Capítulo 8

La sangre me hervía de coraje y es que esa pequeña incrédula estaba acabando con mi paciencia.

—Cariño, vayamos a comer.

—Es mejor que vayas a cenar tú, tengo pendientes por resolver.

Camino hacia mi despacho, al entrar tomo mi teléfono llamando a José y pidiéndole venga a mi despacho.

Son cuestiones de minutos para que llegue y al entrar me observa fijamente.

—¿Qué hacia ese infeliz aquí y donde carajos conoció a Lucia?

—Está tarde que fuimos al pueblo, al parecer coincidieron y el la invito a su hacienda.

—¿Por qué no me lo dijiste? —Golpeó furioso el escritorio .

—No creí que fuera importante, te recuerdo que esa chiquilla es mayor de edad.

—!Pero está bajo mi responsabilidad!

—Pero no está secuestrada, ella puede salir —Se cruza de brazos —. Aquí hay algo más, ¿O me equivoco?

—No lo hay.

—No soy tonto Damian, te conozco desde niños y soy tu amigo. ¿Porque te comportas de esa forma con ella? —Me mira fijamente —. ¿Qué ha pasado entre ella y tú?

—Ella fue la jovencita con
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