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Capítulo 1: Olivia

Valentín caminaba de un lado al otro de la habitación, no decía nada pero tenía ese semblante de angustia y preocupación que solía tener cuando sentía que la situación se le podía salir de las manos, ¿Qué podía salir mal? pensaba para mí mientras aún estaba revolviéndome en las sábanas de seda de mi cama con mi cuerpo desnudo y deseoso.

—¡Valentín! Ven, te necesito —susurré.

Él se giró a mirarme y lanzó una mirada reprobatoria.

—¿Qué? No me puedes follar porque mi papá se murió. Lleva una semana muerto, y estuvo enfermo meses antes de eso y follamos felices, y yo quiero follar ahora, ven —demandé con un tono de burla que sabía que le molestaba.

—¡El testamento Olivia! Aún no se lee y tú estás tranquila —dijo.

—¡No seas ridículo Valentín! ¿Qué misterio puede haber en el testamento, soy hija única. Mi madre está enferma de los nervios y bastante mayor, solo está mi tío Roberto y el inútil de mi primo Ramsés ¿Qué te preocupa? —pregunté con fastidio.

—¿Has hablado con Eitor? Sabes de los intereses de los McNamara. Hasta que no se lea el testamento, creo que no estaremos tranquilos, debería ir buscando casa —dijo nervioso.

—¡Maldita sea Valentín! No seas ridículo, ¿Sabes cuántos hombres deben estar deseando tirarse a la heredera Van de Venter  y aquí estoy desnuda pidiéndolo y ahí estás tú  pensando en absurdos.

—¡Por favor! Olivia tu eres una mujer razonable, trata de entender la situación.

Me había cansado de hablar y me acerqué a él que ya se había sentado en la cama, recosté mis pechos sobre su espalda desnuda y lo bese en el cuello.

—¡Amor! Soy la única heredera y los malditos McNamara tendrán que entenderse conmigo a partir de ahora, amor, me los voy a comer vivos, lo sabes —dije con voz suave en su oído mientras ya había alcanzado su miembro con una de mis manos y lo masajeaba con fuerza, el soltaba sonidos inteligibles desde su garganta, lo puse muy rápido.

Se tendió sobre la cama y me coloco a horcajadas sobre él, me ensarte en su miembro erecto ya crecido por la excitación y lo cabalgue, acariciaba mis pechos mientras yo subía y bajaba sobre él, estaba todo erecto dentro de mí y yo sentía que en cualquier momento alcanzaría el clímax, lo hicimos los dos y gritamos de gozo.

—¡Eres jodidamente sexy! —me dijo jadeando.

—¡Y aún así tuve que obligarte a follarme! —me quejé con la voz entrecortada.

—¡Estoy preocupado por los McNamara! —insistió.

—¡Joder! Valentín anda y te follas a alguno de esos imbéciles a ver si se te quita la estupidez.

Valentín era uno de los miembros de la junta directiva de Grupo Van de Venter dueña de Puma Producciones la compañía de Producción de mi padre, él fue su Director Financiero por años, así nos conocimos, yo comencé a trabajar para el departamento legal y entre reuniones y visitas, cenas nos sentimos atraídos el uno por el otro, sus ojos grises y su cabello oscuro me volvían loca, la verdad no me importo que estuviera casado con una insulsa psicóloga, follabamos en cada rincón de la compañía y de mi casa. No lo pensó para dejar a su mujer, hace dos años nos casamos y ahora es asesor de la junta directiva.

A sus 36 años estaba ya considerado un destacado y prominente director, y juntos constituimos una de las parejas más poderosas del país. Estudio en las mejores universidades y viene de una familia humilde, la forma como se aferra al poder y al dinero lo hacen uno de los más hábiles del negocio. Un pobre muchacho de un barrio pobre, dirigiendo un imperio, sus mayores ambiciones son el reconocimiento y el dinero. Mi tigre.

—¡El té está un poco frío Herminia! —le informé a la mujer para que me trajera un nuevo, ella llevaba trabajando en casa de mi padre más de 30 años y estaba aún devastada. Lamentablemente de mí no conseguiría consuelo. Papá estaba muy enfermo ya yo lo había dejado ir hacía meses.

—¡Buenos días! —saludó Eitor con su acostumbrada sonrisa amplia y fría mirada. Debía traer noticias de la lectura del testamento.

Eitor era un hombre atractivo, alto y elegante, sus ojos color miel le hacían muy agradable a la vista, se le hacían unos hoyuelos al reír que me ponían bastante la verdad, a Eitor lo conocí primero que a Valentín pero entonces no me había dado cuenta del muñecazo que era, había estado tentada muchas veces en tirarmelo, quizás algún día lo haga, me decía. Él fingía ser muy serio y estirado pero había notado las miradas que me lanzaba. Ardía.

—¿Tienes noticias? —preguntó Valentín que seguía sin disimular su cara de preocupación.

—¡Si! Fue liberado el recurso para la lectura del testamento, lo siento, fueron instrucciones de Jeremías y Nathaniel solo cumplía órdenes —dijo con solemnidad.

—¿Y? Cuando entonces —insistió Valentín, le lancé una mirada reprobatoria que él captó e ignoró.

—¡Mañana por la noche! A las 6 de la tarde —respondió.

—¿A quienes convocó? —preguntó de nuevo Valentín.

—A ustedes, a tu madre Olivia, a Roberto y a Ramsés y a mí a Nathaniel —informó.

Herminia le sirvió café y desayuno a Eitor, rechazó el desayuno pero aceptó el café, Valentín relajo su expresión. Yo no entendía a qué venía su angustia, no había misterio.

—Supongo que tú angustia Valentín se debe a lo que representará la lectura del testamento, somos un equipo poderoso, juntos podemos —quise tranquilizarlo. Me sonrió débilmente y apretó mi mano.

—¡Todo lo de más marcha como siempre! Hoy debo hacer un viaje corto y regreso mañana para la lectura —se despidió Eitor.

Al día siguiente a la hora acordada a las 6 de la tarde, Nathaniel Peterson abogado de confianza de mi padre por más de 20 años llegó a la mansión Van de Venter, junto con Eitor. En sus manos traía el testamento de mi padre. Antes de comenzar Nathaniel hizo un breve homenaje a mi padre.

—¡Fue mi amigo! Más que mi cliente y apoyaré a esta familia si así lo deciden. Que Dios lo tenga en la gloria, él fue un hombre trabajador y excepcional, las cosas que logró nos han servido de inspiración a muchos. Que su legado viva.

—¡Gracias Nathaniel! —dije sincera.

Mi madre pidió excusarse, prefería estar encerrada tomando sus ansiolíticos. Mi tío Roberto llegó solo como siempre, el inútil de Ramsés debía estar metido en la cama de cualquier golfa.

Estando todos los presentes, Nathaniel comenzó la lectura del testamento. Valentín me miraba tranquilo ya y me sujetaba la mano.

—Yo, Jeremías Van de Venter en pleno uso de mis facultades mentales declaro...Mi propiedad en Rancho Granito y la casa de Ciudad Vera a mi único y menor hermano Roberto Van de Venter, así como un 12% de las acciones en la compañía de entretenimiento Plus Entertainment, a mi sobrino Ramsés Van de Venter le dejo mi colección de arte custodiada por Nathaniel Peterson y mi colección de autos deportivos valorada en un millón de dólares...

—¡Maldito Ramsés! Llevándose parte de lo mío sólo por salir del pito de mi tío. ¡Maldito! —pensaba

A Valentín parecía no importarle. A mi no me hacía gracia, el inmaduro niñato ni se había presentado a la lectura.

—...y un 28% de las acciones de Plus Entertainment...a mi ex esposa Marta Molero le dejo el 10% de Plus Entertainment y 500.000 dólares en joyas custodiadas por Nathaniel Peterson. A Herminia Guilarte le dejó 250.000 dólares.

Ese me parecía justo, quizás merecía más sabía que por años Herminia, hizo más que servir platos de comida para mí padre. Yo la compensaré mejor pensé. 

Nathaniel siguió con una serie de indicaciones sobre sus colecciones de relojes, que se las dejó a Eitor y otra parte de su colección para Nathaniel. Que derrochador mi padre muerto.

Venía lo bueno, donde oficialmente sería declarada la heredera del imperio Van de Venter, yo una mujer de 34 años, aún en la flor de su juventud, ya la prensa me idolatraba, pasaría a ser una billonaria.

—El resto de mi fortuna, compuesta por el 50% de Plus Entertainment, Puma Producciones y el resto de las empresas que forman parte del conglomerado Van de Venter, todas mis casas, autos no deportivos, ranchos, casas de descanso listadas en documento adjunto y debidamente certificada, quedan en poder en partes iguales a mis hijas, Olivia Van de Venter y Jelena Van de Venter ahora Testa, a quien reconozco como hija legítima en documento adjunto también sellado y certificado...

—¿Qué? —dije con un hilo de voz, Valentín me miró confundido pero se limitó a apretar mi mano.

Todos estaban confundidos.

Una hija.

¿Jelena qué?

—¡Para hacer efectivas estas disposiciones hay ciertas condiciones para todos los beneficiados por mi voluntad...las condiciones están descritas en un documento adjunto de quién será vigilante Eitor Atlas —concluyó Nathaniel — ¡Eitor los contactará uno a uno para hacerle saber cuáles son esas condiciones!

Eitor me miró desconcertado se acercó a mí mientras mi tío Roberto charlaba con Nathaniel de lo más feliz.

—¡Lo siento Olivia! Que te enteres así —titubeó—  .Debe ser un shock impresionante para ti.

Valentín solo hacía preguntas sobre los malditos McNamara y ya oía la voz de Eitor lejos, así como la de los demás, no quería llorar, no delante de todos. ¡Una hermana! Tenía una hermana.

—¿Nombre de la fulana esa? —pregunté apoyada en Valentín.

—¡Jelena! Jelena Testa o Van de Venter ahora —respondió Eitor.

—¿Sabías de ella? —pregunté reuniendo fuerzas para verme entera.

—¡No! Hasta esta noche como todos acá —dijo —Debemos hablar de las condiciones de tu padre eso sí me solicitó hacerlo de forma individual con cada uno, en un orden específico, primero debo hablar contigo, tú me dices cuándo.

—¡Mañana, hoy no! —respondí de forma automática.

Fui a mi habitación, me tumbé en mi cama aún vistiendo mi vestido de cóctel color melón y me quedé con los ojos cerrados impactada, sin pensar o sentir nada. No sería aún. Aún no.

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