Aun no podía creer que eso hubiera pasado, recordaba cada instante y cada palabra como si las estuviera viviendo nuevamente y sinceramente me agradaba mucho. Seguí repitiendo esta película en mi memoria. Mi jornada fue muy buena aunque creía que si me hacían hacer lo que más odiaba aun así lo haría con gusto: Me sentía tan a gusto con mis pensamientos que el resto sinceramente poco importaba No podía dejar de pensar en su perfecta sonrisa, en lo lindos que se veían sus ojos mientras no se apartaban de mi boca, en su sonrisa pícara y al mismo tiempo inocente, no podía dejar de desear que volviera a besarme aunque fuera de imprevisto, no dejaba de soñar con que me volviera a explicar cuanto era lo que yo le gustaba. Quería que sus manos volvieran a acariciar mi piel, quería sentir esas endorfinas recorrer cada centímetro de mi cuerpo como si fuera una droga de la cual no podía dejar de ser adicta: Adicta a él.-Te ves muy feliz Katrina -Comentó Juan. Tomando un vaso de agua que se
Fue la mejor semana que había tenido en mi vida: Al día siguiente del parque, un lunes, fuimos a una playa en donde simplemente fuimos a leer un rato y donde luego jugamos con Samanta unos minutos en el agua. El martes cenamos en un bar donde tocaba una banda poco conocida que a Pablo le gustaba bastante, que posteriormente se había convertido en un espacio donde pudimos bailar aunque ninguno de los dos pudiera hacer tantos pasos claros. había sido una noche fantástica. El miércoles lo había ayudado a entender un par de problemas matemáticos que le habían dado en su carrera, como tenía examen no salimos pero la verdad eso poco me importaba. Se había sorprendido sobre todos los conocimientos que tenía sobre los mismos, hasta yo lo había hecho. El jueves fue noche de karaoke, cantamos hasta cansarnos los dos juntos y todos nos aplaudieron un montón. Fue lindo poder subirme a un escenario casi por primera vez y fue fantástico que haya estado él a mi lado para poder compartirlo.
Mi madre era el gran amor del pasado de Juan Ignacio Orozco, el amor que más estafó a mi madre traicionando sin escrúpulos su confianza, diga lo que diga esta persona, por más argumento que ponga o lo que sea que diga lo contrario a lo que mi madre decía, no le creería. Y si para mi madre él fue el que traicionó su confianza y le sacó su dinero, razón de su fuga, para mí también era esa verdad, ¿Por qué no habría de mentirme con una historia falsa? ¿Por qué no ocultaría esa gran estafa con una boda planeada que quizá no existía? ¡Aquel hombre estuvo frente a mis ojos todo este tiempo! Y ni siquiera tuve que buscarlo. Independientemente de que quisiera que toa la verdad fuera revelada y recuperar todo aquello que nos pertenecía, no podía evitar sentir cariño por el hombre que tenía en frente: Habíamos compartido tantas cosas que realmente me dolía que fuera la persona que estaba buscando, como si no pintara en esta historia como el villano de la película. Daba igual, no tenía raz
La simplicidad y la inocencia eran algo que caracterizaban muy bien a la pequeña Samanta, pensaba que simplemente era una niña caprichosa y sin embargo me enseñó a disfrutar un poco más de la niñez que no pude vivir, como confirmándome que nunca era tarde para vivirla. Me hacía extrañar menos a Patrick, besarlo se volvió en besarla, lo mismo para los saludos, lo mismo para los abrazos. Ella sería a la única a quien extrañaría, además de Samuel, si decidía no volver porque por más buena relación que había entablado con Juan, conocer su identidad oculta me hacía querer alejarme y al mismo tiempo sabía que debía tenerlo cerca, mejor no voy a aclarar mi situación con Pablo de nuevo. A veces me ponía a pensar que si tal vez mi madre no se hubiera ido de la ciudad indignada por lo sucedido no hubiera conocido a Richard, yo no existiría porque no se hubieran casado, tampoco existiría Patrick, tampoco hubiese tenido al mejor padre del mundo ni tampoco a la mejor madre, ¿Y si el destino es
Al día siguiente ni siquiera había podido sacar el tema, me resultaba completamente difícil hacerlo, era un miedo absurdo de querer decir una verdad como esa: Había conocido a la persona que tanto odiabas y me pareció la persona más amigable del universo. De todos modos decidí que sea un día agradable junto a mi familia porque corría el riesgo de que esta noticia lo arruinara todo y necesitaba sentir que todo estaba bien al menos por el momento. Salimos a caminar, ya la nieve se había ido y eso no me sorprendía, solía nevar cada ocho o diez años. La mañana siguiente a ese día terminé levantándome temprano, esa noche yo solamente había dormido con Patrick, hasta mi cama se sentía cómoda. Me quedé sentada en la mesa de la cocina, con ambos codos sobre la mesa y los puños sosteniendo mi mentón como si fuera a caerse.-Katita, ¿Qué haces levantada tan temprano? -Preguntó Denisse. Acercándose hasta donde estaba y sentándose en la silla que tenía a mi derecha.-La consciencia no me de
Esperé a que Patrick estuviera lo suficientemente dormido como para que no notara mi partida. Besé su frente dulcemente, tomé el bolso con las pocas cosas que tenía ya que la mayoría las había dejado aquí, tomé un par de esos pastelitos que habían sobrado porque por más de que siguiera esa receta al pie de la letra diez mil veces, ninguna de ellas me salía de la misma forma a como las preparaba ella, me ayudaría a no extrañara tanto. Me fui en plena madrugada, con un poco de miedo de que algo pudiera pasarme, o que se me cruzara el loo de Esteban en el camino, pero afortunadamente nada había pasado, llegué tranquilamente. Llegué a la casilla con el boleto bastante roto, estaba dividido en nueve partes y me generaba cierta vergüenza tener que presentarlo de esa manera pero de cierta forma tampoco tenía mucha opción.-Hola, tengo un viaje a ciudad pero tuve un problema con el boleto -Comenté.- ¿Qué ha pasado? ¿Desea cambiarlo? -Preguntó el empleado.-Mi hermano pequeño lo destruyó
Otra vez me levanté temprano, casi no había dormido pero mi cuerpo no se sentía cansado, mi corazón si se sentía de esa manera, pesaba más de lo que debería y eso no era sano, sabía que iba a pesar mucho más por una petición mía. Apenas salí de mi cuarto y escuché como golpeaban la puerta de servicio, miré disimuladamente quien estaba ahí notando que Oriana estaba del otro lado. Abrí la puerta lentamente muy confundida.- ¿Señorita Oriana? -Pregunté, medio dormida.- ¿Me recuerdas tu nombre? -Pidió amablemente Oriana.-Katrina -Contesté.-Katrina, ¿Podemos hablar? -Insistió Oriana.-Sí, claro -Afirmé. Esto era por demás extraño, ¿Qué quería hablar conmigo? Me invitó a salir y yo cerré la puerta, suponía que era para que nadie más nos escuchara. Se la notaba temerosa y algo avergonzada.-Sé que no tengo derecho a pedirte nada -Comentó Oriana.-Puede pedirme lo que necesite, ¿En qué puedo servirle? -Pregunté amablemente.-Te estoy hablando de mujer a mujer -Manifestó Oriana.- ¿Qué
Abrí los ojos cuando aún era temprano pero algunos rayos de sol comenzaban a salir, lo vi dormir y fue la imagen más linda que vi, fue el momento más perfecto que viví. Me encontraba acurrucada entre sus brazos con mi cabeza en su pecho, roncaba un poco y solía decir palabras sueltas mientras dormía, además de hacer ciertos movimientos extraños mientras soñaba. A pesar de todo sentía que era un lugar seguro en el que podía dormirme. Besé su mejilla nuevamente de una manera tan leve que no le permitiera despertar, quizás de esa manera la noche nos durara un poco más, al menos para él. La hora se había cumplido y la magia ya no debía estar, me levanté con el cuidado suficiente como para no despertarlo y me vestí. Con cautela me dirigí a mi cuarto, rogando que nadie me viera vestida de esta manera porque imaginaba que llegarían miles de preguntas que no sabría cómo contestar. Me di una ducha caliente por más de que hubiera preferido no hacerlo, pues estaba borrando el aroma y la esen