Desde que saqué mi billete de avión hace un par de semanas, cada noche libre y aburrida los pensamientos me han asaltado con cuchillos apuñalándome la tranquilidad. Aquí en Miami nadie ve a alguien más en mi, nadie espera nada de mi. En Seattle todo el mundo lo hace. —¿Cee? ¿Estás bien? —Sí. —No es mentira, no del todo, mañana por la mañana cuando me entretenga con cosas se me pasará.Me lo pregunta de nuevo, pero cierro los ojos y los primeros minutos finjo estar dormida disfrutando de sus caricias hasta que me duermo de verdad.Por la mañana me despierto la primera y espero a que él se levante para bajar a la cocina a desayunar. Me pongo unas mayas ajustadas y un sujetador bajo su camiseta, y a medida nos acercamos a la cocina escucho el jaleo. Una panda de chicos descamisados como Jack están haciendo un estropicio en la cocina. —¡Buenos días, parejita! —grita uno. Me pego a Jack como un grano aunque él me retira uno de los taburetes en la isla y me deja ahí sentada mientras nos
Su confesión me deja pasmada, con los ojos bien abiertos y las ilusiones pisoteadas. No me puedo creer que acabe de decir eso. ¿Cómo hemos pasado de hacer el amor a que diga que odia salir conmigo?—Tú tuviste esta idea bien sabiendo lo que era salir juntos.Ponerme de pie no hace nada, Jack es mucho más grande que yo, más intimidante, me sigue viendo desde una posición superior. Él está enfadado y yo estoy dolida, no es lo mismo.—Porque quiero estar con la chica que he conocido aquí, no con la niñata que eras y sigues siendo cuando eres tan jodidamente pesada. Haces que se me quiten las ganas de aguantarte.Estoy ofendida también, y me ofende más que se de la vuelta y rodee el barco sin dejar que yo discuta con él. ¿Va a ser capaz de dejarme aquí sola? Me lo confirmo cuando al ir a seguirlo él ya está caminando por las tablas del puerto. Vale. Él es un puto niñato, inmaduro y traumatizado que vive atormentado. Y puede que yo sea lo mismo, puede que yo sea incluso peor, pero desde lu
No estoy mejor para ir comprar, pero me planto delante del espejo abrigada hasta las cejas y preparo mi mejor sonrisa. Ahora ni siquiera estoy cómoda aquí. Mi habitación huele demasiado a recuerdos, a todas nuestras fotos sobre mis estanterías y esos peluches de la feria, yo me quedé con el suyo aunque está quemado y ni siquiera parece ya lo que era cuando lo conseguimos. Quiero tirarlo pero no puedo. Quería recuperar mi habitación porque ya no es solo mía, pero ya da igual. Quería recuperar mi vida y por eso me fui. —¿Cece? Vamos, Miranda está abajo —me llama mi madre desde el pasillo.El accidente nos tocó a todos, hasta a mi madre que ahora conduce a la mitad del límite de velocidad y tardamos el triple en llegar al supermercado. Mañana es Noche Buena y aquí si siento la navidad, pero no estoy de ánimos para mucho.—No hemos dejado de ver las fotos que nos has mandado de Miami. ¿Estás feliz allí? Sí, estoy más feliz que aquí pero no me atrevo a confesarlo.—Estoy bien —respondo.
Me despierto en el hospital. Mi padre está dormido en el sillón junto a la cama, es de día y me entran unas ganas repentinas de echarme a llorar. He fastidiado la Noche Buena. Doy media vuelta en la cama, los cables a los que estoy enganchada me tiran de la piel pero me hago una bola de temblores llorosos. Me tapo la boca y aunque me duela en el pecho y no tenga aire en los pulmones, estoy en silencio.JACK—Joder, Cee. Coge el puto teléfono.—¡Es Noche Buena, Jack! Venga... —me pasea sus uñas pintadas de rojo por el pecho y su aliento alcohólico me revuelve el pelo más que el viento de la calle—. ¿Quieres subir a tu habitación? Antes de que me toque la polla sobre los pantalones me la quito de encima. Marco de nuevo el teléfono de Cee, ayer me prometió que dejaría que hoy le llamara. Necesito hablar con ella. Me da igual si está dormida y el teléfono le despierta. Y entonces descuelga.—¿Cee? Joder, que alivio. Me dejaste preocupado y tus escasos mensajes no ayudan. —¿Jack?<< ¿Qu
CECE—Cee... —Intenta que me gire hacia él. ¿Qué hace aquí? ¿Siquiera es real?Me tapo los oídos con fuerza, quiero volver a dormir durante días.—Jack, sal de ahí, déjala en paz —le regaña su madre. Es real. Está aquí. Su mano se deja caer en mi cintura y pesa mucho más de lo que debería. La habitación es grande pero el aire no corre. Entreabro los labios para respirar.—Cee, por favor —me suplica—. Háblame.Cierro los ojos con fuerza. He fastidiado la Navidad y le estoy robando dinero a Jack, y les he robado una hija y la ilusión a los Bennet intentando ser tan perfecta para todos cuando no lo soy. Soy solo yo y ya ni eso. Y soy una mentirosa, y le he robado la vida a Anna cuando ni siquiera soy capaz de mantener la mía.Rodea la cama y se agacha delante de mis narices. Está empapado de pies a cabeza y el pelo mojado le gotea. ¿Por qué ha venido? Me odia. Levanta la mano y me quita las lágrimas de la mejilla.—He sido un gilipollas, lo siento, lo siento mucho —tiene un dije de culp
CECE—¿A dónde vas? —me preguntan. Me encojo de hombros. Sólo sé que quiero salir de casa y esperar a Jack fuera para que no haya más problemas. —Ven, mira qué de regalos.No tengo ganas de sentarme y abrir sorpresas, pero lo hago como si no pasara nada, en silencio. Son demasiados regalos: los míos y los que serían de Anne. El aire se me atasca en el cuello, me tiro del collar como si eso fuera a quitarme la soga. Cuando abro el último regalo lo dejo en el suelo.—¿Puedo salir ya? —pido, al borde de que me de algo otra vez. —¿No te han gustado? —insiste mi madre.Deberían gustarme porque por lo menos yo ahora recibo muchísimos. Asiento con la cabeza arrancándome las ganas de decir que no los quiero. No necesito tanta ropa ni accesorios decorativos. Yo no uso camisetas con estampados de animales marinos, Anna lo hacía, y teníamos quince años. —Voy a salir —anuncio.—Cee... —escucho a mi padre.—Déjala. Lleva dos días encerrada —le frena mi madre. JACKMe cuesta un mundo coger el
CECELlevo dos días encerrada en estas cuatro paredes y cuando Jack quiere salir está a punto de entrarme una rabieta. Si bien no hemos hablado mucho, no ha dejado de estar aquí para mi. Bromea con que está intentando ser un buen novio. —¿Qué tal estás, cariño? —me pregunta mi madre al teléfono.Cada vez que llaman tengo el miedo de que me echen algo en cara.—Bien —respondo.—Se acerca Noche Vieja, ¿por qué no vuelves ya a casa?Ni siquiera lo había pensado. Se me atasca la respiración y paso tanto tiempo en silencio que la escucho suspirar.—¿Puedo hablar con Jack? —¿Para qué?—Cee, sólo quiero hablar con él. No lo voy a regañar. El agua de la ducha ya no corre así que golpeo con los nudillos la puerta del baño. Que Jack salga mojado y con solo una toalla enredada a la cintura no ayuda a mi poca concentración de estos días. —Es mi madre, quiere hablar contigo —digo y cuando le paso el teléfono me encierro en el baño porque no escuchar nada.Él llama a la puerta del baño cuando h
JACK—Qué bien. Cena de fin de año en casa de los suegros —murmuro.La entiendo, está acojonada por lo que pueda pasar y yo prometo mantener mi bocaza cerrada siempre y cuando no estén jodiendo.—No vayas con esa actitud. Nos vamos en dos días. Ni ropa tengo, Cece ha intentado hacerme un apaño con la ropa más formas que cree que tengo pero sólo ha encontrado unos vaqueros con los que vine y una sudadera negra. Es una simple cena, quiero decirle que no se tiene que preocupar tanto ni que enredarse en el baño con su neceser a disgusto.—Estás guapa así. Venga, vámonos ya antes de que me se me quiten las ganas.Deja el baño echo un desastre, no deja de corretear preocupada por el reducido espacio de la habitación. Se va a empezar de los tirar de los pelos. Joder. Son personas que ya nos han visto de mil maneras. Cuando se agacha a organizar un mínimo de su maleta, la falda del vestido rojo se le levanta para darme una ínfima vista de su culo. Casi le rompo esas bragas rojas que se ha pu