Me fui de la cabaña sintiéndome tan extraña, tan distinta, no podía sentirme yo misma, parecía imposible, era como si un vacío me estuviera consumiendo por dejar fluir esa pasión que me costó encender pero que acabé haciendo que ardiera, era verdad que no fue del todo en contra de mi voluntad pero si hubiese sido por mí, hubiera esperado mucho más tiempo: Era algo normal para gran mayoría de las personas conocer y “consumar el acto”, “Cerrar el trato”, entre dos personas que eran pareja o pretendían serlo. Sin embargo, yo sentía que era algo imposible de que me pudiera acostumbrar, podía adecuarme, a intentar sentir placer sin sentir ningún otro sentimiento. Pero ¿Cómo podían comparar el bienestar que generaba ese acto cuando se estaba enamorado de la otra persona con algo esporádico o casual? ¡Eran un mar de diferencias! De todos modos, eso me ayudó a querer apostar a esa relación, para ver si podía volver a sentir y tal vez de ese modo, lograrme olvidar de Pablo y de esa relació
Hicimos el amor, o tuvimos relaciones que implicaron algo carnal esa noche que cenamos en ese restaurante, fue en parte una muestra de agradecimiento que tenía ganas de agradecer. Tal vez no se sentía aun como tanto amor y terminaba siendo solamente sexo, pero creía que era una mera cuestión de tiempo para sentir que realmente disfrutaba esto, debía comprender que tal vez así eran las relaciones de hoy en día por lo que debía conformarme con todo esto. Pasó lo mismo algunas noches que siguieron después de ese día. No me sentía enamorada, me gustaba satisfacer este fuego que él traía y que yo en algunas ocasiones también lo portaba, tal vez el sentimiento vendría después con el tiempo, cuando lo conociera un poco mejor. Al menos me sentía acompañada, deseada y querida, estaba aprendiendo a ver la belleza que tenía en mí en cada una de mis formas: Ya no me daba angustia mirarme a los ojos en el espejo, me sentía bonita hasta cuando estaba llena de harina, y en eso Julián tenía un
El show había terminado, nos dirigimos al hotel luego de que firmara un par de autógrafos y me sacara algunas fotos con quienes querían, era algo que nunca me había imaginado vivir pero que al mismo tiempo me gustaba disfrutar. Tenía una habitación para mí y Naomi, en una cama grande de suite, ¡Parecía un palacio! Y apenas era una habitación de hotel. Mi teléfono comenzó a sonar con un número que no conocía, miré mi teléfono y luego miré a Naomi. - ¿Quién será? –Pregunté.-Contesta –Dijo Naomi. Y así fue, con un poco de tensión contesté esta llamada, nadie tenía este número prácticamente y eso era lo que me sorprendía.- ¿Hola? –Dije.-Kat, hablemos –Pidieron.- ¿Quién habla? –Pregunté.-Soy Pablo –Contestó e hizo una pausa- Vamos Kat, no puedes dejarme así.- ¿Cómo obtuviste mi número? –Consulté.-Ven y te explico –Propuso Pablo.-No quiero –Aseguré.-Es eso o entro a los gritos a llamarte en el hotel –Amenazó Pablo- Estoy esperando en la puerta.- ¡Está bien! Ya voy –Dije.
Estaba tan dolida, devastada, no podía creer que hubieran roto mi confianza como si fuera un pedazo de cristal. No podía dejar de llorar como si fuera una niña a quien le hubieran quitado su juguete favorito. Naomi me acarició el cabello mientras seguía apoyada en su pecho, acompañándome.- ¿Ya estás más tranquila? –Preguntó Naomi.-Sí –Confirmé.- ¿Quieres contarme lo que pasó? –Consultó Naomi.-Julián estaba con otra mujer, no me atendió la puerta y cuando ella salió se besaron como si nada, como si yo no existiera –Contesté. Y comenzó a sonar mi teléfono móvil con notificaciones de su parte.-Ves, ahora dice que estaba durmiendo, me pide disculpas –Conté.-Ay amiga, lo lamento tanto –Dijo Naomi.- ¿Y ahora qué? ¿Qué pasa si estoy esperando un hijo suyo? –Planteé- ¡Qué idiota fui!-Si estás esperando un bebé y quieres tenerlo, lo sacaremos adelante juntas –Aseguró Naomi.-No te gustan los niños Nao –Argumenté.-Pero amaría tener un pequeño sobrinito o sobrinita con nosotras, no
Lloré toda la noche, parecía que era una niña pequeña. Mi vida estaba totalmente destruida y en el caos más grande que nunca antes había tenido. Me dolía todo, sentía como todo pesaba cada vez más y no encontraba manera para cortar tal lazo que me estaba provocando esto. Miré al cielo en esa noche estrellada pidiendo consuelo, pidiendo ayuda, porque sinceramente no sabía cómo continuar de esta manera, debía hacerme la prueba para sacarme esta maldita duda. Me la pasé de esa manera una semana, sin ánimo de casi nada, no salí prácticamente de mi casa ni siquiera para llevar a Patrick al colegio, Naomi intentó animarme, pero ni de esa forma terminé consiguiéndolo. Mi abuela sabía recordarme siempre que podíamos sentirnos mal por un periodo corto de tiempo pero que luego debíamos levantarnos con mucha fuerza, la mayor cantidad que pudiéramos conseguir, ningún mal duraba para siempre. No encontré ningún tipo de consuelo, no sabía cómo armarme después de esto, solamente quería llorar
Muchas gracias por haber leído esta historia, me siento bendecida por el éxito que ha tenido y por cada uno de sus comentarios. Muchos me han pedido la continuación de la historia y la verdad es que no estaba en mis planes pero entiendo que ha quedado bastante inconclusa. Nuevamente, muchas gracias por todo su apoyo, lo valoro muchísimo y me motiva a seguir con esto.… Las gotas de lluvia corrían por las ventanas como si una corriera a la otra, a Emily le gustaba mucho verlas y hacer carreras con ellas, amaba esa imaginación que tenía la dulce niña de cinco años de vida. Era un quince de agosto, se cumplían siete años de haber perdido el embarazo fruto de mi relación con Julián quien ahora tenía una linda familia con aquella muchacha con la cual lo descubrí, quizás ese era su destino, de todas formas yo tampoco lo quería en el mío. Con Pablo formamos nuestro hogar:Una casa grande, con un techo que no se iba a caer en cualquier momento, las paredes en tono pastel le daban calidez
La vida es tan simple pero todos insistimos en complicarla, ¿No es verdad? Hay quienes desean tener todo y al mismo tiempo no se dan cuenta de lo muy afortunados que son: Tienen un techo, una cama abrigada, ropa distinta para vestir los distintos días de la semana, si abren su canilla tienen agua potable, si quieren ducharse ni deben calentar el agua, no tienen el miedo de no saber si el día de mañana podrán comer al menos un pedazo de pan viejo, hay zapatos en sus pies, hay privilegio en cada una de estas cosas, y te lo afirmo porque yo, se lo que es vivir sin todo esto. A pesar de esto, tenía muchas cosas: Podía dormir cada noche bajo el techo de mi abuela, y la tenía viva que no es algo menor, mi pequeño hermano Patrick estaba sano, mi madre también se encontraba bien, tenía agua aunque fuese de un aljibe, podía bañarme aunque no fuese con agua caliente, tenía ropa para vestir a pesar de que solo fuesen 5 juegos, no teníamos mucho por comer pero al menos me aseguraba de que Pat
Paso a paso, camino tras camino, verdes árboles en sus últimos días me rodeaban indicando la llegada del frío, y yo sin dejar de cantar en ningún momento, la naturaleza era mi guía instrumental, los árboles se movían con la brisa y se escuchaba como si fuese un arpa, las piedras con las que mis zapatos hacían ruido eran como los golpes de un tambor. Antes de salir tome la precaución de ponerme uno de los vestidos viejos, ya que planeaba salir con uno nuevo pero podría estropearse en el camino. Caminé durante diez horas, con algunos momentos de descanso, pero para las diez y media de la mañana mis pies ya estaban parados sobre la ciudad, esa tan magnífica, llena de los edificios tan altos como nunca antes los había visto, gente vestida tan formal que me hacía sentir que mis vestidos nuevos no estaban a la altura. Entre a un baño y me puse el de color mostaza, lamentablemente no tenía suficientes pares de zapatos como para combinar las distintas prendas por lo que tuve que quedarme