Deseos

Llegaron a su apartamento y Vania se sintió en calma cuando fue Pia quien abrió su puerta. Ella les hizo un gesto para que guardaran silencio, explicándoles que la niña estaba durmiendo. Al parecer la debilidad no la había abandonado del todo, pero al menos había aceptado comer un poco antes de irse a la cama.

Nicolás recibió una llamada y salió al pasillo a responder. Pía elevó los brazos agradeciendo al cielo por la intervención y se la llevó a la minúscula cocina del apartamento.

—¡Por fin, pero qué hombre más insoportable!

—Pia, no sé cómo salir de esto. Sabe quién soy.

—¡Pero qué me estás contando…! Tienes que irte, pero a la de ya. —Chasqueó los dedos mientras daba vueltas en el reducido espacio y entre los nervios y la angustia, Vania tuvo que reír por la escena.

—No me deja ni a sol ni a sombra. Le ha dicho a Dora que…

—Ya lo sé, si esa vieja ya se lo ha contado a todo el barrio. Ni te imaginas lo que he sufrido por llegar a la puerta de una vez. Creo que estaba a punto de to
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