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Alexander se divertía al ver a su padre y a su hermano convertidos en marionetas bajo las manos de su hija. Su hija. Se escuchaba bien decirlo, pensarlo y, sobre todo, sentirlo.Abigaíl Herrera fue recibida con los brazos abiertos por cada uno de los miembros de su familia e incluso Darla, a la que había empezado a visitar con frecuencia por sus terapias, parecía fascinada con ella. —Papi, se ven lindos, ¿verdad? —dijo moviéndose entre todos ellos, cambiando cintas de colores y ganchos rosas sobre los mechones de cabello cafés de su hermano y los color plata de su padre.—Así es… —respondió con sorna al mirar a Javier y haciéndose el desentendido de sus propias coletas con adornos de ositos pandas. —Podemos ser cautelosamente optimistas.La expresión de su padre hizo que volviera a poner atención a la conversación que se llevaba a cabo en el jardín, con Pixie deslizándose entre ellos con toda confianza antes de volver a acomodarse en su regazo y quedarse dormido.—Sí, gracias a esto
Casandra ocupó su apartamento en el edificio frente a la playa desde que regresó por Andrea y se negó a quedarse en la mansión mientras esperaba la llegada de su esposo, quien volvía esa misma tarde. Él respetaba sus decisiones, pero el temor de que sufriera un atentado similar al de Vania lo obligó a ponerle a Simon como parte de su escolta. Ella estaba enfadada, pero después de que él le dijera que si prefería a Hunter, no tendría problema en asignarlo, calló de inmediato y lo aceptó sin chistar. La historia con el alemán y la tensión sexual que esos dos mantenían, no pasaba desapercibida ante nadie, mucho menos para Fabio, su esposo, que lo odiaba con todo su ser y no disimulaba en hacérselo saber al mundo. Javier lo reprendía por su falta de respeto, pero Fabio tenía que entender que todos tiene un pasado y un hombre debe aceptar el que venga cargando a quien eliges, sin importar si te gusta o no. A él no le agradaba que Vania siguiese con el mafioso griego y saludable Sander
Una de las chicas del servicio se acercó al umbral del gimnasio y le avisó que Sander la esperaba para desayunar.Vania dejó de saltar y detuvo el movimiento de la cuerda mientras intentaba regular su respiración. Se miró al espejo y asintió satisfecha en dirección a su entrenadora personal. Había desarrollado músculos que ni sabía que tenía.Ella se fue por la otra puerta y Vania acompañó a la chica por uno de los pasillos, no sin antes tomar una toalla de la repisa y secar el sudor que cubría su rostro y parte de su cuerpo.—Dile que no me tardo. Me daré un baño.—No. El señor me pidió que la llevara directo a la mesa. Tiene prisa y no quiere comer sin usted.Eran esos pequeños detalles de Sander que no podía dejar pasar sin más. El griego la procuraba y se sentía mal consigo misma por no ser capaz de desarrollar emociones más acordes con su trato, verlo de forma distinta.—Te ves preciosa.Él se puso de pie para ayudarle con la silla y esperó hasta que la vio acomodarse, dedicándol
Subieron hasta la enorme habitación con decoraciones marítimas de su casa de la isla y él le señaló el baño. Lo vio dirigirse al closet, que ocupaba casi las mismas dimensiones de la habitación. Se duchó con rapidez porque no quería poner a prueba su paciencia y cuando salió, él aguardaba en una de las sillas cerca de la puerta corrediza que daba a la terraza y le señaló el conjunto que seleccionó para ella sin perder detalle de sus movimientos. Tomó el ligero vestido verde perla, de gaza natural y después de ponerse la ropa interior, lo deslizó sobre su cuerpo para luego calzar las sandalias planas con piedras del mismo color. Se dio cuenta que combinaba a la perfección con el atuendo de lino que usaba Sander, en la que su camisa blanca llevaba un diseño tenue en el mismo tono de su vestido. —Maquillaje y peinado ligero —dijo en voz baja. De pronto, poniéndose de pie, le dio la espalda y metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón claro y se quedó mirando el mar. »Invité a
Hunter lideró el grupo sin perder ocasión para acariciar el cuerpo de Naia o Adara, los nombres que había usado con la mujer que se contoneaba frente a ellos. Por primera vez, Sander la ignoraba por estar pendiente del siguiente movimiento de la pareja.Tomaron las gradas que los llevaba a la villa más lujosa del hotel y los tacones de la morena resonaron sobre el piso con cada uno de sus pasos.Ambos hombres aceleraron el paso hacia un recodo antes de llegar a la entrada y atraparon a la mujer dejándola entre ellos. Mientras el guardaespaldas le comía la boca, Sander se ocupó de morder sus pezones sobre la tela.La mujer rio con sus atenciones y ella esperó pasos atrás, intentando desligarse de lo que sucedía y ubicar a los hombres de seguridad del griego, pero no parecía haber ninguno a su alrededor. Sander reaccionó poco después, como si se hubiese dado cuenta de que no la tenía cerca y fue por ella, pero en un segundo se vio en la misma situación de la otra mujer, cuando fue Hunt
Vania se arrodilló frente a Hunter y lo miró a los ojos. Ni siquiera lo había tocado cuando él ya estaba respirando con dificultad, lo que hizo reír a Sander. Ella se acercó despacio y acarició sus muslos velludos y le indicó que dejara parte de su trasero fuera de la tumbona. Se acomodó entre sus piernas abiertas antes de deslizar su lengua desde su ombligo hasta la raíz de su pene, rodeando la base y él jadeó como si lo hubiese hecho daño. —¿Qué es lo que no te gusta? —preguntó con esa voz pastosa que usaba para seducir a los hombres. —Has conmigo lo que te apetezca. —Esta vez su acento inglés cobró fuerza en su lengua y ella sonrió satisfecha el verlo expectante a su próximo movimiento. —¿Te gusta que te muerdan? —preguntó mientras le daba besitos en el interior de ambos muslos, provocando que su pene palpitara como si estuviese implorando por un poco de atención. Él asintió y sonrió emocionado haciendo que Vania riera. El sonido de Adara atragantándose de nuevo, la obligó a
Alexander movía su mano derecha sin descanso sobre la superficie de su Tek RMD. Iba y venía por toda la habitación, sin perder de vista la pantalla en la que su hermana y la mujer que creyó nunca volver a ver hablaban sin cesar.Sabía bien que todos estaban nerviosos y que él no ayudaba para que el ambiente mejorara, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Se había sentido en tensión durante horas y la discusión que acababa de sostener con su padre y su hermano no se lo ponían más fácil.—¿De verdad te sientes mejor? —preguntó Casandra, que no terminaba de decidir si acercarse a Vania era del todo seguro.—Solo tengo un poco de náuseas y leves punzadas en la cabeza.—El médico dijo que es normal. Vania… Alexander miró con irritación los documentos que su hermana menor agitaba sobre su regazo y reorganizaba sin cesar, porque no estaba de acuerdo en hacerlo de esa manera. Sin embargo, Casandra era tan testaruda e irreverente que se coló en la habitación a pesar de sus advertencias y, era e
Vania acarició a Abigaíl con una inmensa ternura y sus ojos se suavizaron a tal punto que Alexander se impresionó. —Tienes el cabello tan largo. —El tuyo se ve lindo, mami. —La niña sorbía por la nariz sin poder contener el llanto. —Ya no llores, mi tesoro. Vania tampoco era capaz de dejar de hacerlo y le dedicó una sonrisa melancólica a él, como si le estuviese pidiendo ayuda. Él se acercó a la cama y posicionó su aparato para sentarse sobre el colchón, a su lado, y Vania lo miró con admiración. Rio bajito por ello, pero contuvo el aliento cuando ella se acercó y le rodeó el cuello con ternura junto a su hija. —Gracias, Alexander. —Te extrañé —confesó abrazándola con propiedad y sintiéndola tan cerca como tanto anheló. Su movilidad había mejorado mucho y aunque no le era posible realizar varias actividades, podía decir con certeza que ahora iba por la vida con una independencia superior a la que tenía la noche que ella desapareció—. Te extrañamos —corrigió al sentir una caric