BlossomNo era la primera vez que Heaven Duch me invitaba a almorzar, pero esta vez la ocasión se sentía diferente. Quizá porque la conferencia había terminado y sabía que pronto regresaría a Londres, dejando atrás no solo Nueva York, sino también todo lo que esta ciudad me había hecho sentir en estos días. Heaven, en cambio, permanecería aquí, continuando con su vida, tan resuelta y brillante como siempre. Cuando me llamó esa mañana, no pude evitar sentir una mezcla de gratitud y nerviosismo. Heaven siempre había sido una presencia tranquilizadora, alguien que sabía decir las cosas justas en el momento adecuado, aunque esas palabras fueran difíciles de escuchar.Nos encontramos en un restaurante pequeño y acogedor, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz suave de la tarde. Heaven ya estaba allí cuando llegué, sentada junto a la ventana, revisando distraídamente su teléfono. Al levantar la vista y verme entrar, me dedicó una sonrisa cálida, como si estuviera esperando algo má
EdrikLa última noche en Nueva York siempre tiene algo especial, una especie de nostalgia anticipada que te invade antes de partir. Habíamos decidido cenar en uno de esos restaurantes pequeños, casi escondidos, donde el bullicio de la ciudad parece un eco lejano. Blossom había elegido el lugar, un rincón íntimo con luces cálidas y un ambiente que invitaba a la tranquilidad. Mientras caminábamos hacia nuestra mesa, no podía dejar de pensar en lo mucho que habíamos vivido juntos en tan poco tiempo. Pero también, en lo mucho que quedaba por decir. Blossom estaba hermosa esa noche, como siempre, pero había algo más en ella, una energía diferente, algo que no podía identificar del todo. Tal vez era la forma en que su mirada se perdía por momentos, como si estuviera buscando las palabras exactas para decir algo importante. Yo no quise presionarla; después de todo, conocía su ritmo, y sabía que cuando estuviera lista, hablaría. —¿Te gusta el lugar? —preguntó con una sonrisa tímida mient
BlossomHabía algo extraño en volver a Londres después de tanto tiempo. El aire estaba frío, como siempre en esta época del año, y las calles del barrio donde vivía Karina, o Rina como le decíamos todos, seguían igual de tranquilas, con sus casas alineadas y las chimeneas humeando. Mientras caminaba por la acera con las manos metidas en los bolsillos de mi abrigo, sentí cómo una mezcla de emociones comenzaba a burbujear en mi interior: alivio, nostalgia... y miedo.Cuando llegué a la puerta de la casa de Rina, me quedé un momento quieta. Podía oír las risas de Hyacinth desde dentro, dulces y chispeantes, mientras jugaba con algo, probablemente losmuñecos que tanto le gustaban. Me armé de valor y golpeé suavemente la puerta.Karina abrió enseguida, como si me hubiera estado esperando. Su sonrisa cálida me recibió de inmediato, pero también noté la sorpresa en su rostro.—¡Blossom! —exclamó, tirando de mí hacia adentro antes de que pudiera decir algo—. ¡No me dijiste que venías!Antes
EdrikDesde que decidí invitar a Blossom a mi apartamento, no pude evitar sentir una mezcla de anticipación y nerviosismo. No era común para mí abrirme tanto con alguien, y mucho menos mostrarme vulnerable. Pero con ella era diferente. Cada momento a su lado se sentía tan natural, tan cómodo, que me olvidaba de las barreras que normalmente mantenía bien altas. Esta noche, quería que fuera especial. Quería que ella sintiera lo que yo sentía por ella: algo profundo, algo verdadero.Cuando sonó el timbre, mi corazón dio un pequeño salto. Me acerqué a la puerta y, al abrirla, no pude evitar sonreír al ver su rostro iluminado por la luz suave del pasillo. Llevaba un vestido sencillo, pero perfecto, con un corte que le caía a la perfección y la hacía lucir aún más impresionante de lo que recordaba. Sus ojos se encontraron con los míos y, por un instante, todo en el mundo pareció detenerse.-Hola -dije, mi voz un poco más grave de lo normal.-Hola -respondió ella, sonriendo tímidamente, como
BlossomEran las tres de la tarde cuando llegué a la casa de mi madre. O al menos, esa era la palabra que usaba para referirse a ella. En realidad, nunca había sido madre para mí. Mi mente me decía que no debía entrar, que lo mejor sería no involucrarme, pero no pude resistir. Había algo en mí que todavía esperaba, de alguna forma, que todo fuera diferente. Que en algún momento, Ciara Wright, la mujer que me dio la vida, se preocuparía por mí como madre. Pero esa esperanza, como siempre, era ingenua.Al llegar, vi su figura a través de la ventana. El cabello oscuro y cuidadosamente arreglado, el rostro sin arrugas, siempre impecable. Siempre distante. No era difícil imaginar que su vida estaba perfecta, mientras yo luchaba con las piezas rotas de la mía.Golpeé la puerta con suavidad, sabiendo que no me abriría con entusiasmo, pero esperaba al menos algo que se pareciera a una bienvenida. La puerta se abrió lentamente, y la mirada que me dio no era de sorpresa, sino de simple reconoci
Edrik-¿Por cuánto más vamos a fingir, Blossom? ¡Todos los demás ya se han dado cuenta de nuestros sentimientos, y solo nosotros insistimos en no admitirlo! -Le dije con firmeza, pero suavidad, mientras tomaba su brazo con delicadeza. No quería presionarla, pero tampoco podía seguir reprimiendo lo que sentía.Ella levantó la mirada, sus ojos castaños reflejaban una mezcla de agotamiento y confusión. -¿Acaso no estábamos siendo sinceros con respecto a nuestros sentimientos? -susurró.Sabía que había sido un día pesado para ella. Hace menos de veinte minutos, la había nombrado, de manera no oficial, como la nueva jefa de la firma G.H. Vaughan, pero, lejos de mostrarse feliz, Blossom parecía hundida en un mar de dudas y emociones encontradas.-¿Qué te sucede, Blossom? -le pregunté con genuina preocupación. Quería entenderla, pero no estaba seguro de si este era el momento adecuado para hablar de lo que había entre nosotros-. Puede que no sea el mejor instante, con todo esto de convertirt
BlossomEl día había sido largo en la firma. Entre reuniones interminables y la constante presión que conlleva mi nuevo puesto, apenas había tenido tiempo para respirar. Pero incluso en medio del caos, mi mente estaba fija en él. Desde que regresamos a Londres, Edrik y yo habíamos mantenido las cosas profesionales en la oficina, pero era imposible ignorar la conexión que nos unía. Lo veía en cómo me miraba durante las reuniones, en la forma en que su mano rozaba la mía cuando revisábamos documentos juntos.Esa noche, después de que la última luz de la oficina se apagó y el edificio quedó en completo silencio, supe que no podía seguir reprimiendo lo que sentía. Caminé hacia su despacho, mi corazón latiendo con fuerza. No estaba segura de cómo empezar esta conversación, pero sabía que ya no podía esperar más.-Edrik -dije al entrar, cerrando la puerta tras de mí.Él levantó la vista de los papeles que estaba revisando, sorprendido al verme allí a esa hora.-Blossom, ¿todo bien? -pregunt
EdrikEl fin de semana había llegado, y con él, una necesidad imperiosa de sacar a Blossom de la rutina que la había consumido últimamente. Entre su trabajo en la firma y sus propios miedos, apenas había tenido un respiro. Yo podía verlo en sus ojos, en cómo a veces su sonrisa parecía cansada, como si estuviera peleando una batalla interna que no quería compartir del todo. Pero yo estaba decidido a cambiar eso, aunque fuera por un par de días.El sábado por la mañana, pasé a recogerla temprano. Cuando apareció en la puerta de su apartamento, con su cabello suelto y un vestido sencillo que se movía con la brisa, supe que había tomado la decisión correcta.-¿A dónde vamos? -preguntó, arqueando una ceja mientras me dedicaba una de esas sonrisas que siempre lograban desarmarme.-Es una sorpresa -respondí, tomando su mano para guiarla hacia el coche.El viaje duró un par de horas, con el sol brillando a través de las ventanillas mientras hablábamos de todo y de nada. Blossom se relajó poco