Estaba tan dolida, devastada, no podía creer que hubieran roto mi confianza como si fuera un pedazo de cristal. No podía dejar de llorar como si fuera una niña a quien le hubieran quitado su juguete favorito. Naomi me acarició el cabello mientras seguía apoyada en su pecho, acompañándome.- ¿Ya estás más tranquila? –Preguntó Naomi.-Sí –Confirmé.- ¿Quieres contarme lo que pasó? –Consultó Naomi.-Julián estaba con otra mujer, no me atendió la puerta y cuando ella salió se besaron como si nada, como si yo no existiera –Contesté. Y comenzó a sonar mi teléfono móvil con notificaciones de su parte.-Ves, ahora dice que estaba durmiendo, me pide disculpas –Conté.-Ay amiga, lo lamento tanto –Dijo Naomi.- ¿Y ahora qué? ¿Qué pasa si estoy esperando un hijo suyo? –Planteé- ¡Qué idiota fui!-Si estás esperando un bebé y quieres tenerlo, lo sacaremos adelante juntas –Aseguró Naomi.-No te gustan los niños Nao –Argumenté.-Pero amaría tener un pequeño sobrinito o sobrinita con nosotras, no
Lloré toda la noche, parecía que era una niña pequeña. Mi vida estaba totalmente destruida y en el caos más grande que nunca antes había tenido. Me dolía todo, sentía como todo pesaba cada vez más y no encontraba manera para cortar tal lazo que me estaba provocando esto. Miré al cielo en esa noche estrellada pidiendo consuelo, pidiendo ayuda, porque sinceramente no sabía cómo continuar de esta manera, debía hacerme la prueba para sacarme esta maldita duda. Me la pasé de esa manera una semana, sin ánimo de casi nada, no salí prácticamente de mi casa ni siquiera para llevar a Patrick al colegio, Naomi intentó animarme, pero ni de esa forma terminé consiguiéndolo. Mi abuela sabía recordarme siempre que podíamos sentirnos mal por un periodo corto de tiempo pero que luego debíamos levantarnos con mucha fuerza, la mayor cantidad que pudiéramos conseguir, ningún mal duraba para siempre. No encontré ningún tipo de consuelo, no sabía cómo armarme después de esto, solamente quería llorar
Muchas gracias por haber leído esta historia, me siento bendecida por el éxito que ha tenido y por cada uno de sus comentarios. Muchos me han pedido la continuación de la historia y la verdad es que no estaba en mis planes pero entiendo que ha quedado bastante inconclusa. Nuevamente, muchas gracias por todo su apoyo, lo valoro muchísimo y me motiva a seguir con esto.… Las gotas de lluvia corrían por las ventanas como si una corriera a la otra, a Emily le gustaba mucho verlas y hacer carreras con ellas, amaba esa imaginación que tenía la dulce niña de cinco años de vida. Era un quince de agosto, se cumplían siete años de haber perdido el embarazo fruto de mi relación con Julián quien ahora tenía una linda familia con aquella muchacha con la cual lo descubrí, quizás ese era su destino, de todas formas yo tampoco lo quería en el mío. Con Pablo formamos nuestro hogar:Una casa grande, con un techo que no se iba a caer en cualquier momento, las paredes en tono pastel le daban calidez
La vida es tan simple pero todos insistimos en complicarla, ¿No es verdad? Hay quienes desean tener todo y al mismo tiempo no se dan cuenta de lo muy afortunados que son: Tienen un techo, una cama abrigada, ropa distinta para vestir los distintos días de la semana, si abren su canilla tienen agua potable, si quieren ducharse ni deben calentar el agua, no tienen el miedo de no saber si el día de mañana podrán comer al menos un pedazo de pan viejo, hay zapatos en sus pies, hay privilegio en cada una de estas cosas, y te lo afirmo porque yo, se lo que es vivir sin todo esto. A pesar de esto, tenía muchas cosas: Podía dormir cada noche bajo el techo de mi abuela, y la tenía viva que no es algo menor, mi pequeño hermano Patrick estaba sano, mi madre también se encontraba bien, tenía agua aunque fuese de un aljibe, podía bañarme aunque no fuese con agua caliente, tenía ropa para vestir a pesar de que solo fuesen 5 juegos, no teníamos mucho por comer pero al menos me aseguraba de que Pat
Paso a paso, camino tras camino, verdes árboles en sus últimos días me rodeaban indicando la llegada del frío, y yo sin dejar de cantar en ningún momento, la naturaleza era mi guía instrumental, los árboles se movían con la brisa y se escuchaba como si fuese un arpa, las piedras con las que mis zapatos hacían ruido eran como los golpes de un tambor. Antes de salir tome la precaución de ponerme uno de los vestidos viejos, ya que planeaba salir con uno nuevo pero podría estropearse en el camino. Caminé durante diez horas, con algunos momentos de descanso, pero para las diez y media de la mañana mis pies ya estaban parados sobre la ciudad, esa tan magnífica, llena de los edificios tan altos como nunca antes los había visto, gente vestida tan formal que me hacía sentir que mis vestidos nuevos no estaban a la altura. Entre a un baño y me puse el de color mostaza, lamentablemente no tenía suficientes pares de zapatos como para combinar las distintas prendas por lo que tuve que quedarme
“Querida madre: Estoy bien, conseguí un trabajo como sirvienta en una mansión, cuyos dueños se apellidan Campos. El señor Juan me aceptó casi sin problemas aunque creo que su hijo Pablo tuvo bastante que ver. No he pasado frío ni hambre, y espero que ustedes tampoco, ni bien consiga mi primer pago enviaré dinero para que puedan vivir y alimentarse. Los extraño mucho, eso no pienso negarlo pero creo que todo esto es necesario por muchas cosas, entiendo que estés molesta pero quiero que entiendas que también necesitaba abrir mis alas para intentar tomar vuelo y que las tormentas que tenga que pasar, también las voy superar. Te amo, como a mi abuela y como a mi hermano. Intentaré volver lo antes posible para aunque sea abrazarlos por un par de minutos.Los quiere, Katrina.” Cerré esa carta en un sobre color beige, pero no sabía siquiera donde enviarla, la guardé en el bolsillo de mi uniforme. Comencé limpiando la sala con dedicación, debía hacer todo de la mejor forma pa
Jamás en mi vida, en ninguno de mis veinte años, había degustado comida tan deliciosa como la que había en este lugar, me tocaban comer restos pero eso en verdad no me importaba, realmente no importa cuando a veces no te toca comer más que un pedazo de pan junto con una taza de té lavado. Ya se había hecho la mañana siguiente, Pablo y Juan no estaban en la casa y Samuel cuidaba de Samanta en la cocina mientras yo limpiaba.- ¿Cómo te llamas? -Preguntó Samanta.- ¿Yo? -Respondí confundida.-Sí, tú -Afirmó la pequeña.-Me llamo Katrina -Contesté.-Katrina, quiero pedirte disculpas, mi padre me hizo entender que mi reacción fue muy exagerada -Dijo Samanta- ¿Podrías perdonarme?-Está bien, te perdono Samanta -Afirmé sinceramente. Se hicieron unos segundos de silencio, yo terminé de guardar un par de cosas que tenía entre mis manos en el cajón de la alacena.- ¡Tengo tanta hambre que creo que se me van a notar los huesos! ¿Podrías prepararme un postre, Katrina? -Pidió Samanta.- ¿De qu
Obtuve respuesta aunque no creía que iba a recibirla por lo molesta que sabía que se encontraba, conocía a quien me había gestado mejor que nadie y sabía todas las cosas que no iba a aprobar. Sin embargo mi madre me escribió una carta.“Mi sol: Sí, estoy muy molesta y enojada por lo que hiciste y no quiero que tomes está carta como signo de mi perdón, te amo mucho pero no fue correcto que me desobedecieras de tal forma. Yo te necesitaba aquí, necesitaba que me ayudaras vendiendo esos panes. Tu abuela me intentó hacer entender de qué hacías lo correcto pero yo en verdad no puedo creer eso, jamás voy a creer que tenerte tan lejos sea lo correcto. Independientemente lo que más hace falta bajo este techo es tu presencia, el resto sinceramente poco importa. En fin Katrina, cualquier cosa que necesites cuenta conmigo, en lo que pueda llegar a ayudarte. Patrick lloró mucho, suele dormir en tu cama porque dice que aún le queda tu dulce olor, la abuela está contenta y se encue