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Permanecemos unos minutos más en el coche, Jack no deja de removerse y parece aliviado cuando salimos y me da las llaves como si quemaran. Caminamos en silencio por la calle hasta la fiesta, me acompaña por el lateral y hunde su mano en el bolsillo trasero de mis vaqueros para no perderme entre la gente. Por suerte el tumulto de gente arremolinado sobre la mesa de ping-pong es tan grande que encontrarlos es algo más fácil.

Levanto la cabeza lo suficiente para darme cuenta de que Jack me está mirando.

—¿Los ves? —le pregunto.

Se agacha y me da un beso corto, por sorpresa, hace que se me ponga la piel de gallina.

Con lo alto que es, él encuentra antes a mis amigos y les devuelvo las llaves y sus cosas. Lee se ha unido a jugar y estoy segura de que ha perdido la camiseta. Kay me guiña un ojo cuando me ve con Jack. Él ya me está arrastrando a su habitación y en un abrir y cerrar de ojos me he quitado las zapatillas y Jack me deja una de sus camisetas para que duerma.

—No tienes des
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