Un golpe seco y duro me despertó del sueño. Entreabrí los ojos con pesadez y miré el despertador a mi izquierda 3.35 a.m. brilló en él. Un nuevo golpe. Alguien llamaba a la puerta.
¿Quién puede ser a esta hora? Me pregunté a mí misma mientras me levantaba de la cama.
Puse mi ojo en el mirador de la puerta de entrada y apenas pude divisar una oscura cabellera. Abrí con manos temblorosas y ahí estaba él. Jake lucía fatal, su rostro tenía algunos golpes, sus ojos estaban rojos y unas enormes ojeras lo decoraban. Repasé su cuerpo en busca de alguna señal de estar herido, y vi que sus puños, que estaban apoyados a ambos lados del umbral, se encontraban cubiertos de sangre, al igual que su haraposa remera.
—¿Qué te sucedió Jake? Entra —se tambaleó y dio unos pasos hacia mí. El olor a whisky me revo
El sonido de mi teléfono en el bolsillo me despertó. Me sentí desorientado, la cabeza me daba vueltas y no tenía idea de dónde diablos estaba. Miré a mi alrededor y entonces vi una foto de mi hija. ¿En qué momento llegué a casa de Becks? Me pregunté a mí mismo. El insistente móvil volvió a sonar y lo tomé.—Hola Candice —dije con la voz apagada, tenía la boca pastosa y seca.—¿Estás bien? ¿Dónde estás Jake? Casi me matas del susto —sus gritos terminaron de despertarme.—Tranquila, estoy bien. No sé cómo terminé en casa de Becca.—Diablos Jake… me asustaste.—No te preocupes, en un rato estaré en tu dormitorio.—Bien, aquí te espero.—Adiós.Cerré el aparato y me puse de pie. Las s&a
Me pasé gran parte de la mañana sumida en papeles y eso ayudó a que no pensara. Le mandé un mensaje a Jenny pidiéndole que almorzáramos juntas, debía contarle todo lo que estaba ocurriendo, tenía que hablar con alguien o me volvería loca.A las 12.30 p.m. la puerta de mi despacho se abrió y Jenny entró cargando unas bolsas de comida y una enorme sonrisa.—Hola amiga, ¿cómo estás?—Hola cariño… almorcemos en el parque —dije mientras recogía mi bolso y abrigo.—Bien, qué sucede Becca, estás preocupándome. ¿Es Hope?—No Jenny. Jake volvió.—¿Cómo que volvió?—Sí, siéntate que te cuento todo —pasamos la hora del descanso hablando entre bocado y bocado. El sándwich de atún me cayó fatal
Nada me gustaba más que pasar tiempo con ellas, pero sobre todo aprender cada cosa que Hope me enseñaba. Poder verla crecer a través de los retratos no me devolvía lo que perdí, pero al menos no me sentía tan ajeno a su vida. En cada una de las fotografías, que iban desde la panza hasta su último cumpleaños, la imagen era la misma, una hermosa niña de rizos rubios, ojos zafiro y enorme sonrisa. Mi hija era feliz a pesar de todo, incluso de sus desalmados abuelos, ella siempre fue feliz. Y eso me tranquilizaba. Se notaba que era amada por todos, podía verlo en el rostro de las personas que la acompañaban en las distintas fotos. El padre de Becca, su esposa, sus hijos. Su tía Kim, Jenny… solo faltaba yo, y claro Candice.No podía olvidarla, esta mañana luego de llegar a su dormitorio, y después de recibir unos cuantos golpes en el estómago seguido de abr
Nos abrazamos en silencio, no había nada que decir. Fue un momento mágico. Algo con lo que soñé incontables noches. Jake regresaba a mí. Al menos por esta noche me obligué a no pensar en el mañana, solo a disfrutar de la protección que sentía en sus brazos. Recosté la cabeza en su pecho dejándome llevar por el golpeteo de su corazón, por su aroma tan característico y que me daba tanta paz. Delineé el tatuaje que estaba grabado junto a su corazón, parecía árabe, pero no sabía que significaba.—¿Qué dice? —pregunté curiosa.—Rebecca, en árabe —respondió con tristeza.—¿En serio?—Sí, mi corazón siempre fue tuyo amor. Y esto es un recordatorio.—Mi corazón también es tuyo, siempre lo fue… al igual que mi cuerpo
Luego de volver a hacer el amor con mi muñeca, nos dormimos abrazados. Por la mañana teníamos mucho que hacer. Ni bien sonó la alarma a las 7.00 a.m., ambos saltamos de la cama, Becks armó su bolso y luego fue por el de Hope mientras yo tomaba un baño. Desayunamos, bañó a mi hija y luego fue su turno. Para las 10.00 a.m., ya estábamos listos para partir al aeropuerto con destino a Washington DC. No me emocionaba recibir la medalla del congreso, pero sí pasar unos días con mis chicas y disfrutar de ellas.Unas cuatro horas después llegamos a nuestro destino. Mi pequeña se la pasó en grande en el avión, para mi sorpresa estaba acostumbrada, Becca me contó que cada verano viajaba con sus abuelos a Florida. Buscamos un lindo hotel, dejamos las cosas y salimos a dar un paseo por la ciudad. Almorzamos en un bonito bistró familiar, el clim
Presenciar ese maravilloso momento en el que Jake fue condecorado, fue indescriptible, por un lado, sentí un enorme orgullo por el padre de mi hija, y por otro una gran tristeza, la realidad de lo que él había vivido en ese infierno me golpeó. Jamás podría llegar a imaginar lo que era vivir algo como eso. Estar continuamente al borde de la muerte, ver morir a la gente a tu alrededor. No podía siquiera imaginarlo, o no volvería a respirar con normalidad cuando él estuviera lejos de nosotras.Nos tomaron varias fotos, a los tres solos y también con el presidente. Luego nos despedimos y yo aproveché para secar algunas lágrimas que caían por mis mejillas, lágrimas de emoción y conmoción.—Felicitaciones Jake. Es un enorme honor el que te dieron.—No Becks, no lo es. Es solo un recordatorio de los hombres que perdí en batalla.&mda
Me giré para salir del cuarto de mi hija cuando me encontré con Becca apoyada en la puerta observándonos.—¿Qué haces? —pregunté intrigado.—Guardo momentos.—¿Guardas?—Sí, para cuando no los tenga.—No pienses en esas cosas. Estaremos bien. Lo prometo amor.La tomé entre mis brazos y la estrujé con cariño. Cruzó sus brazos en mi cintura y yo acaricié su cabello. La tomé de la mano y la dirigí a la habitación.—Quítate la ropa —le indiqué mientras me sentaba en la cama a observarla.—¿Qué? —dijo con el rostro preso de la vergüenza.—Ya me oíste, desnúdate para mí. Dame un momento para guardar en mi memoria.Mordió su labio dubitativa y lentamente comenzó a moverse al ritm
Esa noche me costó conciliar el sueño, no tener a Jake a mi lado en la cama, me causó una extraña sensación. Me había acostumbrado a dormir en sus brazos, y al encontrarme sola, me sentí abandonada. Y el miedo se instaló en mi pecho, esa rara sensación de que algo estaba mal. Antes de las 7.00 a.m., cansada de dar vueltas en la cama, me levanté. Me di una ducha mientras seguía dándole vueltas en mi cabeza a todo. sequé mi cabello y me maquillé suavemente.Luego de ponerme el uniforme, me dediqué a preparar unos ricos hot cakes para mi hija.Una vez que todo estuvo listo fui a despertarla.—Hora de levantarse muñeca —dije con dulzura en su oído mientras besaba sus rubios rizos.—Buenos días mamá —respondió mi ángel con voz ronca por el sueño.—Arriba peque&nti