Capítulo 3

Hace mucho años que no pisaba La Ciudad de México, estaba de vuelta gracias a nuevos negocios e inversiones.

—Tengo una cita con el señor Oliveira.

—¿Es usted el señor Damián Solís?

—Así es.

—Bienvenido señor —Se levanta sonriéndome —. Por favor sígame.

Le sigo el paso hasta detenernos frente a una gran puerta, cuando está apunto de tocar la puerta se abre abruptamente saliendo una chiquilla de cabellera negra, hecha una furia.

—¡Te detesto papá!

Pasa a nuestro lado sin ni siquiera mencionar una palabra o dejar ver su rostro.

La mujer a mi lado parece avergonzada y entra a la oficina seguida de mi.

—Señor Oliveira, él señor Solís.

—Gracias Marta, te puedes retirar.

La mujer así lo hace, Carlos se levanta, me extiende su mano acompañado de un abrazo y una gran sonrisa.

—Que bueno verte de nuevo Damian, hace años que solo sabía de ti a través de llamadas.

—Era momento de reunirme con un gran amigo como lo eres tú, aunque creo que llegué en mal momento.

—¿Lo dices por el drama de mi hija hace un momento?

—¿Era tú hija?

—Si,la bebé que vistes por última vez cuando eras un adolescente, es esa pequeña revoltosa que salió por allí

"Ya veo"

—De carácter fuerte tú hija...

—Yo diría que caprichosa —Tomamos asiento —. Lulú como le decimos, se ha vuelto insoportable y se me está saliendo de las manos.

—¿Cuantos años tiene?

—Veinte, pero suele comportarse como su hermanita de seis años  —Sonrió y niega —. Acaban de expulsarla de la universidad y se niega a trabajar aquí.

—Es una jovencita que esta empezando a vivir la vida Carlos.

—Cuando te conocí eras un chiquillo de 17 años Damian y ya cargabas con muchas responsabilidades de las empresas de tu padre.

—No puedes comprar Carlos , mi crianza fue de campo y empresas, la de tu hija es diferente y son otros tiempos.

—Por cierto, hablando de tu padre ¿Como está él?

—Mi padre murió hace unos meses y he tomado las riendas de todos sus negocios por eso vine aquí para culminar algunos.

—¿Culminar? —Asiento —. ¿A qué te refieres exactamente?

—Vine a vender y liquidar las empresas que mi padre tenía aquí, quiero dedicarme a la hacienda principal de mi padre.

—¿La que tiene en Panamá ?

—Si, la estado trabajando estos últimos meses; es una de las más grandes de esa región y quiero seguir haciéndola crecer.

—Me alegro por ti, el campo es muy bueno para alejarse de todo esto del caos de la ciudad.— Musita pensativo —. ¿No crees?

—Espero puedas ir pronto.

—Claro lo haré, pero quiero un pedirte un gran favor Damián.

—¿Tú dirás?

—¿Le darías trabajo a mi hija en tú hacienda?

—¿Qué?

—Si, se que ella no sabe nada de trabajar en campo, pero estoy seguro que pueden enseñarle y aprender lo que es ganarse el dinero por su propia cuenta.

—No creó que sea buena idea Carlos, tú hija se ve bastante...

—Caprichosa , lo sé.  Pero ella debe aprender que sus acciones tienen consecuencias y  sobre todo, aprender lo que es ganarse el dinero por su propia cuenta.

—¿Estás seguro de eso?

—Completamente, te lo pido como un gran favor Damian , estoy desesperado.

En su rostro puedo ver la desesperación y frustración. Yo no sé lo que es tener hijos aún, pero si tuviera una hija como esa chiquilla hace mucho la hubiera castigado y enseñarle lo que es ganarse la vida.

—Esta bien Carlos —Le extiendo mi mano —. Cuenta con eso.

—Gracias Damian, te lo agradezco.

—Yo debo cerrar unos negocios aquí y regreso mañana a Panamá.

—No te preocupes, dame toda la información y llegaremos allá pasado mañana.

—De acuerdo, te enviaré todo con mi asistente.

—Gracias amigo, te lo agradeceré siempre.

No sabía si hacía bien en aceptarlo, pero nada perdía en intentar ayudarlo. Carlos era gran amigo de mi padre, cuando empecé hacerme cargo de los negocios me apoyó enseñándome todo lo que se y se volvió un gran amigo mío también.

Me despido de él saliendo de su empresa; me dirijo atender mis otros asuntos y al terminar con éxito todo voy al aeropuerto con destino a Panamá .

***

Al llegar voy directamente a mi hacienda sintiéndome en paz.

—Niño Damian, que bueno que estás de regreso.

—¿Alguna novedad?

—Ninguna, José se ha encargado de que todo por aquí marche bien.

Entro a mi despacho acompañada de ella y tomo asiento.

—Nana, pronto tendremos una visita temporal ,que dos habitaciones de huéspedes se encuentren listas para pasado mañana.

—Si , mi niño.

Sale de mi despacho, la puerta vuelve abrirse y entra José.

—Damián, que bueno que regreso.

—Ya solucioné todos los negocios fuera, ahora vengo a hacerme cargo completamente de la hacienda.

—Todo por aquí marcha bien, aunque Sandra no dejaba de preguntar cuando regresabas .

—José, pasado mañana llegan unas visitas y junto a ellos una persona la cuál trabajará en esta hacienda.

—¿Alguien con conocimiento?

—En lo absoluto, viene aprender el trabajo de campo , digamos que es una lección que su padre quiere darle.

—¿Un citadino?

—Una citadina —Me mira asombrado —. Y una bastante caprichosa acostumbrada a los lujos y la ciudad.

—Eso no funcionará.

—Lo sé, pero es un favor que me ha pedido un gran amigo y no me podía negar ya que se trata de alguien que quiso mucho mi padre.

—Si es una caprichosa citadina no aguantará mucho aquí —Sonríe —. Creo que tu amigo no logrará lo que quiere.

—Nosotros nos encargaremos de tratar de hacerlo y si no funciona me quedo con la satisfacción de que trate de ayudarlo.

—Ya veremos que nos espera con esa chica.

Solo espero esta chiquilla no me termine robando la  poca paciencia; no soporto a las mujeres caprichosas ahora menos a una chiquilla acostumbrada a que se haga lo que ella quiere.

—¿Cómo la pasaste en México? —Me mira curioso —. ¿Por qué tan pensativo?

—Me acoste con una mujer.

—¿Lo normal no?

—Con una mujer que era una chiquilla y para colmo era virgen.

—¿Qué? —Asiento .

—Era una jovencita, nunca me había llamado la atención una, pero ella lucia atrevida y fue quien me beso—Sonrió recordándolo —. Un tipo trato de sobrepasarse con ella, lo golpeé y la lleve al hotel, tomamos unos tragos y paso lo inevitable.

—¿Cuando me hablas de una jovencita de que edad te refieres ?

—Supongo que unos veintidós, no lo sé amigo.

—¿Y como se llamaba?

—No lo sé, cuando desperté ya no estaba en la habitación —Inspiró —. Como sea, creo que ya pasó.

—Pues para haber pasado te carga pensativo amigo.

—No es nada, solo me hubiera gustado saber su nombre...

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