Entre a mi oficina con los sobres en la mano, recuerdo la mirada de confusión de Buzo, mientras que Gaviota se mostraba impasible, como siempre.
—¡Eres heredera de Nathaniel! —dijo Buzo con sus grandes ojos verdes abiertos como ventanas.
—¡Su nombre no era Nathaniel! Era Jeremías, Tom es quien se llama Nathaniel. Mi padre. Tengo una hermana.
—¡Él siempre fue bueno contigo! —opinó Gaviota con discreción.
—¡Demás! Mucho, lo sé, ahora sé porque. No me lo creo —respondí y las lágrimas salieron de mis ojos de nuevo. Estaba tan triste, molesta y confundida.
—¡Jelena! Uno de los proveedores quiere verte —dijo Marta interrumpiendo.
Gaviota se levantó y le dijo algo, cerró la puerta con seguro.
—¡Nadie te molestará hoy Lena! —me dijo con su voz suave.
Me tenía tomada por las caderas desde atrás y el agua de la ducha nos cubría, me penetró con fuerza una y otra vez, con una de sus manos alcanzó mi pecho y gemí de placer cuando su boca me besó en el cuello.—¡Oh! Eitor, sigue…Se abrazó a mi cintura y siguió dentro de mí con ritmo frenético, me agitaba contra su cuerpo hasta que las convulsiones de mi cuerpo se detuvieron. Él gimió sobre mi oído y me besó en el cuello.—¡Eres muy sexy! —me dijo jadeando.—¡Después me cuentas cómo te va con mi hermana! Jelena ¿No? —dije burlona.Él se fastidió, salió de dentro de mí y se salió de la ducha, se colocó una toalla sobre la cintura. Su expresión era adusta. ¿Por qué estaba tan aprensivo con el asunto? Al cuento qu
Llegamos a casa a las 7 de la mañana, estaba destruida, por más vuelo privado que usara, estar tantas horas con el culo pegado en el asiento cansa. Eitor fue otro en el camino de regreso y lo note, claro podía entenderlo, le invitaban a casarse con una desconocida, pero sentía que había algo más, me sentía tan agobiada por toda la situación que no sabía si valía la pena llevar mis pensamientos por ese camino. Tenía un marido por atender.—¡Amor! Al fin en casa —saludó Valentín recién bañado.—Hola bebe, ¿me extrañaste? —pregunté colgándome de su cuello, le deje un beso casto en la boca.—¡Mucho! Sabes lo que te amo y lo que me encanta tenerte cerca. ¿Cómo te fue? ¿Qué tal la chica?—¡Está noche te compenso! Y tiene que ser esta noche por
Me dolía la cabeza, no había sido solo el maldito viaje, además el viejo logró descalabrar todo, debía reunirme con Gael y Valerio ese día más tarde, después de dormir un poco, estuve listo para evaluar mi situación, después de haber hablado con Valentín estaba consciente que de que estaba entre la espada y la pared.Algo tenía Jelena con lo que podría obligarme a casarme con ella, pero ¿Qué? ¿Debía resistir o ceder? ¿Era una trampa del viejo? ¿Nathaniel sabía de esto? ¿Podría hablarle a Gael y a Valerio de la que probablemente fuera mi futura esposa?Todo estaba jodido.Gael insistió en encontrarnos en el café de siempre, pero después de haber visto mi rostro en esas fotos, no quise. Nos encontraríamos en mi casa, total, ya el viejo estaba muerto y quizás medio mundo ya sab&i
—¡Los proveedores están preguntando Lena! —informó Marta.Hojeaba papeles y carpetas que estaban sobre mi escritorio, tratando de atar cabos, ya Nathaniel comenzaba a irritarse de que a cada momento le marcará para verificar información.—¡Lena! —insistió Marta.—¿Qué pasa Marta?—¡Los proveedores, quieren saber, porque no te ocuparás tú del sindicato! No se quejan directamente de Carlos pero insisten en que siempre han tratado contigo, conmigo, nosotros.—¡Tendré que salir de la ciudad! Por un tiempo que aún no determino con precisión, sería irresponsable no dejar eso zanjado. Dile que tú quedarás en mi representación y se ocuparan Carlos y Tú, ¿te parece?—¿En serio Lena? Podré representarte, si bien, ellos insisten en que nosotros
—¡Buenos días guapo! —dijo la chica revolviéndose entre mis sábanas. Siendo honesto, no recordaba su nombre, ni su rostro, me reprendí por haberla llevado a mi apartamento, lo hice por salir del lugar y no ver más a Gael. El maldito Gael estaba insoportable. —¡Puedes irte! Yo debo salir en un par de minutos —le avise. Ella se quejó y cuando me acerqué más, noté que era Amanda, siempre detrás de mí, pues finalmente me la llevé a la cama, gran estúpido. Era la mujer más irritante de la ciudad, ahora dirá a todos que éramos novios, pensé. La magnitud de la borrachera debió ser épica, el dolor punzante en mis sienes lo confirmaba, no podré entrenar así, me dije. Fui al baño y tras un baño de agua muy fría, me tomé un par de analgésicos y una bebida energizante. Cuando salí estaba Amanda envuelta en una sábana en mi comedor, sonriendo tontamente. —¡Amanda! Esto qué pasó, lo siento, estaba muy ebrio, eres linda y eso pero esto fue cosa de una noche.
Había logrado entrar al club, me hice pasar por un clienta cualquiera, Valerio no me conocía de nada, aunque ya lo hubiese deseado él, me miraba con deseo, estaba vuelto loco, me recordó un poco a Tito y hasta me dio ternura, era más atractivo en persona de lo que me lo pareció en fotos, estaba muy galante y me lanzaba miradas discretas. Le escribí a Gaviota mientras subía, debía estar atento por si hacía falta, quizás eran exageraciones mías pero no quería estar desprevenida. Valerio nos conducía a la parte de arriba del club, pasamos unos vip lindos y seguimos al fondo, hasta uno desde dónde se podía ver todo el local, además habían pantallas gigantes que reflejaban cada esquina del lugar. A lo lejos vi la figura de un hombre sentado en los sofás, era Gael, me turbé un poco al pensar lo que tendría cerca, en efecto cuando nos acercamos más me di cuenta de que era él. A diferencia de su hermano, llevaba ropa elegante, traje azul claro de terciopelo, el cabello
Sangre de mi sangre. Esa noche no pude dormir, me arrepentí de haber elegido habitación triple. Quería tocarme, recordando a Gael. Nunca había sentido algo tan animal por alguien; disfruté cada segundo de su contacto y aunque estaba consciente de que mi enemigo, eso no impidió que lo disfrutara igual, quizás eso lo hizo más interesante. Siempre me consideré romántica, creo que crecí como una chica falta de cariño familiar y buscaba eso en los hombres, pero Gael, lo que sentí con Gael, no lo había experimentado nunca con nadie, la forma como ardía mi piel, no podía dejar de pensar en el calor que emanaba su cuerpo. Iríamos a casa de Olivia, después de mi fiasco como espía, la llame y le dije que ya estaba allí se sorprendió y extrañamente se alegró, incluso pareció feliz de que llevara a Buzo y Gaviota conmigo. Podría averiguar más cosas estando allá con ellos. Y claro que me acercaría de nuevo a los McNamara. Recogí mi cabello en una cola de caballo alta y me
El imbécil de Gael estaba en mi puerta gritando como un histérico. Abrí la puerta y los dejé entrar, estaba tan cansado de él y de su hermanito ya. —¡Estoy seguro de que los vecinos deben jurar que eres mi pareja! —le dije a Gael. —¡Si bueno! y me pones los cuernos, me engañas, por eso me toca venir a gritarte —replicó. —¡Lindo! ¿Qué pasó ahora? —¡La puta de la Van de Venter! ¿La enviaste tú? —¿Qué? Olivia, ¿Te fue a ver? Imposible, esa mujer sabe tanto de ustedes como de la ciencia nuclear. ¿Fue a verte? —pregunté incrédulo. —¡No! Sabes bien que no hablo de esa, hablo de la campesina —encerró en comillas la frase la campesina. Hablaba de Jelena, no podía creerlo, o bueno sí, esa estaba loca, haría esas locuras fácilmente. Reí no pude evitarlo, qué ocurrencias la de esa mujer tan imprudente, mira que ir a ver ella misma a Gael McNamara. —¿Y? ¿Qué tal? Un poco salvaje, pero esta buenisima. —¡No te burles! ¿Por qu