Rita y Harry estaban acurrucados en el sofá del apartamento, riendo y disfrutando de la calidez del momento. De repente, Rita, con una sonrisa traviesa, rompió el silencio.—¿Sabes? A veces pienso que la bebé Luna podría ser una loba —le dijo guiñándole un ojo.Harry palideció al instante al recordar el secreto que su hermano Alexander.—Bueno, eso sería... interesante —respondió, tratando de mantener la calma. —Pero ya sabes que los niños tienen mucha imaginación. A veces hacen cosas divertidas.Rita se inclinó hacia él, divertida.—¿Imaginación? ¡Vamos! Tiene que haber algo de verdad en eso. La forma en que mira la luna, parece que sabe algo que nosotros no. Y sus ojos grises son como los de un lobo cachorro.Harry se rascó la nuca, buscando una forma de cambiar de tema.—Sí, claro, pero… ¿qué tal si hablamos de algo más? Como, no sé, ¿qué planes tienes para el fin de semana?Rita lo miró con curiosidad, notando su nerviosismo.—Oh, vamos, Harry. No puedes evitarlo. ¿No crees que se
Alexander se le acerca con suavidad y le dice:—Hola, Abril. Te veo pensativa. ¿Todo bien?—No, no estoy bien. He hablado con mi familia y todavía están confusas. No pueden entender lo que está pasando con Luna... y, bueno, contigo.—Lo sé, es complicado. Pero, ¿qué les dijiste exactamente?—Les expliqué que eres un licántropo y que Luna ha heredado esa condición. Pero no se lo creen del todo. Piensan que es una locura.—Es normal que se sientan así. Es difícil de aceptar. Pero lo que importa es que estamos aquí para proteger a Luna.—Sí, pero me preocupa cómo lo están manejando. No quiero que se alejen de ella por miedo o incomprensión.—Lo entenderán con el tiempo. Solo necesitamos ser pacientes y demostrarles que no hay nada que temer. Luna es especial, y tú también lo eres.—Gracias, Alexander. A veces siento que todo esto me abruma.—Estoy aquí para ti. Como familia, podemos enfrentar cualquier cosa. ¿Quieres hablar más sobre lo que sientes?—Sí, creo que necesito desahogarme un
Zeus, con voz firme y mirando a todos, expuso:—¡Hermanos y hermanas de la manada! Hoy nos reunimos no solo como licántropos, sino también como defensores de nuestra aldea y de nuestra forma de vida. He recibido una segunda advertencia de Crhistenses, y esta vez no es un juego. La amenaza es real y se acerca rápidamente.—¿Qué significa esto, Zeus? ¿Estamos hablando de una batalla inminente? —pregunta Rodolf con asombro.—Todos sabemos que Crhistenses no nos ven con buenos ojos. ¿Qué podemos hacer para proteger a nuestra gente? —señala Tom mirando a su alrededor.—Exactamente. No podemos subestimar la fuerza del odio que habita en sus corazones. Pero nosotros somos más que simples bestias; somos una familia, y juntos somos más fuertes. Debemos prepararnos para lo que se avecina —asiente Zeus.—Estoy listo para luchar. No dejaré que nos arrebaten lo que es nuestro —dice Rodolf con determinación a la derecha de Zeus.—Pero, ¿qué pasa si no estamos preparados? ¿Y si nos superan en número
Han pasado varios días desde que la luna llena reveló la extraordinaria mutación de Luna, quien se convirtió en esos días en una adorable niña loba. La madre de Abril, Elizabeth, al principio casi se desmaya al ver la transformación de su nieta. Aunque todavía está conmovida por el destino de la pequeña, su amor por ella no ha disminuido en lo más mínimo. Por otro lado, la abuela Elsa y Rita, a diferencia de Elizabeth, se emocionaron hasta las lágrimas al ver a Luna en su forma lobuna.En este momento, todos se encuentran reunidos en la celebración del cumpleaños de los gemelos, que cumplen apenas dos años. Zeus ha llevado a algunos niños, acompañados por sus madres de la piara, hasta la mansión de Alex y Abril, donde se está llevando a cabo la fiesta. El ambiente es festivo y hay muchas risas mientras la familia celebra este día tan especial, rodeada de amor y aceptación.La mansión de Alex y Abril está decorada con globos y serpentinas para el cumpleaños de los gemelos. La familia e
Tiempo después…Al alba, en pleno amanecer, las mujeres de la aldea realizaban sus quehaceres cotidianos, mientras los hombres se preparaban para la faena del día. Sin embargo, la tranquilidad se vio interrumpida de manera abrupta por la llegada del despiadado hombre lobo Arthur Christenses, el temido lobo danés que creía tener derechos sobre las tierras de Zeus. Su codicia era insaciable; sabía que en esas tierras había oro y abundantes recursos naturales, cosas que Zeus, el protector de los licántropos, desconocía y poco le importaban, ya que para él solo eran un hogar y un refugio para su gente.Cuando Zeus se encontró cara a cara con Christenses y sus hombres, la tensión en el aire se volvió palpable.—¡No permitiré que te lleves lo que no te pertenece, Christenses! —rugió Zeus, su voz resonando con la autoridad de un líder.—¡Esas tierras son mías por derecho! —respondió Christenses, mostrando sus colmillos afilados con una sonrisa cruel. —Hoy, los licántropos se arrodillarán ant
Arthur Christenses se adentró en un oscuro bosque donde las sombras parecían cobrar vida. Allí encontró al malvado hechicero, un ser de mirada penetrante y sonrisa siniestra que lo esperaba con ansias.—Ah, Arthur, has llegado —dijo el hechicero, su voz suave como la seda, pero cargada de malicia. —He estado esperando tu visita. Sé lo que deseas: acabar con Zeus.Christenses asintió, con su ambición brillando en los ojos.—Sí, ese inmortal ha sido un obstáculo en mi camino. Necesito una forma de debilitarlo. ¿Puedes ayudarme?El hechicero se acercó y susurró un conjuro antiguo.—Hay un ritual que se puede hacer. Necesitarás reunir tres elementos: la sangre de un lobo, el llanto de un niño inocente y la sombra de un traidor. Con ellos, podrás invocar un poder que debilitará a Zeus, haciéndolo vulnerable.Arthur frunció el ceño intrigado, pero también cauteloso.—¿Y qué precio tiene este poder?El hechicero sonrió mostrando sus dientes afilados.—El precio es tu alma, Arthur. Pero piens
Días después…La maldad de Arthur Christenses no tardó en manifestarse. Reunió todos los elementos que el siniestro hechicero le había pedido para llevar a cabo el hechizo que arruinaría la inmortalidad de Zeus. Con una sonrisa maliciosa, se dirigió a su oscuro laboratorio, donde la atmósfera estaba impregnada de un aire de peligro inminente.—¡Por fin todo está listo! —exclamó Arthur, mientras colocaba los ingredientes sobre la mesa. —Con eso, Zeus no podrá resistir mi poder.Un eco de risa resonó en la habitación y una sombra se materializó en una esquina.—Recuerda, Arthur —dijo la figura encapuchada, cuya voz susurrante era como el viento. —El poder que buscas no es fácil de controlar. La ira de un dios es temible.—No me importa —replicó Arthur con determinación. — He esperado demasiado tiempo para que el miedo me detenga. ¡Hoy, Zeus conocerá mi verdadero poder!Con un gesto decidido, comenzó a mezclar los ingredientes, mientras la sombra observaba con interés. La noche se oscure
Sandra, aún con el eco de la partida de Alex resonando en su mente, decidió llamar a Abril. Con el teléfono en la mano, marcó el número rápidamente y esperó ansiosa a que le contestaran.—¡Hola, Abril! —dijo Sandra, y su voz tembló ligeramente. —Soy yo, Sandra. Necesito hablar contigo.—¿Qué sucede? —preguntó Abril, sintiendo un nudo en el estómago. — ¿Es sobre Alex?—Sí, acaba de salir del tribunal de una manera muy extraña. No me dio detalles, pero estaba visiblemente preocupado por algo que no logro entender.—¿Preocupado? —replicó Abril, sintiendo que la inquietud se apoderaba de ella. — ¿De qué se trata? ¿Está bien?—No lo sé. Solo sé que se fue rápidamente, como si estuviera huyendo de algo. No pude detenerlo y ahora estoy aquí, preocupada por lo que pueda estar pasando.Abril sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La falta de información la hacía sentir vulnerable y confundida.—Sandra, esto no me gusta. Alex nunca actúa así sin razón. ¿Crees que deberíamos hacer algo?—De