a acomodarse en su regazo y quedarse dormido.—Sí, gracias a esto