Gaviota me confirmó que estaba armado. Suspiré de alivio, en un momento de rabia accedí a que fuéramos con el muñeco de torta al banco, después con la cabeza fría pensé mejor, ¡Qué loca! ¿Y si hay un atraco? ¿Si me quieren robar allá? ¿Yo tengo mi dinero allí? ¿Si tiene matones o cómplices y mataban a mi Gaviota y a mí Buzo y a mí? Pero ya estábamos en el carro, pero ese mismo día esa gente quedaría descubierta, pensaba.
Mi padre. Debí admitir para mí que cuando conocí a Nathaniel, o a Jeremías pues desee que fuera mi padre que me buscaba, claro después de hacer todo el escándalo que hice porque pensaba que era un viejo que me quería joder. El demostró que solo me quería ayudar y aconsejar. Era como un padre, de hecho, era mi padre, ¿Será verdad? ¿Y si es una trampa? mientras íbamos camino al banco no pude evitar llorar un poco. De forma quita. ¿Por qué no me lo dijo? Era una sensación extraña, por un lado me alegró haberlo conocido y haber disfrutado de su compañía, pero por el otro lado, me dolía que no me hubiese dicho la verdad, que obviamente sabía.
El hombre que contestó su teléfono, me dijo que debía confiar en Eitor Atlas, que era el hombre de más confianza de mi Nathaniel. Eitor era un maldito engreído. Ahora que no llevaba las ridículas gafas y que su cabello había cedido a la humedad de la playa y al ajetreo de la situación, debí reconocer que era guapo. Muy guapo, pero el maldito engreído ¡Qué nunca me tocaría! Estúpido.
Claro seguro se acuesta con la elegante, fina Olivia, mi hermana. Tengo una hermana, pensé.
Ella era bella, pero rara. Decía cosas muy raras y actuaba extraño, como si fuera loca.
—¡Por fin llegamos! —dijo Eitor.
Nos bajamos los tres y Eitor iba adelante con sus aires de señor importante. Entró con confianza al sitio y saludo a una mujer que trabajaba para el banco, ella asintió y nos hizo ir hasta una sala, allí esperamos los cuatro.
—¡Tus amigos pueden esperar afuera! —dijo él.
—¡No! Se quedan.
El rodó los ojos y miró hacia la puerta, entró un señor alto y gordo con un sobre en la mano y se lo entregó a Eitor después de verificar su identidad. Nos dejó solos.
Eitor examinó el sobre, y lo abrió, comenzó a leer para él. Sus ojos repasaban las líneas mientras su rostro se mantenía inexpresivo. Sus ojos eran color miel. Eran ojos profundos.
—¡Sabes leer! Qué bueno, pero ¿Estamos aquí solo para presenciarlo o nos dirás? —dije con ironía.
Me miró con fastidio.
—¡Acostumbro a leerlo primero! Soy el abogado o ¿Tú eres abogada? —dijo en tono petulante.
—¿Quieres saber qué dice eso? —me preguntó Gaviota con cara de pocos amigos.
—¡Sí! Quiero que lo lea en voz alta —dije.
—¡Léelo en voz alta! Por favor —dijo Gaviota con tono amable —. O te arrancaré la lengua y no podrás hacerlo, ni ahora ni nunca más —dijo con voz calma y su rostro sereno.
El lo miró dudoso y estaba casi segura de que se había chorreado en los pantalones, solo si le hacía caso a Gaviota demostraría que era un hombre inteligente.
—¡Bien! Lo haré, porque lo pediste con amabilidad primero —dijo.
Sonreí con una mirada burlona. El me miró y me ignoró.
—Para que Jelena Testa, a quien en documentos citados reconozco como hija legítima, y heredera de mis bienes junto con mi hija Olivia Van de Venter, pueda disponer de los bienes heredados por mi debe cumplir las siguientes condiciones: debe dejar de competir en torneos de surf, debe contraer matrimonio en un periodo de un año a partir de la fecha de la lectura de este documento que consta en custodia del banco, no estará habilitada para celebrar ningún acuerdo o contrato con los McNamara, no con su sola firma, deben estar de acuerdo, Olivia Van de Venter, Valentín Pou, Jelena Van de Venter y Ei...tor Atlas…
Yo no entendía nada de lo que leía, solo que me reconocía como hija y que era una Van de Venter. Buzo tenía los ojos y la boca abierta.
—Deberá vivir por al menos un año bajo el mismo techo que Olvia Van de Venter. Todas estas condiciones son de obligatorio cumplimiento, de lo contrario la herencia pasará a manos de Olivia Van de Venter, sin condiciones. Jelena Van de Venter es aspirante a la herencia por el plazo de un año contado en adelante, de no cumplir las condiciones, no heredera...su boda con El...—dijo el hombre y se quedó mirando el documento con detenimiento. Me miró y volvió a leer para él.
—¡Lee para todo! Por favor —le recordó Gaviota.
Él lo miró, tragó grueso.
—Su boda con Eitor Atlas deberá celebrarse lo más pronto posible, el plazo es de un año. Si Eitor Atlas se negara, un documento que recibirán al irse del banco lo convencerá. Jelena y Eitor recibirán una copia.
El me miró atónito.
Quería que me casara con el abogado petulante. Para poder disponer de cuánto.
—¿De cuánto hablamos? —pregunté.
—¡Te tocaría el equivalente a 250 millones de dólares! —dijo con voz automática.
Mire a los chicos que llevaron las manos a la cabeza y yo estaba que no creía nada, mi padre, una herencia. ¿Casarme y con él en específico? ¿Por qué? ¡No! Definitivamente no.
Él reviso otro sobre, lo abrió y me extendió un papel que estaba en el sobre. No habló.
Lo leí por encima y entonces me acomode en la silla.
Querida Jelena.
Lamento que te enteres de esta noticia ahora qué yo estoy muerto, ya debo estarlo, sí estás leyendo esto. Es muy raro hablar de mi en ese sentido, en presente, futuro y pasado. Soy cobarde, esa es la razón por la que lees que soy tu padre y nunca te lo dije. Tuve la intención de hacerlo cuando te contacte. Tenías 18 años la primera vez que te hablé. Iba directo a decirte que era tu padre y que tenías una hermana, media loca y caprichosa pero de buen corazón en el fondo, pero muy en el fondo, admito. Pero eras tan desconfiada y me costó tanto ganarme tu confianza que después me costó decir la verdad. No quería perder lo que teníamos.
Las veces que dije que te amaba como a una hija, quería decirte que te amaba, hija. Estuve siempre muy orgulloso de ti, muy inteligente, bella, deportista, un poco mentirosilla y egocéntrica pero incluso amo eso de ti.
La vez que te golpeaste la cabeza por estar de fiesta en un yate con tus amigos extranjeros casi me morí del susto, pero llegaste diciendo que habías competido en un pueblo cercano y que la tabla te golpeó la cabeza, me reía de tu mentira tan tonta no de la gracia de la anécdota. Solo quería decirte eso, quería que supieras que ame reírme de tus ocurrencias después de haber estado muerto de miedo.
Te veía antes, la primera vez que te busque tenías 16 años, solía verte de lejos, en la playa corriendo como una salvaje, luego a los 17, si a los 17 cuando perdiste tu virginidad con ese surfista británico, hasta de eso me enteré, hija, de todo, de tus noviazgos fugaces y de tus enamoramientos tontos. Cuando cumpliste los 18 y ya esa familia te iba a dejar ir, tuve que acercarme a ti hija. No podía abandonarte de nuevo.
Perdóname Jena por haberte dejado sola en tu infancia, por no haber estado en tus cumpleaños, en no haber estado allí para malcriarte comprándote juguetes y lo que quisieras. Quiero que sepas que disfrute mucho tu cumpleaños 19, los 20, los 21 los pasamos genial, los 22 y los 23, los 24 y quizás ya no hayan más, hija estoy muy enfermo. Estoy muriendo y no podremos despedirnos, no quiero. Quiero que me recuerdes como ese "viejito listillo" como me decías y no me veas en el estado tétrico que me encuentro.
Quisiera que dejaras a ese maldito Tito, es un vago y se aprovecha de ti, vive de tu dinero, siempre te lo dije, pero como es guapo caíste, ¿Sabes quién también es guapo? Eitor Altas.
Si te casas con Eitor, no solo habrá posibilidad de que salves a la familia de algo que ya Nathaniel, el que tú conoces como Tom, el verdadero Nathaniel, te contará. Cobarde soy cobarde hija mía. Perdóname.
Eitor oculta un secreto. Ayuda a tu hermana.
Con amor , Jeremías Van de Venter "el viejito listillo".
No me odies hija, ya estoy muerto.
Levanté la mirada y todos me veían expectantes, yo solo lloraba a mares.
Jelena lloraba desconsolada mientras leía la carta, la repasaba y la leía de nuevo, Buzo se colocó a su lado y le acariciaba el cabello con torpeza, quería consolarla pero el pobre chico no sabía cómo, la mole de músculos solo me vigilaba.—¿Qué documento será ese? —murmuré.Estaba seguro de que Jeremías me tenía. De alguna forma me obligaría a casarme con su hija quién sabe con qué fin. La situación no pintaba bien para mí.¡Maldito Viejo! Qué loco, obligarme a casarme con su hija, pensaba yo, estaba atrapado en esa situación. Sí, la chica es hermosa pero estuvo a media hora se ser una salvaje, engreída y altiva de más, mostraba una actitud que no me agradaba, parecía una mafiosa, una delincuente, no dudaba de que estuviera haciendo cosas ilícitas en ese bar, vender&iacut
Entre a mi oficina con los sobres en la mano, recuerdo la mirada de confusión de Buzo, mientras que Gaviota se mostraba impasible, como siempre.—¡Eres heredera de Nathaniel! —dijo Buzo con sus grandes ojos verdes abiertos como ventanas.—¡Su nombre no era Nathaniel! Era Jeremías, Tom es quien se llama Nathaniel. Mi padre. Tengo una hermana.—¡Él siempre fue bueno contigo! —opinó Gaviota con discreción.—¡Demás! Mucho, lo sé, ahora sé porque. No me lo creo —respondí y las lágrimas salieron de mis ojos de nuevo. Estaba tan triste, molesta y confundida.—¡Jelena! Uno de los proveedores quiere verte —dijo Marta interrumpiendo.Gaviota se levantó y le dijo algo, cerró la puerta con seguro.—¡Nadie te molestará hoy Lena! —me dijo con su voz suave.
Me tenía tomada por las caderas desde atrás y el agua de la ducha nos cubría, me penetró con fuerza una y otra vez, con una de sus manos alcanzó mi pecho y gemí de placer cuando su boca me besó en el cuello.—¡Oh! Eitor, sigue…Se abrazó a mi cintura y siguió dentro de mí con ritmo frenético, me agitaba contra su cuerpo hasta que las convulsiones de mi cuerpo se detuvieron. Él gimió sobre mi oído y me besó en el cuello.—¡Eres muy sexy! —me dijo jadeando.—¡Después me cuentas cómo te va con mi hermana! Jelena ¿No? —dije burlona.Él se fastidió, salió de dentro de mí y se salió de la ducha, se colocó una toalla sobre la cintura. Su expresión era adusta. ¿Por qué estaba tan aprensivo con el asunto? Al cuento qu
Llegamos a casa a las 7 de la mañana, estaba destruida, por más vuelo privado que usara, estar tantas horas con el culo pegado en el asiento cansa. Eitor fue otro en el camino de regreso y lo note, claro podía entenderlo, le invitaban a casarse con una desconocida, pero sentía que había algo más, me sentía tan agobiada por toda la situación que no sabía si valía la pena llevar mis pensamientos por ese camino. Tenía un marido por atender.—¡Amor! Al fin en casa —saludó Valentín recién bañado.—Hola bebe, ¿me extrañaste? —pregunté colgándome de su cuello, le deje un beso casto en la boca.—¡Mucho! Sabes lo que te amo y lo que me encanta tenerte cerca. ¿Cómo te fue? ¿Qué tal la chica?—¡Está noche te compenso! Y tiene que ser esta noche por
Me dolía la cabeza, no había sido solo el maldito viaje, además el viejo logró descalabrar todo, debía reunirme con Gael y Valerio ese día más tarde, después de dormir un poco, estuve listo para evaluar mi situación, después de haber hablado con Valentín estaba consciente que de que estaba entre la espada y la pared.Algo tenía Jelena con lo que podría obligarme a casarme con ella, pero ¿Qué? ¿Debía resistir o ceder? ¿Era una trampa del viejo? ¿Nathaniel sabía de esto? ¿Podría hablarle a Gael y a Valerio de la que probablemente fuera mi futura esposa?Todo estaba jodido.Gael insistió en encontrarnos en el café de siempre, pero después de haber visto mi rostro en esas fotos, no quise. Nos encontraríamos en mi casa, total, ya el viejo estaba muerto y quizás medio mundo ya sab&i
—¡Los proveedores están preguntando Lena! —informó Marta.Hojeaba papeles y carpetas que estaban sobre mi escritorio, tratando de atar cabos, ya Nathaniel comenzaba a irritarse de que a cada momento le marcará para verificar información.—¡Lena! —insistió Marta.—¿Qué pasa Marta?—¡Los proveedores, quieren saber, porque no te ocuparás tú del sindicato! No se quejan directamente de Carlos pero insisten en que siempre han tratado contigo, conmigo, nosotros.—¡Tendré que salir de la ciudad! Por un tiempo que aún no determino con precisión, sería irresponsable no dejar eso zanjado. Dile que tú quedarás en mi representación y se ocuparan Carlos y Tú, ¿te parece?—¿En serio Lena? Podré representarte, si bien, ellos insisten en que nosotros
—¡Buenos días guapo! —dijo la chica revolviéndose entre mis sábanas. Siendo honesto, no recordaba su nombre, ni su rostro, me reprendí por haberla llevado a mi apartamento, lo hice por salir del lugar y no ver más a Gael. El maldito Gael estaba insoportable. —¡Puedes irte! Yo debo salir en un par de minutos —le avise. Ella se quejó y cuando me acerqué más, noté que era Amanda, siempre detrás de mí, pues finalmente me la llevé a la cama, gran estúpido. Era la mujer más irritante de la ciudad, ahora dirá a todos que éramos novios, pensé. La magnitud de la borrachera debió ser épica, el dolor punzante en mis sienes lo confirmaba, no podré entrenar así, me dije. Fui al baño y tras un baño de agua muy fría, me tomé un par de analgésicos y una bebida energizante. Cuando salí estaba Amanda envuelta en una sábana en mi comedor, sonriendo tontamente. —¡Amanda! Esto qué pasó, lo siento, estaba muy ebrio, eres linda y eso pero esto fue cosa de una noche.
Había logrado entrar al club, me hice pasar por un clienta cualquiera, Valerio no me conocía de nada, aunque ya lo hubiese deseado él, me miraba con deseo, estaba vuelto loco, me recordó un poco a Tito y hasta me dio ternura, era más atractivo en persona de lo que me lo pareció en fotos, estaba muy galante y me lanzaba miradas discretas. Le escribí a Gaviota mientras subía, debía estar atento por si hacía falta, quizás eran exageraciones mías pero no quería estar desprevenida. Valerio nos conducía a la parte de arriba del club, pasamos unos vip lindos y seguimos al fondo, hasta uno desde dónde se podía ver todo el local, además habían pantallas gigantes que reflejaban cada esquina del lugar. A lo lejos vi la figura de un hombre sentado en los sofás, era Gael, me turbé un poco al pensar lo que tendría cerca, en efecto cuando nos acercamos más me di cuenta de que era él. A diferencia de su hermano, llevaba ropa elegante, traje azul claro de terciopelo, el cabello