—¡Lena! Soy Tito, estoy en casa de Esteban con otros, para que no te preocupes —dijo Tito con voz somnolienta al otro lado de la línea.
—¿Qué no me preocupe? Tito son las 9 de la mañana, del día siguiente al que te fuiste a visitar a un amigo que llegó de viaje y no supe más de tí, no he dormido nada, estoy cansada, preocupada, lloré, pensé lo peor —le grité de vuelta y sentí como colgó el teléfono del otro lado.
¡Hombres! Si, Tito y yo teníamos dos años de novios y un año viviendo juntos, todos me advirtieron que no me juntara con él porque con la excusa de que era músico se me iba a perder todos los días, ignoré a todos porque mi naturaleza estúpida y romántica, prefirió creer en el chico que le compuso una canción a mis pecas, a las de mis pechos específicamente, las de mi espalda tenían otra canción así como las de mi nariz.
Me reprendía a mí por esas cosas porque ya no tenía 21 años, que era la edad hasta la que yo consideraba adecuado estar con esas tonterías y cursilerías, con 24 años debía ser madura, pensar en formar un hogar, establecerme, pero no ahí estaba con Tito que se comportaba como un adolescente.
—¡Lena! afuera te busca una gente toda estirada y dicen que son tu familia —dijo Buzo.
—¿Qué? Yo no tengo familia —le dije con mal humor, por culpa de Tito.
—¡Dijeron Jelena Testa! ¿Ese no es tu nombre de verdad? —preguntó.
—¿Quiénes son? dijiste.
—¡Una mujer hermosa, guapísima y un señor estirado que no mira bajito, de esos! Ella dijo que es tu hermana.
—¡No tengo hermanas! Pero si dijeron mi nombre...no sé, si es una broma Buzo, te voy a pegar —le advertí y salí tras de él.
Caminamos y vi a lo lejos a dos que no pegaban para nada con el sitio, él llevaba unos lentes oscuros, pantalones de caqui y una camisa blanca y el cabello todo engominado, en la playa, si en la playa, que ridículo, y la mujer; delgada alta y muy elegante, vestía más apropiada con un vestido de flores amplio escotado en la espalda y un sombrero grande, era una castaña muy guapa como señaló Buzo, miraban todo como si ellos fueran de cristal e iban a ensuciarse con la arena.
Cuando me acerque más, le pedí a Buzo que me dejara sola pero que me vigilara, que estuviera pendiente de mí, noté como ambos me miraban intensamente como si quisieran escanear mi rostro, el hombre fue más descarado y no se perdió detalle de mi cuerpecito, el muy infeliz, ella parecía impactada, inexpresiva, si soy guapa.
—¡Hola! Soy Lena, Jelena, me dijo mi amigo Buzo, que está allá muy cerca, que ustedes me buscaban, pero debe haber una confusión, dice que ustedes le comentaron que eran mi familia, pues yo no tengo familia —dije con naturalidad.
—¡Eitor Atlas! Abogado —dijo el hombre, me estiró la mano, que recibí. Fue un apretón firme y fuerte.
—¡Olivia Van de Venter! Tu hermana —dijo la mujer que enseguida me miró a los ojos como a la expectativa, ella no me tendió la mano.
—¿Hermana? ¿De dónde? —dije sin filtro.
—¡Larga historia! Necesitamos contarla rápido —dijo con frialdad.
—¿Hay algún lugar en el que podamos hablar? ¿En privado? —preguntó el hombre.
—¿Y algo que te puedas echar encima? Eitor va a tener una erección si sigues así niña —dijo la mujer con expresión divertida.
—¡Olivia! ¡Por Dios! —contestó él muy avergonzado, vi cómo se le subieron los colores al rostro.
—¿Hermana? —insistí en preguntar.
No daba crédito. De dónde. Sería de mi papá que no conocí. Pero el señor Nathaniel nunca me lo presentó ni me dijo nada de una hija, de nada, sentí mucho calor de pronto y necesité sentarme.
—¿Estás bien? —preguntó Buzo que enseguida estaba a mi lado.
—¡Sí! Llévalos a mi oficina, ya los alcanzó. Voy a ponerme algo más apropiado —respondí.
Fui a mi auto y saqué un vestido blanco largo tejido y me lance por encima, no era por hacer caso a la mujer que decía ser mi hermana, era para evitar la mirada cochina de ese tipo. Revisé la carpeta que me dejó el doctor Nathaniel y no decía nada de una familia ni nada, esos apellidos, no me sonaban de nada.
Regrese con ellos, y Buzo tan atento como siempre le ofrecía bebidas pero los pretenciosos esos se las rechazaron.
—¡Mejor! —dijo la mujer cuando me vio.
—Me senté en mi escritorio y ellos parecieron sorprenderse.
—¿Tú jefe te deja sentarte en su escritorio? ¿Te lo coges? —preguntó la mujer con tono despectivo.
—¿Jefe? El lugar es mío —dije con orgullo.
Ambos se miraron sorprendidos y me lanzaron una mirada evaluadora.
—¡Tengo un socio! Yo puse algo de dinero con un premio que me gané en un torneo de Surf, fueron varios, no es por presumir, pero junte ese dinero y no sabía que hacer, y un socio me dio la idea y puso más dinero, pero yo tengo la mayoría, así que yo tengo el control. Eso me dice él —expliqué, me sentía toda una mujer de negocios y una campeona —Estos son mis premios, aquí están todos los trofeos que gane en las competencias, aún compito.
—¿Por qué no te comió un tiburón? —preguntó la mujer que decía ser mi hermana.
El hombre me observaba con un gesto divertido, hasta parecía que sonreía. Él y la mujer se miraron de nuevo y parecía que se decían muchas cosas sin decirlas porque no hablaban y asentían con la cabeza.
—Ustedes al parecer pueden comunicarse a través de sus mentes, pero yo no, ¿me cuentan? —pedí con ironía.
—¡Mi padre es Jeremías Van de Venter, murió hace una semana y ha dejado en su testamento que …—la interrumpió el hombre.
—¡Olivia! Yo debería estar haciendo esto, ¡Por favor! —dijo el hombre, ella le mató los ojos y negó con la cabeza.
—¡Jelena! Jeremías Van de Venter murió hace una semana y dejó por sentado en su testamento que tú eres su hija, te ha reconocido legítimamente, puedes contratar un abogado, veo que eres una chica lista, una mujer de negocios, sabrás de abogados, hay una herencia a tu nombre que puedes reclamar, ella es hija de Jeremías, tu media hermana.
—¡Si ya se presentó! Tengo un abogado, lo puedo llamar, ahora mismo porque no entiendo nada, se llama Nathaniel, ya le marcó esperen —dije buscando mi celular que había lanzado lejos por culpa de Tito, pero note que ellos se miraron a la cara una vez más sin decirse nada, debían ser pareja, era muy rara la vibra que tenían, pensé.
—¿Nathaniel Peterson? —preguntó el hombre.
—¡Sí! Es un viejito de lo más listillo —confirme.
La mujer se puso a llorar y yo no entendía nada. El hombre la abrazó y ella dió un grito tan alto que tuve que asomarme a verificar que los clientes no se hubieran espantado.
¡Una herencia! Seguro estos eran estafadores, ya sabían de Nathaniel, me investigaron seguro, en lo que los tenga, los voy hacer arrestar, seguro me iban a pedir dinero para acceder a esa herencia, si ya sabía yo como funcionaba todo, una hermana, ya me habían querido estafar, todo eso pensaba, pero estaba muy cabreada porque la mujer ahora lloraba, no sabía bien de qué iba su teatro, pero entendí que me iban a querer sacar mucha plata, les iba a seguir corriente, claro que sí.
No debí mencionar lo de los premios, y el inversionista, que tonta fuí, me machaque pensando, caí en cuenta de que era una e****a cuando dijeron lo de la herencia. ¡Miserables!
—¡Olivia cálmate! —decía sin sentirme escuchado.Debía llevarla de regreso al Hotel y aprovechar de hablar a solas con Jelena, Olivia estaba dispuesta a interferir y yo a evitar abrir ese sobre y leer su contenido delante de ella. La mujer es impredecible. Aún lamentando el estado en el que estaba debía dejarla sola en el hotel.—¡Quizás si bebe un poco de agua! —dijo Jelena ofreciendo un vaso con agua.—¡Gracias! Necesito hablar contigo. La llevaré de regreso al hotel y podremos encontrarnos de nuevo. ¿Estás de acuerdo? —pedí.—¡Si, por mí está bien! —contestó la muchacha con algo de indiferencia.Olivia lloraba desconsolada. Jelena actuaba como si no entendía nada o no le importaba, o como si nos nos creyera. Olivia no había derramado una lágrima en público d
Gaviota me confirmó que estaba armado. Suspiré de alivio, en un momento de rabia accedí a que fuéramos con el muñeco de torta al banco, después con la cabeza fría pensé mejor, ¡Qué loca! ¿Y si hay un atraco? ¿Si me quieren robar allá? ¿Yo tengo mi dinero allí? ¿Si tiene matones o cómplices y mataban a mi Gaviota y a mí Buzo y a mí? Pero ya estábamos en el carro, pero ese mismo día esa gente quedaría descubierta, pensaba.Mi padre. Debí admitir para mí que cuando conocí a Nathaniel, o a Jeremías pues desee que fuera mi padre que me buscaba, claro después de hacer todo el escándalo que hice porque pensaba que era un viejo que me quería joder. El demostró que solo me quería ayudar y aconsejar. Era como un padre, de hecho, era mi padre, ¿Será verdad? &iq
Jelena lloraba desconsolada mientras leía la carta, la repasaba y la leía de nuevo, Buzo se colocó a su lado y le acariciaba el cabello con torpeza, quería consolarla pero el pobre chico no sabía cómo, la mole de músculos solo me vigilaba.—¿Qué documento será ese? —murmuré.Estaba seguro de que Jeremías me tenía. De alguna forma me obligaría a casarme con su hija quién sabe con qué fin. La situación no pintaba bien para mí.¡Maldito Viejo! Qué loco, obligarme a casarme con su hija, pensaba yo, estaba atrapado en esa situación. Sí, la chica es hermosa pero estuvo a media hora se ser una salvaje, engreída y altiva de más, mostraba una actitud que no me agradaba, parecía una mafiosa, una delincuente, no dudaba de que estuviera haciendo cosas ilícitas en ese bar, vender&iacut
Entre a mi oficina con los sobres en la mano, recuerdo la mirada de confusión de Buzo, mientras que Gaviota se mostraba impasible, como siempre.—¡Eres heredera de Nathaniel! —dijo Buzo con sus grandes ojos verdes abiertos como ventanas.—¡Su nombre no era Nathaniel! Era Jeremías, Tom es quien se llama Nathaniel. Mi padre. Tengo una hermana.—¡Él siempre fue bueno contigo! —opinó Gaviota con discreción.—¡Demás! Mucho, lo sé, ahora sé porque. No me lo creo —respondí y las lágrimas salieron de mis ojos de nuevo. Estaba tan triste, molesta y confundida.—¡Jelena! Uno de los proveedores quiere verte —dijo Marta interrumpiendo.Gaviota se levantó y le dijo algo, cerró la puerta con seguro.—¡Nadie te molestará hoy Lena! —me dijo con su voz suave.
Me tenía tomada por las caderas desde atrás y el agua de la ducha nos cubría, me penetró con fuerza una y otra vez, con una de sus manos alcanzó mi pecho y gemí de placer cuando su boca me besó en el cuello.—¡Oh! Eitor, sigue…Se abrazó a mi cintura y siguió dentro de mí con ritmo frenético, me agitaba contra su cuerpo hasta que las convulsiones de mi cuerpo se detuvieron. Él gimió sobre mi oído y me besó en el cuello.—¡Eres muy sexy! —me dijo jadeando.—¡Después me cuentas cómo te va con mi hermana! Jelena ¿No? —dije burlona.Él se fastidió, salió de dentro de mí y se salió de la ducha, se colocó una toalla sobre la cintura. Su expresión era adusta. ¿Por qué estaba tan aprensivo con el asunto? Al cuento qu
Llegamos a casa a las 7 de la mañana, estaba destruida, por más vuelo privado que usara, estar tantas horas con el culo pegado en el asiento cansa. Eitor fue otro en el camino de regreso y lo note, claro podía entenderlo, le invitaban a casarse con una desconocida, pero sentía que había algo más, me sentía tan agobiada por toda la situación que no sabía si valía la pena llevar mis pensamientos por ese camino. Tenía un marido por atender.—¡Amor! Al fin en casa —saludó Valentín recién bañado.—Hola bebe, ¿me extrañaste? —pregunté colgándome de su cuello, le deje un beso casto en la boca.—¡Mucho! Sabes lo que te amo y lo que me encanta tenerte cerca. ¿Cómo te fue? ¿Qué tal la chica?—¡Está noche te compenso! Y tiene que ser esta noche por
Me dolía la cabeza, no había sido solo el maldito viaje, además el viejo logró descalabrar todo, debía reunirme con Gael y Valerio ese día más tarde, después de dormir un poco, estuve listo para evaluar mi situación, después de haber hablado con Valentín estaba consciente que de que estaba entre la espada y la pared.Algo tenía Jelena con lo que podría obligarme a casarme con ella, pero ¿Qué? ¿Debía resistir o ceder? ¿Era una trampa del viejo? ¿Nathaniel sabía de esto? ¿Podría hablarle a Gael y a Valerio de la que probablemente fuera mi futura esposa?Todo estaba jodido.Gael insistió en encontrarnos en el café de siempre, pero después de haber visto mi rostro en esas fotos, no quise. Nos encontraríamos en mi casa, total, ya el viejo estaba muerto y quizás medio mundo ya sab&i
—¡Los proveedores están preguntando Lena! —informó Marta.Hojeaba papeles y carpetas que estaban sobre mi escritorio, tratando de atar cabos, ya Nathaniel comenzaba a irritarse de que a cada momento le marcará para verificar información.—¡Lena! —insistió Marta.—¿Qué pasa Marta?—¡Los proveedores, quieren saber, porque no te ocuparás tú del sindicato! No se quejan directamente de Carlos pero insisten en que siempre han tratado contigo, conmigo, nosotros.—¡Tendré que salir de la ciudad! Por un tiempo que aún no determino con precisión, sería irresponsable no dejar eso zanjado. Dile que tú quedarás en mi representación y se ocuparan Carlos y Tú, ¿te parece?—¿En serio Lena? Podré representarte, si bien, ellos insisten en que nosotros