Indecoroso
Alexander gruñó satisfecho por los sonidos que emitía la enfermera. Se había dado cuenta de que después de todo, no era tan terrible permanecer hospitalizado y menos, si recibía tan buena atención del personal femenino del lugar.

Escuchó un fuerte golpe contra la puerta de su habitación, lo que provocó que la mujer, a la que le saboreaba uno de los pezones, y la que ya había disfrutado de un orgasmo solo con su boca, estuviese a punto de caer sobre su trasero al incorporarse.

—Doctora… —susurró con sorpresa.

La pobre trató de ocultar su rostro enrojecido, mientras respiraba con fatiga, intentando en vano de encontrar la camisa, poco práctica que usaba como uniforme y, la que tantos problemas le había dado a Alexander para convencerla de que se la quitara.

Darla ni siquiera le dedicó una mirada a la enfermera. Sus ojos estaban fijos sobre él, quien reía divertido por su reacción, pero no podía evitarlo.

—Al final, tu madre tuvo razón al sugerir que era mejor si se te asignaban enfe
Mileth Pineda

Bienvenidas a esta nueva historia, mis hermosas lectoras. Si te gusta lo que lees, dale amor: comentando, con un me gusta o recomendándola. Espero que la disfruten.

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