Ellas
Alexander se quedó mirando cada una de las vetas en la madera oscura, queriendo cerciorarse de que su padre no entraría de nuevo para decirle que ya lo sabía todo. En realidad, no reconocía con claridad las emociones que lo embargaron en ese momento, pero la sonrisa volvió a sus labios, mientras llamaba a uno de sus hombres para que se llevaran los recipientes y los analizaran.

Avisó a uno de los médicos que hacía ese tipo de tareas para él y le pidió la discreción de siempre.

Le dio un vistazo a un par de temas de sus negocios que requerían de su atención y que había dejado de lado a cambio de pasar un rato con Abigaíl. Y volvió a sonreír recordar sus frases ingeniosas, su risa y esa mirada que reconocía como suya.

No hacía falta que un análisis clínico lo respaldara, aunque sabía que los necesitaba para protegerla a nivel legal.

Gloria llegó con su cena y se dispusieron a hablar sobre lo sucedido en la cocina, pero la reserva de la mujer era exasperante y después de darle una es
Mileth Pineda

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