Me puse el vestido más nuevo, más fino y más especial que tenía sólo para mi cita con Julián, ¡Una cita! ¿Cómo debía comportarme? Apenas si lo conocía, con Pablo todo había sido completamente distinto: Me sentía distinto, sabía que podía equivocarme mil veces y de ello nos terminaríamos riendo juntos, sabía que era algo más sencillo, éramos buenos amigos, confidentes; Pero Julián sólo era el secretario de Gabriela, y el hermano del mejor amigo de mi hermano, ¿Qué hacía cuando se enojaba? ¿Qué comía cuando se sentía triste? ¿Qué le gustaba hacer una tarde de domingo? ¿Era necesario saberlo para tener una primera cita? No estaba bien comparar a dos personas o las situaciones que se podían vivir con las mismas, pero en el fondo sabía que no tenían ni la más mínima comparación. Se sentía extraño volver a empezar, eso también me generaba miedo. Sobretodo luego de pretender que no existieran otras manos que te tocaran ni otros labios que te besaran, dar permiso a ocupar ese sitio se sen
Pasó una semana, hice otras dos sesiones: Una en las vías del tren y la otra en la peatonal más importante de mi pequeña ciudad, la cual era bastante concurrida en todos los horarios. Canté tres noches en bares y eso me hacía sentir tan rara: Pues en cada una de estas exhibiciones yo no era anunciada sino que proporcionaba un show sorpresa, para personas que no conocía, personas que no sabía si les gustaría lo que yo iba a hacer. Para mi fortuna siempre había recibido una respuesta más positiva de la que podía estar esperando, era lindo sentir la calidez del público conmigo. Al mismo tiempo se sentía tan extraño, me desesperaba en algunas ocasiones, me llenaba de nervios, pues tenía que hacer que personas que no fueron por mí se sintieran cómodas con mi presencia. Con lo que hacía, tenía que manejar el hecho de no tapar sus voces si en realidad querían hablar y no escucharme y al mismo tiempo tenía que hacer lo que venía a hacer, tenía que jugar con el hecho de que algunas person
Me fui de la cabaña sintiéndome tan extraña, tan distinta, no podía sentirme yo misma, parecía imposible, era como si un vacío me estuviera consumiendo por dejar fluir esa pasión que me costó encender pero que acabé haciendo que ardiera, era verdad que no fue del todo en contra de mi voluntad pero si hubiese sido por mí, hubiera esperado mucho más tiempo: Era algo normal para gran mayoría de las personas conocer y “consumar el acto”, “Cerrar el trato”, entre dos personas que eran pareja o pretendían serlo. Sin embargo, yo sentía que era algo imposible de que me pudiera acostumbrar, podía adecuarme, a intentar sentir placer sin sentir ningún otro sentimiento. Pero ¿Cómo podían comparar el bienestar que generaba ese acto cuando se estaba enamorado de la otra persona con algo esporádico o casual? ¡Eran un mar de diferencias! De todos modos, eso me ayudó a querer apostar a esa relación, para ver si podía volver a sentir y tal vez de ese modo, lograrme olvidar de Pablo y de esa relació
Hicimos el amor, o tuvimos relaciones que implicaron algo carnal esa noche que cenamos en ese restaurante, fue en parte una muestra de agradecimiento que tenía ganas de agradecer. Tal vez no se sentía aun como tanto amor y terminaba siendo solamente sexo, pero creía que era una mera cuestión de tiempo para sentir que realmente disfrutaba esto, debía comprender que tal vez así eran las relaciones de hoy en día por lo que debía conformarme con todo esto. Pasó lo mismo algunas noches que siguieron después de ese día. No me sentía enamorada, me gustaba satisfacer este fuego que él traía y que yo en algunas ocasiones también lo portaba, tal vez el sentimiento vendría después con el tiempo, cuando lo conociera un poco mejor. Al menos me sentía acompañada, deseada y querida, estaba aprendiendo a ver la belleza que tenía en mí en cada una de mis formas: Ya no me daba angustia mirarme a los ojos en el espejo, me sentía bonita hasta cuando estaba llena de harina, y en eso Julián tenía un
El show había terminado, nos dirigimos al hotel luego de que firmara un par de autógrafos y me sacara algunas fotos con quienes querían, era algo que nunca me había imaginado vivir pero que al mismo tiempo me gustaba disfrutar. Tenía una habitación para mí y Naomi, en una cama grande de suite, ¡Parecía un palacio! Y apenas era una habitación de hotel. Mi teléfono comenzó a sonar con un número que no conocía, miré mi teléfono y luego miré a Naomi. - ¿Quién será? –Pregunté.-Contesta –Dijo Naomi. Y así fue, con un poco de tensión contesté esta llamada, nadie tenía este número prácticamente y eso era lo que me sorprendía.- ¿Hola? –Dije.-Kat, hablemos –Pidieron.- ¿Quién habla? –Pregunté.-Soy Pablo –Contestó e hizo una pausa- Vamos Kat, no puedes dejarme así.- ¿Cómo obtuviste mi número? –Consulté.-Ven y te explico –Propuso Pablo.-No quiero –Aseguré.-Es eso o entro a los gritos a llamarte en el hotel –Amenazó Pablo- Estoy esperando en la puerta.- ¡Está bien! Ya voy –Dije.
Estaba tan dolida, devastada, no podía creer que hubieran roto mi confianza como si fuera un pedazo de cristal. No podía dejar de llorar como si fuera una niña a quien le hubieran quitado su juguete favorito. Naomi me acarició el cabello mientras seguía apoyada en su pecho, acompañándome.- ¿Ya estás más tranquila? –Preguntó Naomi.-Sí –Confirmé.- ¿Quieres contarme lo que pasó? –Consultó Naomi.-Julián estaba con otra mujer, no me atendió la puerta y cuando ella salió se besaron como si nada, como si yo no existiera –Contesté. Y comenzó a sonar mi teléfono móvil con notificaciones de su parte.-Ves, ahora dice que estaba durmiendo, me pide disculpas –Conté.-Ay amiga, lo lamento tanto –Dijo Naomi.- ¿Y ahora qué? ¿Qué pasa si estoy esperando un hijo suyo? –Planteé- ¡Qué idiota fui!-Si estás esperando un bebé y quieres tenerlo, lo sacaremos adelante juntas –Aseguró Naomi.-No te gustan los niños Nao –Argumenté.-Pero amaría tener un pequeño sobrinito o sobrinita con nosotras, no
Lloré toda la noche, parecía que era una niña pequeña. Mi vida estaba totalmente destruida y en el caos más grande que nunca antes había tenido. Me dolía todo, sentía como todo pesaba cada vez más y no encontraba manera para cortar tal lazo que me estaba provocando esto. Miré al cielo en esa noche estrellada pidiendo consuelo, pidiendo ayuda, porque sinceramente no sabía cómo continuar de esta manera, debía hacerme la prueba para sacarme esta maldita duda. Me la pasé de esa manera una semana, sin ánimo de casi nada, no salí prácticamente de mi casa ni siquiera para llevar a Patrick al colegio, Naomi intentó animarme, pero ni de esa forma terminé consiguiéndolo. Mi abuela sabía recordarme siempre que podíamos sentirnos mal por un periodo corto de tiempo pero que luego debíamos levantarnos con mucha fuerza, la mayor cantidad que pudiéramos conseguir, ningún mal duraba para siempre. No encontré ningún tipo de consuelo, no sabía cómo armarme después de esto, solamente quería llorar
Muchas gracias por haber leído esta historia, me siento bendecida por el éxito que ha tenido y por cada uno de sus comentarios. Muchos me han pedido la continuación de la historia y la verdad es que no estaba en mis planes pero entiendo que ha quedado bastante inconclusa. Nuevamente, muchas gracias por todo su apoyo, lo valoro muchísimo y me motiva a seguir con esto.… Las gotas de lluvia corrían por las ventanas como si una corriera a la otra, a Emily le gustaba mucho verlas y hacer carreras con ellas, amaba esa imaginación que tenía la dulce niña de cinco años de vida. Era un quince de agosto, se cumplían siete años de haber perdido el embarazo fruto de mi relación con Julián quien ahora tenía una linda familia con aquella muchacha con la cual lo descubrí, quizás ese era su destino, de todas formas yo tampoco lo quería en el mío. Con Pablo formamos nuestro hogar:Una casa grande, con un techo que no se iba a caer en cualquier momento, las paredes en tono pastel le daban calidez