Capítulo 28

Al llegar a la casa, los gritos de mi madre se escuchan claramente, incluso desde afuera. Cada palabra cargada de desesperación resuena como un eco ensordecedor. En la entrada, Nando está de pie, con el rostro tenso y el cuerpo rígido, como si quisiera desaparecer del lugar.

—¿Dónde está Bri? —pregunto con voz temblorosa, preocupada por lo que pueda estar presenciando.

—La señorita Paula se la llevó al centro comercial junto con uno de los choferes —responde Nando con un susurro de alivio.

En ese momento, agradecí más que nunca que Paula haya tenido la sensatez de sacar a Bri de la casa. Lo último que quería era que mi hermana escuchara la tormenta de reproches y dolor que estaba a punto de desatarse entre nuestros padres.

Entonces, la voz de mi padre retumba en el interior de la casa, una voz cargada de rabia y control perdido, y Damián se lanza hacia adentro con pasos rápidos y decididos, como un guerrero dispuesto a entrar en batalla.

Lo sigo de cerca, pero me detengo en seco al ll
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