BlossomEl día había sido largo en la firma. Entre reuniones interminables y la constante presión que conlleva mi nuevo puesto, apenas había tenido tiempo para respirar. Pero incluso en medio del caos, mi mente estaba fija en él. Desde que regresamos a Londres, Edrik y yo habíamos mantenido las cosas profesionales en la oficina, pero era imposible ignorar la conexión que nos unía. Lo veía en cómo me miraba durante las reuniones, en la forma en que su mano rozaba la mía cuando revisábamos documentos juntos.Esa noche, después de que la última luz de la oficina se apagó y el edificio quedó en completo silencio, supe que no podía seguir reprimiendo lo que sentía. Caminé hacia su despacho, mi corazón latiendo con fuerza. No estaba segura de cómo empezar esta conversación, pero sabía que ya no podía esperar más.-Edrik -dije al entrar, cerrando la puerta tras de mí.Él levantó la vista de los papeles que estaba revisando, sorprendido al verme allí a esa hora.-Blossom, ¿todo bien? -pregunt
EdrikEl fin de semana había llegado, y con él, una necesidad imperiosa de sacar a Blossom de la rutina que la había consumido últimamente. Entre su trabajo en la firma y sus propios miedos, apenas había tenido un respiro. Yo podía verlo en sus ojos, en cómo a veces su sonrisa parecía cansada, como si estuviera peleando una batalla interna que no quería compartir del todo. Pero yo estaba decidido a cambiar eso, aunque fuera por un par de días.El sábado por la mañana, pasé a recogerla temprano. Cuando apareció en la puerta de su apartamento, con su cabello suelto y un vestido sencillo que se movía con la brisa, supe que había tomado la decisión correcta.-¿A dónde vamos? -preguntó, arqueando una ceja mientras me dedicaba una de esas sonrisas que siempre lograban desarmarme.-Es una sorpresa -respondí, tomando su mano para guiarla hacia el coche.El viaje duró un par de horas, con el sol brillando a través de las ventanillas mientras hablábamos de todo y de nada. Blossom se relajó poco
BlossomAceptar el cargo que mi padre me ofrecía como la nueva jefa de la firma G.H. Vaughan no había sido una decisión fácil. Había pasado días, incluso semanas, dándole vueltas al asunto. ¿Era yo la persona adecuada? ¿Sería justo para mis hermanos? Las dudas me habían atormentado, pero después de una conversación larga y reconfortante con Edrik, supe que era momento de dejar atrás mis inseguridades y confiar en mí misma.Así que aquella mañana, respirando profundamente y con un nudo en el estómago, entré al despacho de mi padre. Él estaba sentado detrás de su escritorio, su porte siempre imponente, pero con esa calidez en los ojos que solo reservaba para nosotros, sus hijos.-Papá, he tomado una decisión -dije con firmeza, aunque mi corazón latía con fuerza.Él dejó a un lado sus papeles y me miró con atención.-Te escucho, Blossom.-Acepto el cargo -anuncié. Las palabras salieron más seguras de lo que pensé-. Quiero asumir la responsabilidad y demostrarte que puedo manejarlo.Por u
BlossomEl día en que volví a encontrarme con mi madre biológica fue uno de esos que no se olvidan fácilmente, no por su belleza o por algún momento especial, sino por el peso de las emociones que trajo consigo. Me encontraba en la firma revisando unos documentos cuando recibí la llamada de recepción: Ciara Wright estaba allí, solicitando verme.El simple hecho de escuchar su nombre hizo que mi cuerpo se tensara. La última vez que la vi había sido tan incómodo como siempre, con sus súplicas veladas y su ambición descarada. Pero esta vez, algo en el tono de la recepcionista me hizo sentir que no podía ignorarla.Accedí a recibirla en una pequeña sala de reuniones, lejos de las miradas curiosas de mis compañeros. Cuando entró, noté que había algo diferente en ella. Su usual porte altivo estaba ausente, reemplazado por una expresión cansada y demacrada. Sus ojos, que siempre habían reflejado cierta astucia, ahora lucían apagados.-Blossom -dijo, casi en un susurro, mientras se sentaba fr
BlossomEl día en que volví a encontrarme con mi madre biológica fue uno de esos que no se olvidan fácilmente, no por su belleza o por algún momento especial, sino por el peso de las emociones que trajo consigo. Me encontraba en la firma revisando unos documentos cuando recibí la llamada de recepción: Ciara Wright estaba allí, solicitando verme.El simple hecho de escuchar su nombre hizo que mi cuerpo se tensara. La última vez que la vi había sido tan incómodo como siempre, con sus súplicas veladas y su ambición descarada. Pero esta vez, algo en el tono de la recepcionista me hizo sentir que no podía ignorarla.Accedí a recibirla en una pequeña sala de reuniones, lejos de las miradas curiosas de mis compañeros. Cuando entró, noté que había algo diferente en ella. Su usual porte altivo estaba ausente, reemplazado por una expresión cansada y demacrada. Sus ojos, que siempre habían reflejado cierta astucia, ahora lucían apagados.-Blossom -dijo, casi en un susurro, mientras se sentaba fr
BlossomEl día en que volví a encontrarme con mi madre biológica fue uno de esos que no se olvidan fácilmente, no por su belleza o por algún momento especial, sino por el peso de las emociones que trajo consigo. Me encontraba en la firma revisando unos documentos cuando recibí la llamada de recepción: Ciara Wright estaba allí, solicitando verme.El simple hecho de escuchar su nombre hizo que mi cuerpo se tensara. La última vez que la vi había sido tan incómodo como siempre, con sus súplicas veladas y su ambición descarada. Pero esta vez, algo en el tono de la recepcionista me hizo sentir que no podía ignorarla.Accedí a recibirla en una pequeña sala de reuniones, lejos de las miradas curiosas de mis compañeros. Cuando entró, noté que había algo diferente en ella. Su usual porte altivo estaba ausente, reemplazado por una expresión cansada y demacrada. Sus ojos, que siempre habían reflejado cierta astucia, ahora lucían apagados.-Blossom -dijo, casi en un susurro, mientras se sentaba fr
EdrikLa habitación estaba iluminada tenuemente por la luz cálida de la lámpara de la mesita de noche. Blossom estaba acurrucada junto a mí, con su cabeza descansando sobre mi pecho. Mi mano jugaba suavemente con los mechones de su cabello, mientras ambos disfrutábamos de la tranquilidad de la noche.—Cuando seamos mayores, deberíamos comprar una casa en el campo, donde nadie nos moleste y podamos vivir con tranquilidad —le dije, rompiendo el silencio con una sonrisa en los labios. Sentía el calor de su cuerpo contra el mío, y por un momento me imaginé cómo sería esa vida con ella, lejos de todo el caos.Blossom levantó la mirada hacia mí, sus ojos brillando con un destello de ternura y diversión.—¿Una casa en el campo? —repitió, arqueando una ceja con un toque de humor—. Supongo que eso es lo que quieres para nuestra vejez, cuando nuestros cinco hijos nos hayan abandonado y no nos quede más que hundirnos en lo que quede de nuestro amor.La carcajada que me arrancó su respuesta fue g
KarinaLa tarde había caído sobre Londres, bañando la sala de estar con un cálido resplandor dorado. Hyacinth dormía profundamente en su habitación, y por una vez en semanas, la casa estaba en completo silencio. Estaba sentada en el sofá con Kasper, mi esposo, quien sostenía mi mano mientras hablábamos de cosas simples, triviales incluso, pero que de alguna manera siempre tenían peso en nuestra relación.—¿Te acuerdas de nuestra primera cita? —preguntó Kasper, con una sonrisa que alcanzó sus ojos.Me reí, dejando caer la cabeza en su hombro.—¿Cómo olvidarlo? Llegaste tarde porque te perdiste en el metro. Pensé que nunca ibas a aparecer.Kasper soltó una carcajada baja, apretando mi mano con más fuerza.—No sabía que me ibas a juzgar tan duramente por eso —replicó con una mirada fingidamente herida—. Pero, ¿sabes? Valió la pena. Desde el momento en que te vi sentada en esa cafetería, con la cabeza inclinada sobre un libro, supe que eras diferente.Me sonrojé, algo que aún sucedía, inc