Soñar no cuesta nada...

Estaba en la cocina lavando los trastos que descansaban en el fregadero cuando Jake salió a mi encuentro.

—¿Se durmió? —pregunté tratando de sonar tranquila. Tenerlo en casa era de lo más extraño. Aún me costaba creer que todo fuera real.

—Sí, costó, pero finalmente lo logré —dijo triunfante. Sonreí ante su gesto.

—Tiene demasiada energía…

—¿A quién habrá salido?

—Es más tu culpa que la mía —dije divertida.

—Gracias Becks. No imagino lo difícil que habrá sido criarla sola.

—No estuve sola. Kim, mi padre y su esposa me apoyaron mucho. Y Jenny está siempre para nosotras.

—Me alegro que así sea. ¿Karen no lo aceptó? —preguntó extrañado y mi corazón se achicó.

—Mi madre murió poco tiempo después de saber de su existencia. Ella me alentó a seguir adelante con el embarazo pese a todo —dije con una mueca de dolor al recordar su trágica muerte.

—Lo siento. No lo sabía.

—Gracias.

—¿Cómo pasó?

—Estábamos en la escuela cuando un aneurisma en su cerebro reventó. La encontramos tirada en la cocina cuando llegamos.

—Diablos… realmente lo lamento. Siento no haber estado ahí para ti.

—Yo también —dije con pesar recordando cuánto deseé que estuviera a mi lado durante esos días.

—Seguro estaría loca por Hope, es una niña encantadora.

—La amó apenas supo de su existencia.

—No tengo dudas. ¿Por eso te mudaste aquí?

—Sí, mi padre se responsabilizó por nosotras —dije tomando una cerveza de la nevera, y haciendo un gesto para ofrecerle una, él asintió y ambos nos sentamos en la mesa—, él vivía aquí con su nueva familia, Cristina, la mujer que estaba en la cafetería y sus tres hijos. Fue duro al principio. Sabes que yo estaba muy resentida con él.

—Lo recuerdo.

—Pero cuando Hope nació, fue un antes y un después para nosotros. Ella es la luz de sus ojos, y al ver cómo amaba a mi hija, lo perdoné.

—Un nuevo comienzo… —dijo pensativo mientras daba un sorbo a la botella.

—Así es. ¿Y tú?

—Bueno… después de tu "no" carta, todo cambió. Pensaba volver a casa luego de la academia, pero ya no había nada que me hiciera querer volver. Estaba demasiado enojado para verte o saber de ti. Candice lo intentó por un tiempo, luego se dio por vencida. Así que solicité unirme a los Rangers.

—¿No eres un Marine?

—No exactamente. Los Rangers son una rama táctica de elite del ejército.

—Siempre en lo más alto ¿No? —dije con una sonrisa, él siempre necesitaba destacar en todo.

—Ya me conoces…

—¿Y entonces?

—Terminé con honores y rápidamente nos llamaron a acción. Llevo dos giras siendo el teniente del 2° batallón de los Rangers.

—Vaya Jake… el Coronel no debe caber de la alegría.

—Por mí puede morirse en ella.

—No hables así. No tienes idea de lo duro que es perder un padre.

—Becks, arruinó mi vida. Está muerto para mí.

—Te arrepentirás Jake.

—No, no lo haré.

—¿Dónde serviste?

Afganistán.

—¿Volverás?

—Quisiera decir que no, pero sé que si me solicitan no podré negarme.

—Entiendo.

—Aunque me será muy difícil dejar a Hope.

—Es una rompe corazones mi pequeñabell…

—¿Pequeñabell? —preguntó con una mueca de desconcierto

—Su hada favorita es Tinkerbell, es solo un apodo tonto con el que jugábamos con Kim.

—¿Cómo está ella?

—Bien, en San Francisco… entró a Berkeley.

—Eso es genial. ¿Arte?

—Sí, eso no cambió.

—¿Te recibiste de guionista?

—Ojalá. Es bastante difícil hacer que el día me alcance entre dos trabajos y Hope…

—Claro —dijo pensativo.

—¿Cómo me encontró Candice?

—Estaba de paseo por aquí. Estudia en UCLA y te vio en el parque.

—No estaba loca… —dije recordando haber visto una cara conocida en la multitud.

Conversamos por un buen rato más. Estaba muy curioso por saber todo de mi hija. Luego se despidió, pero antes me pidió volver mañana.

—Claro, solo llámame antes.

—Bien, necesitaré tu número —lo apunté en su móvil junto al número fijo y la dirección de la casa.

—Hasta mañana Jake.

—Adiós Becca. Gracias por darme esta oportunidad.

—De nada. No lo eches a perder.

—Jamás.

Cerré la puerta y me dejé caer sobre ella. Me sentía agotada, tanto física como mentalmente.

Me arrastré hasta la cama, me puse el pijama y me enrosqué en el edredón repasando todo lo que había cambiado mi vida en apenas unas horas.

Sin siquiera soñarlo Jake estaba de regreso en mi vida, y lo que era más importante, en la vida de Hope.

Ver la felicidad de mi pequeña al conocerlo era una imagen que jamás iba a borrar de mi mente.

Ella lo necesitaba tanto…

Y él… bueno, ver cómo miraba a la niña me ablandaba las rodillas. Se enamoró de inmediato de ella, le robó el corazón.

Como dicen… la sangre tira.

«Solo espero no equivocarme», me repetí a mí misma.

Absolutamente derrotada me dormí.

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